Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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martes, 8 de febrero de 2011

Fantasía Prohibida * Capítulo 8

Adaptación-----Lemmon



Emmett se quitó la camisa, exponiendo sus anchos hombros, y la dejó caer al suelo. Bella se estremeció ante lo condenadamente atractivo que estaba el hombre.

-¿Qué más puedes quitarte? – se burló Bella mirando descaradamente la entrepierna de Emmett – tengo algo que podrías tocar si te desnudas del todo.

Bella abrió las piernas para Emmett – y solo para Emmett -, para que viese lo mojada e hinchada que se encontraba ya. Emmett gimió, mirando fijamente los húmedos rizos.

Por el rabillo del ojo Bella vió como Edward se abría la cremallera de los pantalones y cogía su miembro. Comenzó a deslizar delicadamente los dedos por su longitud, apretando de vez en cuando, sin apartar la vista de ella. A Bella le encantaba este poder que tenía de llevar a Edward al límite del deseo. Pero esto no era suficiente.

-¿Quieres tocarme? – le preguntó a Emmett, jugando con su clítoris y jadeando sofocadamente.

-Sí – gimió Emmett – Haz eso otra vez.

-Desnúdate y lo haré.

Emmett se quitó los pantalones cortos en menos de dos segundos para dejar a la vista su enorme y sonrosado miembro. Bella intentó no echarse a reír cuando vio la rapidez con que se sacó la ropa. El poder que ejercía sobre ambos era excitante. Y daba igual que al final Edward y Emmett la controlasen, porque en ese momento ella tenía todo el poder.

-Muy bonito – murmuró ella.

-Súbete la minifalda y tócate de nuevo. Quiero ver como lo haces – exigió Emmett con voz ronca, dejando a Bella sorprendida por dicha petición.

Dejando a un lado su timidez, se recostó en el respaldo del sofá y se levantó la falda lentamente, como queriendo torturar a los dos hombres, sosteniéndola por encima de los muslos; Edward mostraba su frustación con maldiciones dichas entre dientes.

Bella, para echar más leña al fuego, se contoneó sobre el trasero y gimió, cerrando los ojos y relamiéndose los labios.

-Ahora, Bella. – Bella abrió los ojos, parpadeando, al mismo tiempo que Emmett la había agarrado por los muslos con fiereza. La ternura de este había sido sustituida por un tono dominante, severo e impaciente. - ¡Ahora!

Bella bajó la mano hacia su sexo y se frotó el clítoris rapidamente. No necesitaba imaginar ninguna fantasía para hacerlo, las dos miradas ardientes que le recorrían de arriba abajo eran más que suficientes para poder acabar sola.

Las sensaciones crecieron con rapidez. Emmett la observaba con la respiración entrecortada, mientras que Edward se movió inquieto hasta que pudo obtener un mejor ángulo de visión.

-Es increíble – dijo Edward a su primo – Puedo oler desde aquí lo cerca que está de correrse.

Emmett asintió y ordenó a Bella – Detente.

Bella sintió como el placer comenzaba a estremecerla. Oyó la voz de Emmett ordenándole algo que ella no quería, así que lo ignoró.

-He dicho que te detengas – el le agarró la muñeca.

Bella gimió ante la pérdida de la estimulación que él le había quitado. Miró hacia Emmett, que estaba ruborizado y le agarraba la muñeca con fuerza.

-No me presione, estoy a punto de perder el control – advirtió el. Bella comprendió al instante.

-Está bien - murmuró.

Él la soltó y sonrió con agradecimiento.

-Levántate del sofá y arrodíllate en el suelo de espaldas a mí. – Bella lo hizo – Bien – alabó el mientras la agarraba por las caderas y se situaba detrás de ella.

Bella sintió como la palma de su mano se situaba en su espalda y la empujaba suavemente.

-Inclínate hacia delante y apoya los codos en el sofá.

Bella cerró los ojos asimilando que realmente iba a pasar aquello. Tragó saliva, haciendo lo que Emmett le ordenaba. Emmett intentaba tranquilizarla, manoseándole el trasero y acariciándole las caderas al mismo tiempo que subía su faldita.

-Eres preciosa – dijo – redonda y firme… con esta piel tan blanca. Y, ahora mismo, toda mía.

