Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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jueves, 28 de abril de 2011

Más Premiios!!

Hola mis dulces lectores!! Hoy.. más premio!! :)

El primero es del blog http://sweetnightmaresmundodepesdilla.blogspot.com/ que tengo que decir?? muchas gracias!!!!


el siguiente premio es de Astrid y su blog http://destellosdeluna-astrid.blogspot.com gracias por este premio tan genial!! jajajaj



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miércoles, 27 de abril de 2011

Fantasía Prohibida * Capítulo 18

Adaptación---- Lemmon




CAPÍTULO 18

Unas horas más tarde Bella volvía a atravesar la puerta de la casa de Emmett, llevando la misma maleta que hacía unos días. Sólo que ahora tenía el corazón roto.


No hacía falta ser un genio para darse cuenta que Edward no quería estar con ella. Después de todo, ella se había acostado en su cama y él sin embargo había dormido en el sofá. Había podido comprobarlo cuando se levantó de madrugada a por un vaso de agua.

Ya lo tenía todo decidido. Pensaba tener ese bebé, aunque fuese sóla. No importaba lo que pensaran sus hermanos y su padre. Era su decisión y tendrían que respetarla.

Cuando estaba cerca de casa llamó a Félix. No tenía ganas de hablar con él, pero necesitaba saber cómo estaba su padre.

-¿Bella? – contestó rudamente.

-Hola.

-¿Dónde estás?

-En mi apartamento.

-¿En serio? ¿Por fin has acabado con toda esa locura?

-No. En realidad la locura había sido arruinarle la vida a dos hombres maravillosos que jamás recuperaría.

-Se acabó. Dejémoslo así.

Ya le hablaría del bebé cuando se sintiese más fuerte. Y cuando su padre estuviese mejor.

-Me alegro de oírlo.

La actitud positiva de Félix no la ayudaba en nada, porque para ella no suponía todo aquello un alivio, si no un gran dolor.

-¿Por qué? ¿Qué tenías contra ellos?

-Venga ya Bella. Tú mejor que nadie deberías saber por qué no quería que estuvieses con esos pervertidos. Me dan ganas de vomitar cada vez que pienso en las cosas que te habrásn hecho… a la vez, sin duda. Las mismas que habrán hecho a cientos de…

-¿Pervertidas? – ya era suficiente. Se estaba empezando a cabrear – Mira quién fue a hablar. Tú, que tienes que darle latigazos a una mujer y provocarle dolor para sentirte lo suficientemente hombre como para tener sexo con ella.

-Maldita sea – gruñó – Eso ha sido un golpe bajo. Y no tiene nada que ver con la reali… - aspiró profundamente – Nos estamos desviando del tema. Lo importante es que los has dejado y no piensas volver con ellos.

Bella desistió de seguir peleando con él.

-Exacto. – aparcó el coche y recogió el correo del buzón.

-Lo siento – masculló finalmente Félix – Sé que ya eres una adulta, y que todos cometemos errores. No volveré a molestarte con esto.

-Gracias. Yo también lo siento. ¿Cómo está papá? Preguntó mientras ventilaba las habitaciones.

-Mañana le darán el alta. Hoy sabremos los resultados de los últimos análisis. Papá querrá verte.

-Ahora que han encerrado al que puso la bomba podré ir a verle sin problemas.

-No sé cuanto tiempo estará retenido. No hay pruebas de que haya sido él el que puso la bomba. No tienen pruebas para acusarlo, y además él insiste en que no la puso. Acabarán soltándolo.

-¿Tú qué piensas sobre eso?

-No lo sé, Bella. Pero intuyo que no fue él.

-¿Quieres decir que puede que el psicópata que realmente puso la bomba está por ahí suelto y anda detrás de papá?

-O de ti. Mientras estabas con… cuando papá estaba ingresado recibimos varias llamadas de un tipo que preguntaba dón de podía encontrarte. Y siempre llamaba con número oculto. Podría haber sido un periodista. O no.

-Félix era un exagerado. Seguramente que la persona que llamó era la misma que le había dejado llamadas pérdidas y mensajes en el móvil, y no se trataría de un criminal, si no de cualquier paparazzi.

-No tengo enemigos.

-Que tú sepas. – Bella suspiró.

-¿Podrías acompañarme al hospital por si acaso?

-Sí. Dime a qué hora.

-Necesito descansar. Llámame más tarde, ¿vale?

-Claro. Lo haré.

Después de colgar examinó su correo. En uno de los sobres se encontraban los resultados de sus exámenes. Aprobados. Con buena nota. Suspiró aliviada. Bien, algo menos de lo que preocuparse. Ahora podría conseguir un buen trabajo para mantener al bebé.



OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO



Bella leía una revista cuando sonó su móvil.

Jacob.

Contestó dispuesta a aclarara lo de su supuesto y continuado noviazgo.

Bella quiso negarse a la invitación de Jake a que se vieran para hablar. Pero sabía que la única manera de aclararlo todo sería hacerlo cara a cara. Así que suspiró y finalmente dijo:

-Quedamos a la una.



OoOoOoOoOoOoOoOoOoO



Edward estaba en la cocina cuando apareció su primo.

-¿Dónde está Bella? – preguntó Emmett de manera seca.

-Se ha ido. – contestó Edward sin mirarle.

-¡Maldita sea! Dijo que se iría pero pensé que se despediría, al menos.

-¿Dime por qué se ha ido? ¿Y por qué pasó la noche en mi cama en vez de en la tuya?

Emmett le miró incrédulamente.

-Eres un auténtico bastardo. ¿Crees que debería haber pasado la noche al lado o dentro de la mujer que amas?