Ella gimió. Su excitación iba en aumento con las palabras y las caricias del chef.

-¿Me va a doler? – preguntó asustada.

-Iré lento, y procuraré que te duela lo menos posible.

-Es mejor así, gatita. Emmett tiene más paciencia que yo. Me va a encantar oír tus gemidos - dijo Edward.

Bella lo miró con el ceño fruncido. Los ojos de Edward la miraban con ardiente pasión y con ¿ternura? Edward temía hacerle daño si intentaba desvirgarla analmente, pero estaría allí con ella. Y entonces Bella lo vio en sus ojos. El deseaba estar en el lugar de Emmett, solo lo había provocado para que su primo ocupara su lugar, porque así ella podría disfrutarlo.

-Notarás que esto está un poco frío y resbaladizo – llamó Emmett su atención. Al volver la vista pudo ver que este ya se había colocado un preservativo.

Un segundo después Bella sintió un dedo en su ano extendiendo el lubricante. Se estremeció.

Una duda repentina empezó a torturarla. Emmett era bastante “grande”, ¿y i no podía albergarlo? Quizá le haría demasiado daño. Emmett le acarició las nalgas y se las separó.

-Relájate. Acuérdate de presionar cuando comience a penetrarte. No te dolerá. Iré muy despacio.

Se inclinó y le besó la cintura, comprendiendo entonces Bella, que Emmett haría todo lo posible por hacerla gozar. Suspiró.

Emmett empezó a empujar con fuerza contra su ano. La penetró un poco, y el glande entro en ella. Sentía presión, pero no dolor. Bien.

Agarrándola por las caderas, Emmett susurró.

-Ahora, empuja con fuerza.

Bella lo hizo, apretando los dientes. Emmett presionó, forzando su entrada. El hombre maldijo entre dientes y le clavó los dedos en las caderas. Bella gimió de dolor ante la sensación.

Al instante, Edward se colocó delante de ella en el sofá.

-Shh, te va a gustar, gatita.

–Maldición. Necesito empujar con más fuerza – dijo Emmett.

Ella asintió débilmente mientras Edward le agarraba las manos.

Bella sintió a Emmett retirarse, agarrarla con más fuerza de las caderas y volver a penetrarla; su glande consiguió traspasar el anillo de músculos. Bella sintió un dolor agudo que poco a poco se fue disipando, excitando sus terminaciones nerviosas.

-¿Ya estas dentro - murmuró ella.

-Sólo la mitad – gruñó – Pero ya ha pasado lo más difícil. ¿Te gusta?

Tras pensarlo un par de segundos decidió contestarle con la verdad.

-Me gusta. Continúa.

–Maldición, eres muy estrecha, cariño – masculló Emmett. – No voy a poder contenerme mucho más.

Emmett empujó hacia delante de nuevo. Lentamente iba retrocediendo e introduciendo cada vez más su miembro, hasta que finalmente estuvo dentro completamente. Bella gimió. Sentía una mezcla de placer y dolor que la excitaba más. Aquello le gustaba mucho.

Edward le apartó el pelo de la cara.

-¡Dios, qué sexy eres! – luego alzó la mirada para encontrarse con la de Emmett y le dijo - Fóllala.

Emmett no contestó, se limitó a salirse, para después volver a penetrarla. Bella gimió ante la fricción y echó la cabeza atrás.

-Tócate el clítoris – dijo Emmett con voz tensa – quiero sentir como te corres.

Y lo haría pronto. Las sensaciones de ser tomada por detrás, y la cara de éxtasis de Edward la empujaban directamente a un abismo de placer.

Bella obedeció. Se tocó el clítoris con un dedo. Sus fluidos empapaban sus muslos y su sexo palpitaba bajo sus dedos. Se siguió frotando, notando como la envolvían las oleadas de placer. Bella empezó a emitir gemidos agudos.

–Está comenzando a palpitar en torno a mi miembro.

-¿Te vas a correr, gatita? – susurró Edward en su oído.

Bella solo pudo arquear la espalda mientras Emmett seguía follándola profundamente, al mismo tiempo que le clavaba los dedos en las caderas.

-Chúpasela – pidió Emmett.

Edward levantó la vista para asegurarse que su primo no había perdido el control. Su mirada lo tranquilizó y tomando su miembro en su mano la acercó a su boca, con una suplicante mirada.

Bella lo tomó, usando el mismo ritmo con su boca que Emmett aplicaba en su culo. Era perfecto, estaba siendo poseída por delante y por detrás.

Sus dedos se paralizaron sobre su clítoris, y Emmett apartó su mano, asumiendo el control.

-¡ Oh, sí! – gritó Edward.

Bella sentía que estaba por llegar. Casi…

-Córrete, cariño.

Ella gimió en torno al miembro de Edward, y una explosión atravesó su cuerpo. Bella se dejó llevar.

A su espalda, Emmett se tensó, soltando un gemido gutural, y afianzándose a sus caderas. ¡Sí!, ¡Lo había conseguido!, y con gusto lo repetiría, pero Edward le recordó que aun no había terminado, empujando en su boca con insistencia.

Bella lo tomó profundamente, chupándole, lamiéndole y rozando sus dientes.

Edward le tomó la cara con las manos.

-Bien, gatita. Chúpamela. Es demasiado bueno.

Bella chupó con más insistencia para hacerlo llegar al éxtasis. Emmett se retiró lentamente, y la chica gimió en desacuerdo cuando sintió el vacío de su pérdida. Luego Emmett se inclinó sobre su cuerpo y le besó el hombro.

-No dejas de asombrarme. Ha sido increíble.

Bella sintió que Emmett se quitaba el condón a sus espaldas, y después unos pasos le indicaron que había abandonado la habitación. Bella se centró en Edward, que de repente se puso tenso.

-¡Vuelve aquí de una puta vez!

Bella levantó la cara, perpleja.

-Ya estoy aquí.

-Se lo decía a Emmett. – gruñó el.

Bella se extrañó. ¿Para qué necesitaba Edward a Emmett, si con ella podría correrse sin ayuda de su primo?

-Voy – dijo Emmett desde el otro lado de la casa.

–Ahora.

Emmett no contestó. Edward se levantó con rapidez, y Bella tuvo la sensación que ahí pasaba algo raro.

-No le necesitamos, estoy más que dispuesta a acabar esto sin él – murmuró ella.

-No seguiré si Emmett no está aquí. No quiero hacerlo sin él.

-¿Qué? – la sorpresa le invadió todo el cuerpo. ¿Qué quería decir Edward en realidad?¿Se negaba el placer que evidentemente necesitaba desahogar, solo porque quería que su primo estuviese allí para poder gritarle obscenidades?

-Estoy segura de que puedes correrte aunque Emmett no esté en la habitación. No lo necesitamos.

- No, pero se supone que él te protegerá, te ayudará. Y si no vuelve aquí de una maldita vez juro por Dios que voy a tumbarte en el suelo y a follarte.

Tentador, pensó Bella, quien no había considerado el sexo como nada del otro mundo, hasta que estuvo unos días con Edward y Emmett, y ya no pudo pensar en otra cosa.

Tuvo que reprenderse mentalmente cuando se dio cuenta que en ese momento en lo único que pensaba era en Edward, y en su palpitante erección, que se erguía imponente delante de sus narices, cuando ella había ido allí por Jacob. Por alguna razón Edward no quería sexo sin Emmett en la habitación, y a juzgar por la reacción carente de sorpresa de este último, ésa no era la primera vez que esto sucedía. Con lo cual pudo deducir que Edward no tenía un problema con las vírgenes, sino con el sexo en general.

Bella escuchó como Emmett se duchaba. Se volvió hacia Edward e improviso algo para deshacerse de esa incómoda situación.

-Inspira profundamente. Podemos esperar a que regrese o continuar. Tú eliges.

-No me toques ahora. Lo lamentarás si lo haces.

-Tengo más autocontrol que esta mañana. Si las cosas se ponen muy calientes te diré que no.

Edward le enterró los dedos en el pelo. Estaba indeciso pero deseoso.

-Gatita, esa es muy mala idea.

-¿Por qué? Quizá pueda ayudarte.

Edward frunció el ceño y afianzó su agarre en el pelo de ella.

-A pesar de lo cabrón que he sido contigo, aun quieres ayudarme. Si fuera un hombre mejor... – se detuvo – No puedes ayudarme, gatita. Cavé mi propia tumba hace doce años.

Y se había enterrado emocionalmente desde entonces. Quiso decir Edward, pero se contuvo.