Edward contuvo su creciente ira.

-Eso te lo dejo a ti – le respondió con mirada cínica.

-No te molestes. Bella no se va a casar conmigo.

Edward se sorprendió. En su cara Emmett reflejaba el dolor del rechazo de Bella, y de no poder ser él quien criara a su bebé. Pero no podía decirle que lo lamentaba, porque en realidad para él era un alivio.

-Te ama a ti. Antes prefiere estar sola que con otro hombre.

Edward negó con la cabeza.

-¿Qué piensas hacer?

Edward parpadeó.

-Nada. Ya he hecho bastante y nada bueno ha salido de ello.

Emmett agarró a su primo del cuello de la camisa, levantándolo bruscamente de la silla.

-¿Qué coño haces? – le preguntó Edward.

-Contenerme para no molerte a golpes.

-Adelante – le provocó Edward.

-¿Y darte la satisfacción? No. Te voy a hacer entrar en razón. No voy a permitir que dejes a Bella sola con un bebé cuando podrías…

-¿Podría qué? ¿Amarla? No sin ti o algún otro tío delante. Conozco mis limitaciones, y ella se merece más de lo que yo puedo darle. Recuperará la cordura y aceptará tu propuesta.

-Por tu bien espero que eso no ocurra. Será mejor que intentes arreglar las cosas.

-¿Qué demonios quieres decir?

Emmett volvió a agarrarlo por la camisa.

-Que lo superes. ¿Estoy siendo lo suficientemente claro?

-¿Qué lo supere? – Edward se soltó de un tirón - ¿Quieres que me olvide que provoqué la muerte de una chica de dieciséis años? Eres un cabrón. ¿Acaso crees que puedo quitarme la culpa sin mas y hacer como si nada hubiera pasado?

-Han pasado doce años…

-Y durante todo este tiempo Tanya ha estado muerta, por mi culpa.

-¡Deja de decir eso! No es cierto – gruñó Emmett – No voy a conseguir a Bella, pero tú sí puedes hacerlo. Ella te ama. Puede curarte. Sólo tienes que aceptar la verdad sobre Tanya y las circunstancias que rodearon su muerte.

-Conozco la maldita verdad – dijo Edward apretando los dientes.

-Conoces aquella locura que su familia fomentó. Y que tú aceptaste por completo. Pero piénsalo bien. Piensa en cómo era ella en realidad. Era un desastre. Haberse quedado embarazada sólo era uno de sus problemas.

Edward se encogió de hombros.

-Por supuesto que tenía más problemas, pero quedarse embarazada era el mayor de ellos.

-Claro. ¿Y qué pasa con las drogas que tomaba? ¿O con que sus padres se estuvieran divorciando? Le iba mal en el instituto también, ¿cierto? Y dos días antes de tomarse las pastillas había suspendido el examen de conducir, ¿no?

-No era una drogadicta. Sus padres al final no se separaron. Podría haber recuperado el instituto, y repetir el examen de conducir.

-Y también podría haber interrumpido el embarazo. Sus padres se ofrecieron a pagarle el aborto. No se mató porque no quisiera que sus padres supieran que se había acostado contigo. Y tampoco porque no tuviese otra elección.

-Tú no conocías a Tanya.

-Claro que sí – gritó Emmett – esa chica deseaba llamar la atención. Lamento que se haya muerto. Pero fue culpa suya si no quiso enfrentarse a la vida. Castigó a todo el mundo porque nadie la quisiera como ella quería ser amada. Su hermana se portó fatal con ella. Su padre jamás tuvo tiempo para ella. Su madre tomaba tantos antidepresivos que ni podía pronunciar su nombre. Si buscas en el diccionario el significado de familia disfuncional, verás la imagen de ellos debajo.

-Sí – suspiró – pero fue quedarse embarazada lo que la llevó al límite.

-O no. No puedes saberlo con seguridad. Ella descubrió que estaba embarazada mucho antes de enterarse de que sus padres se iban a divorciar, y antes de conocer las notas del instituto o del examen de conducir. Era una chica volátil e insegura. Pudo haberse suicidado por cualquier cosa. No puedes seguir culpándote porque tú no la obligaste a que se tomara el bote de pastillas.

Verdad. Si él hubiese estado presente lo habría evitado. Pero todos afirmaban que el embarazo la había perturbado tanto que la había llevado a acabar con su vida.

-Tus únicos errores fueron usar un condón roto y la manera en que te comportaste después de que Tanya te diera la noticia. Aunque comparándolo con como trataste a Bella, no es tan grave.

Edward se quedó paralizado.

-¿Qué estás diciendo?

-Has reaccionado con miedo y furia. La has rechazado. Ésa no es la manera en que una mujer quiere que se comporte un hombre cuando le dice que va a tener un hijo suyo. Si estás preocupado por Bella, dejársela a otro hombre o permitir que se enfrente sola a todo este no es la mejor manera de asegurarte su salud emocional. – Edward abrió los ojos con impresión – La pregunta aquí es – continuó Emmett – es si vas a alejar de ti a la mujer que amas y a tu hijo por una muerte, de la que no fuiste responsable, acaecida hace más de una década.

Edward se sentó de nuevo frente a una taza de café y meditó las palabras de Emmett. Realmente la familia de Tanya le habían echado la culpa, y cada vez estaba más convencido de ello, con tal de buscar un culpable que no fueran ellos. Además, Bella no había reaccionado como Tanya.

Tras descubrir que estaba embarazada, y ver lo mal que él había recibido la noticia, Tanya se había ido de juerga toda la noche, se había emborrachado y acostado con su mejor amigo… algo de lo que se aseguró que él supiera sólo para castigarlo.