Bella apostaría cualquier cosa a que Edward no quería correrse sin Emmett por la misma razón por la que compartía a las mujeres. Algo le había pasado cuando era adolescente, que lo había cambiado todo-

-Dime que te pasó.

El se rió y negó con la cabeza.

-Hablar del pasado no va a cambiar las cosas.

-¿Por qué no? Quiero pasar tiempo a solas contigo, igual que lo he hecho con Emmett. Pero eso que te pasó se interpone entre nosotros.

-Y siempre será así. Si varios terapeutas no solucionaron el problema, hablar contigo de ello tampoco lo hará. No se puede resucitar a los muertos.

Bella no comprendió la última frase, pero sabía que estaba relacionada con su forma de practicar el sexo. Emmett era su apoyo desde entonces.

Edward se metió el pene en los pantalones y se dirigió a la puerta.

-¡Espera! – gritó Bella. Por un momento pensó que no se detendría, pero lo hizo.

-¿Qué? – susurró.

Bella sostuvo su mirada triste y atormentada. Tenía la respiración errática y apenas pensaba lo que iba a decir. Solo sentía.

Tragó saliva mientras se tumbaba de espaldas. Sosteniéndole aun la mirada, se levantó la falda y abrió ligeramente las piernas, luego subió la mano por el abdomen hasta uno de los senos.

Los ojos verdes de Edward volvieron a la vida y Bella sonrió.

-Haz el amor conmigo.

Edward se quedó paralizado.

-En realidad, no quieres eso – eso ni el se lo creía.

-Sí, lo quiero – murmuró ella.

-No seré tierno.

-No estoy hecha de cristal.- Edward negó con la cabeza.

-Querías reservarte para Jacob.

-Quería ofrecerle mi virginidad a alguien a quien le importara.

-¿Qué te hace pensar que a mi me importa?

Bella le cogió la mano y empezó a tirar de él hacia ella.

-Cosas que has dicho, o ahora mismo, tu mirada.

Edward cerró los ojos y Bella aprovechó para tirar aún más de él.

-Estás alucinando.

-Y tu mintiendo. – susurró ella. – Quiero ayudarte.

-No quiero tu compasión – gruñó él.

-No te compadezco. Solo quiero que te sientas bien. Además, tu me haces sentir femenina. Contigo me siento… una mujer de verdad. Querida, deseada. Y deseo más de ti. Creo que siempre lo he querido.

Mierda. Y ahora que debía hacer. Si le arrebataba la virginidad puede que al final le hiciese daño. Y si la rechazaba ahora indudablemente ella sufriría.

-Edward no tienes que protegerme – interrumpió ella su dilema interno – sé lo que quiero, y eres tú. Déjame disfrutar.

No debería ceder, pero al final, Edward se dejó caer de rodillas entre las piernas abiertas de Bella. Rebuscó en su cartera hasta que pudo encontrar un condón, y suspirando lo arrojó sobre la mesita para volverse a ella y decir:

-Prepárate.

Ella sonrió.

-Gracias a Dios.

Y en un suave movimiento descendió sobre ella y posó sobre sus labios un dulce beso para después levantarse levemente y quitarse la camisa…

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2 comentarios:

  1. NOOOO... MARIA SOS EL MISMISIMO DEMONIO CON FALDAS!!! COMO SE TE OCURRE DEJARME HAY, ACASO TE HAS VUELTO LOCA???? NO VOY A RESISTIR UN DIA DE ESPERA... ACASO QUERÉS MATARME?
    BUENO POR AHORA TE PERDONO SI ME PROMETES SUBIR EL PRÓXIMO PRONTO O DE LO CONTRARIO NO TE ASOMBRES SI FELIX Y JANE VULTURIS TOCAN EL TIMBRE DE TU CASA PORQUE DE SEGURO TE LOS MANDE YO.
    CUIDATE MUCHO Y NOS LEEMOS SIEMPRE...
    http://miangelpersonal.blogspot.com/

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  2. dios Maria ers genial me encanto esta capitulo y fascinante ....Sigue asi...Besos..

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Graciias por dejar tus palabras, estas hacen que quiera seguir escribiendo, y que cada día le ponga más ganas!!

Gracias al blog smilersheart.blogspot.com
por esta firma :)
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