Bella, sin embargo, había rechazado a Emmett, había llorado hasta quedarse dormida en su cama, y luego, había hecho la maleta y se había ido sin decirle nada que lo hiciera sentir culpable. Simplemente había seguido con su vida.

Pero el problema mas grande que tenía era, ¿y si no conseguía hacer el amor con Bella, los dos solos, como un hombre normal?

No obstante, tenía que aclarárselo. Y debía asegurarle que sería un padre y amigo, y que la ayudaría económicamente si lo necesitaba. Con el tiempo, Bella conocería a un buen hombre. Como dolía eso. Pero lo ignoró. Ya lo afrontaría llegado el momento.

Como deseaba ser el hombre que la mereciera.

-¿Qué buscas exactamente de arreglar las cosas entre Bella y yo? ¿quieres seguir manipulándonos o es para poder estar cerca del niño?

-Me lo merezco. He intentado influenciaros a ambos para obtener lo que quiero. Pero ahora sólo intento hacerte ver lo que es mejor para ti. Eres como un hermano para mí. Y quiero que seas feliz. Te lo mereces después de tanta mierda.

Edward tragó saliva. Quería creerle. Y lo hizo…

-Gracias.



OoOoOoOoOoOoOoO



Bella frunció el ceño al ver aparecer a Sam como un perrito detrás de Jacob.

Insistió en estar presente por si me acosaban. Pero se quedará dentro del restaurante. No saldrá a la terraza. Esta comida es privada, sólo para nosotros.

Jacob se sentó al mismo tiempo que la camarera, que fingía realmente mal que no sabía quién era, les tomaba el pedido.

Una vez se fue la camarera, Bella miró seria a Jacob, esperando que hablara.

-Gracias por haber venido.

-Será la última vez hasta que aceptes el hecho de que no nos vamos a casa. ¿Cómo se te ocurrió anunciar el compromiso sin siquiera habérmelo consultado?

-Simplemente se me ocurrió. Ya lo habíamos hablado antes. No me gusta cómo se dirige mi vida y tu eres una buena influencia para mi.

-Si no te gusta tu vida, cámbiala. Yo no puedo hacerlo por ti.

Jacob le tomó las manos.

-Puedes ayudarme. Contigo soy más fuerte. Consigues que quiera ser mejor persona.

-Eso debes hacerlo por ti mismo, Jake. Si lo que quieres realmente es liberarte, despide a Mike. Olvídate de las fiestas. Hazle caso a Sam. Puede que sea brusco y serio, pero intenta evitar que te autodestruyas.

-Eso haré – prometió.

-Puedes hacerlo Jake. Sé que con solo proponértelo serás capaz de enfrentarte a ello.

Jake se quitó las gafas de sol, revelando una cara cansada y ojos rojos.

-No te culpo por no querer ayudarme. No debería haberme acostado con la rubia en la gira, y el video… fui un estúpido. Lo siento. Pero me moría de deseo cada vez que te tenía cerca, y no podía tocarte porque ¿Cómo iba a corromperte? Eres demasiado inocente.

-No. Ya no.

Jacob se quedó paralizado.

-¿Le diste tu virginidad al gilipollas del teléfono?

-Jake, me enamoré de él. Ya lo estaba antes de ir a la gira contigo. Él hizo todo lo que pudo para alejarme, pero…

-Mas bien diría que encontró la manera de meterse entre tus piernas – gruñó - ¿Dónde está ahora?

Bella suspiró.

-Algunas veces las cosas no salen bien. Igual que con nosotros.

-No digas eso. Ven conmigo. Cuidaremos el uno del otro.

-No. Estarás bien sin mí. Sólo tienes que hacerte a la idea. Hacer lo que es correcto. Te has hecho famoso y rico muy joven. ¿Qué hubieran querido tus padres que hicieras? ¿Quieres tener que contarles a tus hijos esta parte de tu vida? Dedícate a hacer cosas de las que te sientas orgulloso.

-No vas a cambiar de idea, ¿verdad?

Ella negó con la cabeza.

-Siempre estaré disponible por teléfono o correo electrónico. Y podemos quedar cuando vengas a la ciudad, ser los viejos amigos que éramos.

Jacob parecía triste, pero finalmente se acercó a ella y la abrazó.

-Eres una mujer muy especial – dijo. Bella sonrió.
Jacob le cubrió la boca con un beso. Un simple piquito de amigos, como despedida.

En ese momento un flash los interrumpió. Y luego, chillidos femeninos.

En un solo segundo estaban rodeados de seguidoras histéricas y periodistas. Tanto las chicas como los periodistas empezaron a hacerles preguntas, que ellos, por la sorpresa, eran incapaces de contestar.

Jacob intentó echarlos de la manera más educada posible, dada la situación, pero todo aquello era demasiado. Y para empeorar la cosa, la multitud se hacía cada vez más y más grande.

Varias chicas se abalanzaron sobre Jacob. Una de ellas consiguió quitarle la camisa que había dejado en el respaldo de la silla antes de sentarse y otras quisieron quitarle la camiseta, que aún llevaba.

Bella parpadeó asombrada, ¿Cómo podía Jake aguantar eso allá donde iba?

Sam apareció entre la gente y sugirió a Jacob que se marchara antes de que la cosa fuera peor.

Jake se rehusó durante un segundo, hasta que Sam le aseguró que él acompañaría a Bella a casa para asegurarse que llegaba bien.

Jacob se volvió hacia Bella antes de irse para preguntarle si estaría bien. La chica le dijo que no se preocupara. Como bien había dicho Sam, él la acompañaría, y podría estar segura.

Jake la besó en la mejilla, ignorando los flashes de las cámaras.

Finalmente, Bella salió del restaurante acompañada por Sam.

Por fin Jake había comprendido que no tendrían un futuro juntos. Él reharía su vida.

Y ella también.
 
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lunes, 25 de abril de 2011

Más Premios!!

Hola mis dulces lectores!!
Primero de tod feliz día de pascua a todos!! :)

Y ahora.. nuevos premios!! El premio me lo entregó Jennie del blog http://www.keepgoingovertwilight.blogspot.com/  muchas graciias!!



El segundo premio es de parte de astrid y su blog http://destellosdeluna-astrid.blogspot.com/  mil gracias por acordarte de mi!! eres un amor!!




El tercer premio, me lo entregó mi Vampiresa del blog http://vampiresabruji.blogspot.com/  Mil gracias por acordarte de mi!! ;D




El cuarto premio, me lo dio mi peke, Carmen, del blog http://renesmeehistoria.blogspot.com/  muchas gracias!! es un amor!! TQ


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domingo, 24 de abril de 2011

Premiios!!

Hola mis dulces lectores!!
En esta entrada publico nuevos premios :)

El primer premios es de parte de Jennie y su blog http://www.keepgoingovertwilight.blogspot.com/  Muchas gracias!! Me encanta!! :)


El siguiente premios me lo dedico mi adorable vampira angy del blog http://checktheseblueskiesout.blogspot.com/  me encantó el premio, y lo que más me gustó fue que se acordara de mi!! :) te quieroooo!!


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viernes, 22 de abril de 2011

Hambrientos de Deseo * Capítulo 1

Adaptación


CAPÍTULO 1

De no haber sido por el ruido de la multitud, cualquiera de los que estaban a dos metros a la redonda de Jacob Black, habría oído fácilmente las dos palabras bruscas y entrecortadas que se le escaparon por la tensa línea de su boca.


-Oh, mierda..

Quizá no fuera la más erudita de las expresiones, pero lo que le faltaba en elocuencia le sobraba en convicción. Desde el punto de vista de Jacob, resumía la situación perfectamente.

Al fin y al cabo, los de su especie no se topaban todos los días con una compañera para siempre, y mucho menos entre una muchedumbre de adictos a la cafeína. Cinco segundos antes, habría jurado que eso era imposible; que no existía la pareja perfecta para él, que no existía otra mitad de si mismo. Sin embargo, ni podía negar el aroma que se le había subido a la cabeza ni el endurecimiento de ciertas partes de su cuerpo.

Tiró del faldón de la camiseta de franela, para ocultar su hinchado miembro, y murmuró entre dientes:

-Maldita sea. Estoy perdido.

Notó su olor en cuanto abrió la puerta de The Coffee and Croissant, que estaba abarrotado; lo notó con la fuerza de un puñetazo y lo saboreó en la boca como si fuera el más dulce de los pecados, la más perversa de las tentaciones. Era algo suave y enteramente suyo, algo en lo que quería clavar los dientes; la promesa erótica de una carne húmeda y rosada que estaría caliente y resbaladiza bajo el contacto de su lengua, rica y suculenta como un tesoro.

Sentía la necesidad de devorarla. Y ni siquiera la conocía.

Pero sabía donde estaba: en algún lugar de aquel establecimiento lleno de cretinos al que su hermanos de sangre, Seth Clerwater, había insistido en que entraran. No se podían permitir el lujo de estar un día entero sin comer; con sus metabolismos acelerados, sería poco saludable para ellos y extraordinaria y terriblemente peligroso para la población.

Si, sabía donde estaba.

Y también sabía lo que era: era suya.

Entrecerró los ojos y miró a su alrededor, empapándose de hasta el último detalle de la escena; después aprovechó sus sentidos sobrehumanos para tener una noción mucho más profunda de las cosas que su simple visión.

En ese momento estaban sacando unos croissants recién hechos del horno industrial de la cocina. A su izquierda, notó el tintineo claro y leve de la cucharilla de metal con la que un hombre echaba azúcar a su cappuccino doble. Un niño pequeño alborotaba en un esquina, junto a una adolescente beligerante y vestida de negro que miraba de mala manera a su padre mientras este la sermoneaba sobre la importancia de sacar buenas notas.

Jacob se sintió asaltado por el sinfín de olores y sentidos, tan caóticos como intensos; a pesar de ello, la presencia de la joven le seguía quemando por dentro con la fuerza de un rayo de sol en un día gélido y nuboso. Era una sensación dulce, muy agradable, como haber regresado al hogar.

Le entró tanta hambre que casi tuvo la seguridad de que, si bajaba la mirada, varía un borbotón de sangre surgiendo por debajo de su camiseta azul, manchando la franela gris de la camisa y extendiéndose hacia el algodón desgastado de sus vaqueros.

Olisqueó al sentir otra oleada de aquel aroma y la boca se le hizo agua. Notó que su piel se humedecía y aumentaba de temperatura; notó un calor muy poco familiar en la parte baja del estómago. Era un deseo animal, pero distinto al que estaba acostumbrado. Era el deseo de una relación sexual, pero un deseo mucho más descarnado, duro y contundente del que había sentido hasta entonces.

A lo largo de los años había mantenido relaciones con muchas mujeres. En todos los casos, las abandonaba deprisa; y en todos los casos, las dejaba completa y totalmente satisfecha. Pero aquello era más profundo; una necesidad explosiva, torrencial, incontrolable, que no se parecía a ninguna de sus experiencias anteriores.

No es que quisiera poseerla. Tenía que poseerla.

Pero en primer lugar, debía encontrala.

-Estás gruñendo.

La voz profunda que sonó a su lado tenía un fondo de aburrimiento. Jacob conocía a su amigo lo suficientemente bien para saber que Seth habría notado la tensión incluso sin los reveladores gruñidos que salían de su pecho.

-Cállate- murmuró

Seth bufó en respuesta y lo empujó un poco para entrar en el local. La puerta de cristal se cerró a sus espaldas y cortó el paso al viento helado del exterior.

Varios clientes se giraron y los miraron con interés, sorprendidos por la aparición súbita de dos hombres musculosos y muy por encima del metro ochenta de altura cuya vestimenta informal no disimulaba la fuerza bruta de sus cuerpos. Los hermanos de sangre reaccionaron como siempre en esas circunstancias: hicieron caso omiso.

Jacob volvió a olisquear, concentrando en localizar a la joven. Oía los latidos de su propio corazón, que latía de un modo tan fuerte y resuelto como el ritmo de una canción gótica.

-No lo hueles?- preguntó a Seth

-Lo único que yo huelo es la comida. Te recuerdo que nos saltamos el desayuno para tener ventaja en nuestra cacería y que seguimos con el estómago vacío. Nos vamos a quedar todo el día en la entrada o vamos a pedir algo de comer, antes de que le arranque un brazo a alguien?- preguntó con humor

-Acaso no lo hueles?- insistió

Jacob notó que sus palabras sonaban cada vez más bruscas, el síntoma inequívoco de que empezaba a perder el control. Y no era precisamente el mejor momento, rodeados como estaban de la carne y la sangre de tantos seres humanos.

Pero no se marcharía de allí sin encontrarla.

-A cual de todas?- murmuró Seth, mientras se frotaba la mandíbula- las mujeres se echan tanta colonia y tantos potingues en la actualidad que, además de la comida, aquí solo huele a flores.

Jacob sacudía la cabeza, frustrado. Él olía algo más que flores. Olía algo evocador, diferente, profundo, terrenal; algo cada vez más intenso, un sabor que se había instalado en la punta de su lengua como si fuera una gota de miel.

Su mente de llenó de imágenes crudas, resplandecientes, de rojos abrasadores, que le dieron nuevas fuerzas y lo dominaron por completo. Como tantos mestizos, mitad hombres, mitad lobos, había malgastado su juventud intentando encontrar su espacio y cierta paz, pero tardó poco en aprender que la vida era un caos incluso sin su colaboración. La inocencia murió en él mucho antes de que llegara a la edad adulta. Conocía el sabor del pecado y sabía lo que era; una sensación terrible y dulce como el paraíso al mismo tiempo, el placer más peligroso de todos.

Sus ojos escudriñaron la zona más cercana y se clavaron en una rubia exuberante, de mallas muy ajustadas, que se detuvo un momento para besar a un individuo atildado antes de seguir su camino.

No era ella. La mujer que buscaba era diferente en todos los sentidos. Tan diferente que Jacob se sentía incómodo, nervioso, sin saber a que atenerse.

Con sangre y una batalla, se sentía como en casa; con espacio suficiente y libertad, podía conseguir que cualquier mujer gritara de placer incluso sin pretenderlo. Pero las mujeres complicadas lo dejaban seco; exigían un tiempo, un esfuerzo y una paciencia que él no tenía. Además, el sexo femenino se le daba tan bien que dedicar sus energías a una sola carecía de sentido.

Y aquella olía a complicaciones.

-Lo digo muy en serio- intervino Seth- si no quieres que me transforma y pase al lado oscuro, pongámonos en la cola y pidamos algo de comer. Tengo tanta hambre que podría hacer algo de lo que nos arrepentiríamos después.

-Estás enfermo..

Seth soltó un suspiro exagerado y se llevó una mano al corazón.

-Si sigues diciendo esas cosas, creeré que ya no me quieres- se burló.

Jacob abrió la boca con intención de decir algo adecuadamente mordaz e irónico, pero el aroma volvió a su nariz con una intensidad que lo detuvo.

Se giró hacia una de las colas de los clientes, que esperaba su turno, y la reconoció en cuanto puso los ojos en ella. Era una joven de aspecto inocente, de cabello largo y rojizo recogido en una trenza y unas gafas de carey, apoyadas en la punta de la nariz; llevaba unos vaqueros desgastados y una camiseta blanca deliciosamente ajustada, con una chaqueta roja anudada a la cintura, un reloj de plata en una muñeca y varios brazaletes en la otra. Su vestimenta era sencilla, nada provocadora; pero en esa mujer y con esas curvas, resultaba directamente pecaminoso.

Sintió un calor feroz y tuvo que sacar fuerzas de flaqueza para no jadear como un perro. Se habría sentido mejor tras un buen aullido, pero las circunstancias no eran las más adecuadas. A duras penas, su parte humana logró sobreponerse al deseo animal de agarrarla y salir corriendo a toda prisa, hasta algún lugar alejado donde pudiera tenerla solo para él. No era mala idea, salvo por el hacho de que probablemente la mataría del susto.

No tenía más remedio que esperar.

La joven tomó una bandeja y se metió un libro debajo del brazo derecho. A continuación, se apartó de la cola y caminó en la dirección de Jacob, pero sin dedicarle una sola mirada. Aquello le desesperó tanto que hizo algo que no había hecho nunca en sus treinta tres años de vida: ponerle la zancadilla a alguien.

Un segundo después, los elegantes zapatos de la joven tropezaron con la bota marrón de Jacob, estratégicamente situada. Cuando ella se quiso dar cuenta, estaba de rodillas en el suelo e intentando limpiarse las gafas, que se habían manchado de sopa de tomate.

Él se agachó y la miró a los ojos. Eran del color verde más oscuro que había visto.

-Te encuentras bien?

-Si, creo que si- respondió ella sorprendida.

Entonces, sus ojos verdes brillaron con humor y su boca sonrió y emitió un ronroneo profundo que desesperó completamente a Jacob.

-Nunca he sabido de nadie que se haya ahogado en una sopa de tomate- continuó ella- luego supongo que estoy bien...

Jacob le devolvió la sonrisa. Sus miradas se encontraron y quedaron enganchadas al instante. Fue como si el ambiente se hubiera cargado de electricidad a su alrededor y estuvieran a punto de soltar chispas.

Él contempló su rostro y sus detalles se empezaron a quedar grabados en su mente como las olas del mar en una roca, borrando los recuerdos de todas las mujeres que había conocido hasta entonces. Ya no existía nada salvo la delicada curva de su mandíbula; la marca tan apetecible como provocativa que tenía en la mejilla derecha; el borde de sus ojos, más oscuro que el resto, y unos labios sensuales y dulcemente tímidos con un color rojizo que ningún carmín habría podido imitar.

Su boca era tan tentadora, tan carnal, que Jacob pensó que debería estar prohibida. Y por si tanta belleza fuera insuficiente, su aroma se imponía y lo volvía loco de deseo y de una extraña, por inusitada, ternuda.

Ella se estremeció y apartó la mirada. Después contempló la sopa que había caído al suelo y sonrió con ironía.

-Bueno, tengo entendido que ser patosa no es un delito en Maryland... dudo que me vayan a echar a patadas del local.

Él rió.

-Si alguien te intentara echar a patadas, le daría una buena lección y tú solo tendrías que darla un puntapié en.. donde más duele.

Mientras reían, los dos intentaron alcanzar la bandeja al mismo tiempo y estuvieron a punto de pegarse un cabezazo.

Se apartaron, sin dejar de reír. Fue un momento dulce y agradable, pero marcado por la conexión que se había establecido entre ellos, por un deseo extremadamente peligroso que exigía satisfacción.

Ella se lamió el labio inferior. Jacob supo que era un gesto de nerviosismo, aunque le resultó tan sexy como si lo hubiera hecho con intención de seducirlo.

Justó entonces, se oyó la voz profunda de Seth:

-Le has puesto la zancadilla!



Jacob cerró los ojos y contó hasta tres, recordándose que no podía descuartizar a un hermano de sangre que además era uno de sus mejores amigos, y mucho menos en mitad de un restaurante. Sin embargo, el deseo de hacerlo fue tan poderoso que sus uñas estuvieron a punto de salir por las puntas de sus dedos, aceradas como navajas.

Miró a Seth, se contuvo y mintió.

-Creo que a estas alturas me conoces lo suficientemente bien como para saber que el infierno se congelará antes de que yo le ponga la zancadilla a nadie.

Diez minutos antes, la declaración de Jacob habría sido absolutamente sincera. Pero las cosas habían cambiado muy deprisa. Y todo por culpa de la deliciosa criatura de camiseta blanca y pantalones vaqueros que estaba a su lado.

-Pues el infierno se habrá congelado- dijo Seth, sonriendo como si lo encontrara inmensamente divertido- porque le has puesto la zancadilla.

-Basta de tonterías, Seth- protestó, apretando los dientes.

Estaba tan nervioso que ni siquiera se atrevió a mirar a la joven para comprobar si creía a su amigo o lo creía a él.

-No salgo de mi asombro, Jacob. Normalmente, las mujeres caen a tus pies como moscas aunque no hagas nada en absoluto... Nunca imaginé que llegaría el día en que derribarías a una para conseguirlo.

Jacob notó que ella lo miraba con desconfianza.

-Ha sido una accidente- murmuró.

-Si, claro- dijo ella.

La joven se inclinó para recoger el libro, que también se le había caído. Jacob quiso ayudarla y su brazo rozó inadvertidamente uno de sus maravillosos senos.

Ella le dedicó una mirada de indignación, llena de pasión y de energía, que tuvo un efecto insospechado en él. Antes de que se diera cuenta, Jacob abrió la boca y pronunció una frase que la dejó helada:

-Hueles tan bien que te comería.

Seth miró a su amigo con asombro, echó la cabeza hacía atrás y rompió a reír.

-Esto es genial, absolutamente genial.. - dijo entre risas- Dios mio, Jacob, deberías ver la cara que tienes.

-Cállate, Clerwater.

-En todos estos años, jamás te había visto hacer el ridículo delante una tía.

-No es una tía- protestó él.

De repente, Seth comprendió lo que pasaba y dejó de reír. La miró a ella, miró a Jacob y volvió a clavar los ojos en la joven, a quien observó atentamente.

-Oh, no puede ser.. no es posible.

-Olvídalo, Seth.

Seth se acercó a su amigo y susurró:

-Ella no lo merece. Parece una chica encantadora. No puedes ponerla en peligro solo porque tengas ganas de tirártela.

Jacob gruñó y dijo:

-Te lo advierto por última vez, Seth. Cierra la boca.

Seth se acercó un poco más.

-Déjala en paz, Jacob.

-Tengo un nombre- intervino ella de repente.

Jacob y Seth la miraron. Ella se inclinó, recogió la bandeja y se volvió a incorporar.

Jacob se sintió completamente estúpido.

-Genial. Estoy llena de sopa de tomate. Mis compañeros de trabajo pensarán que me ha saltado un vampiro sediento de sangre...

-Crees en los vampiros?- preguntó Seth, mirándola con desconfianza.

-Ni mucho menos, pero Em se va a reír mucho a mi costa.

-Quién diablos es Em? —preguntó Jacob.

Obviamente, Jacob no podía saber si Em era un novio, un vecino que se acostaba con ella los viernes por la noche o un mecánico fornido que se ganaba su deseo con una simple sonrisa. Pero fuera quien fuera, lo odió con todas sus fuerzas.

Que quién es Em? -preguntó ella, frunciendo el ceño-. Em es mi mejor amiga y mi jefa. Aunque eso no es asunto tuyo.

-Ahora ya es asunto mío -se defendió.

Jacob se acercó. Ella retrocedió y lo miró fijamente.

-Si das un paso más, empezaré a gritar.

Jacob se maldijo para sus adentros. Sabía que se estaba comportando como un adolescente dominado por las hormonas. Pero a pesar de ello, sentía la necesidad irrefrenable de conocerla a fondo, de saber cuál era su comida preferida, su color favorito, sus gustos literarios y cinematográficos, las cosas que le divertían, las cosas que le emocionaban.

Aquello no era una simple atracción física. Tenía todas las características de algo más íntimo, más profundo y más significativo.

Jacob no sabía qué hacer. Era un Cazador. No tenía tiempo para conversaciones, para llegar a conocer a la gente. Sabía que aquélla era la mujer de su vida y lo estaba estropeando con todas las palabras que salían de su boca. Si Liam hubiera estado cerca, le habría pedido consejo; el irlandés sabía cómo tratar a las mujeres. Pero sólo tenía a Seth, cuyas habilidades sociales no eran menos patéticas que las suyas.

Tendría que arreglarlo por su cuenta, sin ayuda de nadie.

Respiró a fondo, se calmó e intentó hablar sosegadamente y con voz de no haber roto un plato en toda su vida.

-Discúlpame, por favor. Ha sido un día muy complicado. Por qué no te sientas? Iré a buscarte más comida y así tendremos ocasión de charlar.

Lo había conseguido. Había pronunciado unas cuantas frases sin quedar otra vez como un idiota y sin traicionar el deseo que sentía.

Sin embargo, la joven lo miró con desconfianza.

-Qué está pasando aquí? -preguntó ella- Es algún tipo de trampa?

Jacob volvió a tomar aire y volvió a hacer un esfuerzo por controlar sus impulsos.

-Trampa? Para qué?

-Cualquiera sabe… tal vez para un programa de radio —contestó— Sois locutores?

Jacob se cruzó de brazos y la miró como si se sintiera profundamente indignado por la acusación.

-Tengo pinta de ser un maldito locutor?

Ella encogió sus delicados hombros y se apartó un mechón de la cara.

-No tengo ni idea, pero será mejor que me vaya.

Jacob abrió la boca con intención de pedirle que se quedara, aunque se estaba quedando sin argumentos. Lamentablemente, Seth se inclinó otra vez sobre él y murmuró:

-Déjala en paz, hombre. No se lo merece. No le compliques la vida.

-No tengo elección —respondió, sin apartar la vista de ella.

Seth entrecerró los ojos y Jacob supo que lo había comprendido y que era muy consciente de sus repercusiones.

-Diablos, Jake… si estás diciendo lo que creo que estás diciendo, deberías saber que eres tú quien se tiene que alejar de inmediato. James está muy cerca y nos podría estar vigilando en este mismo momento. La estás poniendo en peligro.

-Y tú deberías saber que no puedo marcharme —replicó.

-Todo esto me parece fascinante —dijo ella—, pero me voy. Supongo que no debería darte las gracias por ayudarme, puesto que tú has sido el culpable de que mi accidente… pero gracias de todas formas.

Jacob la agarró de un brazo, suavemente, sintiendo la enorme fragilidad de los huesos de la joven bajo su fuerza sobrehumana.

-Por favor, permíteme que te lo explique. No te pediré nada más. Nos quedaremos aquí, en una de las mesas…

-Tengo que volver al trabajo —murmuró ella, intentando liberarse—. Suéltame de una vez o tendré que sacar el teléfono móvil, llamar a la policía y gritar que me persigue un delincuente…

-Lo siento, pero no permitiré que hagas eso —dijo él.

Jacob sabía que la estaba asustando. Por muy tranquilas y razonables que sonaran sus palabras, la situación era altamente irregular.

-Te prometo que no te haré ningún daño —continuó—. Necesito hablar contigo. Y después, necesito sacarte de aquí.

Ella lo miró de tal forma que Jacob supo que tenía intención de dejarlo en la cuneta. Pero era perfectamente lógico; de haberse encontrado en su lugar, él también lo habría tomado por un loco.

-Y adonde me quieres llevar? —preguntó ella con sarcasmo.

Jacob odió su miedo y se odió a sí mismo por no poder tranquilizarla y hacerle comprender. No se podía acercar a una humana y decirle que, por su olor, sabía que estaban hechos el uno para el otro; que quería hacerle el amor una y otra vez, casi constantemente y que, además, era medio hombre lobo y estaba persiguiendo a un canalla al que debía matar y que seguramente lo estaría observando.

Intentó sonar tan tranquilizador como le fue posible y contestó:

-A cualquier sitio que no sea éste. Seth tiene razón; si nos está vigilando, esto podría ser muy peligroso.

Ella lo miró como si lo tomara por un desequilibrado.

-Yo tengo una idea mejor —dijo—. Qué te parece si te marchas de aquí y me dejas en paz antes de que te busques un buen problema?

-No me voy a marchar, cariño.

Ella sacudió la cabeza, frustrada.

-Te has escapado de un psiquiátrico?

-Un comentario de lo más clásico —intervino Seth, con humor—. Estoy deseando contárselo a tu padre, Jake… sé que se morirá de risa.

-Por última vez, márchate de aquí —insistió ella—. Me estoy empezando a poner bastante nerviosa.

Jacob le acarició el brazo, sorprendido por la suavidad de su piel, y cerró la mano sobre su muñeca. El pulso de la joven se aceleró de inmediato. Estaba a punto de gritar. Hasta entonces, se había sentido medianamente segura porque se encontraban en un local lleno de gente, pero su seguridad desaparecía a pasos agigantados.

-Sé que esto suena muy extraño, pero necesito que me concedas una oportunidad —dijo Jacob—. Es lo único que te pido. Si quieres permanecer aquí, deja al menos que me siente contigo y te lo explique.

-Eso no es posible.

Los ojos de la joven brillaron cuando intentó liberarse. El movimiento provocó que el libro que llevaba bajo el brazo se moviera hacia delante. Un papel, que estaba entre las hojas, cayó suavemente al suelo.

Jacob lo pisó de forma instintiva mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. Tenía muchas cosas que explicarle; cosas que debía entender. Pero lo único que pudo decir, al final, fue esto:

—No huyas.

—Suéltame ahora mismo —gruñó ella, alzando la voz.

Varios clientes se giraron y los miraron con curiosidad. Jacob sintió una punzada de furia y de dolor, pero se obligó a soltarla.

Ella retrocedió lentamente, hasta sentir la puerta del local contra la espalda. Jacob la siguió con la mirada.

Un momento después, la joven abrió la puerta, salió del restaurante y echó a correr a toda prisa, bajo la lluvia de otoño, sin mirar atrás.
 
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jueves, 21 de abril de 2011

Premiio!!


Muchas gracias a Carol del blog http://adifferentworldforgirls.blogspot.com/ por entregarme este premio tan maravilloso!! me encanta!!






Muchas gracias a mari del blog http://sangreyhielo.blogspot.com/ que es todo un amor y es encantadora, y para felicitarme por mis 200 seguidores (que ya son más!! os quiero!! jajajaj) me ha hecho estos detalles!!
Mil gracias!! TeQuieroooooo

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martes, 19 de abril de 2011

Hambrientos de Deseo * Antes de Leer


Hola mis dulces lectores!


Aquí os presento este nuevo fic "Hambrientos de Deseo". Antes que haya reclamaciones de algún tipo quiero dejar claro, que esto es una adaptación del libro de Rhyannon Byrd, y que los nombres son de la estupenda S.Meyer.

Así que ya estaís avisados, NADA es mio, no quiero apropiarme de nada, yo esto lo hago porque me encantó el libro y es divertido hacer esta adaptación con los nombres de Twilight.

Solo me queda decir que disfruteís muchisimo!

OsAmo!! ^.^

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Solos tú & yo * Capítulo 3

"media" adaptación


CAPÍTULO 3

Cuando finalmente sonó la campana del cuarto periodo, me levanté de mi escritorio y me acerqué al Sra. Angela.




-Estas segura que terminaste?- ella preguntó, levantando la vista y mirándome a través de la pila de papeles en frente de ella. -No hay ningún problema si necesitas más tiempo.



Yo miré a mi hoja de examen y dije que no con la cabeza, preguntándome qué ella haría si alguna vez supiera que había terminado el examen aproximadamente 45 segundos después de que ella me lo entregara y que luego pasé los restantes 50 minutos fingiendo que lo hacía.



-Estoy bien,- le dije, sabiendo que era cierto.



Una de las cosas con las que tenía que lidiar siendo psíquica, es que ya no tenía que estudiar porque ya me sabía todas las respuestas, y aunque a veces era tentador presumir y pasar todos mis exámenes con un porcentaje perfecto, usualmente intentaba evitarlo cometiendo a propósito algunos errores porque era importante no exagerar. Al menos eso es lo que Edward decía. Él siempre estaba recordándome lo importante que era no sobresalir mucho para así al menos dar una apariencia normal, aunque eso es lo menos que eramos.



La primera vez que él lo dijo, no pude evitar recordarle las veces que él manifestó los tulipanes cuando nos conocimos, pero él dijo que se tuvieron que hacer algunas excepciones porque de alguna manera tenía que llamar mi atención y que tuvo que repetirlo más de lo necesario puesto que yo no entendí el significado de las flores -amor eterno- hasta el último momento.



Le entregué la hoja a la Sra. Angela, estremeciéndome cuando la punta de nuestros dedos hicieron contacto. Aunque fue un simple roce, fue suficiente para mostrarme más de lo que jamás necesitaría saber. Permitiéndome una visión detallada de cómo fue toda su mañana, todo sobre su departamento increíblemente desordenado, la mesa de cocina que está cubierta de envases para llevar y múltiples versiones del manuscrito en el que ha estado trabajando durante los último siete años, ella cantando Born to Run a todo pulmón mientras intenta conseguir una blusa limpia para luego ir a Star Bucks en dónde tropieza con una chico rubio, quién le derramó su café latté helado encima, dejándole una molesta mancha, la cual olvida por completo al ver la hermosa sonrisa del

chico… una gloriosa sonrisa que al parecer no puede olvidar…



-Quieres esperar a que lo corrija?



Yo dije que sí con un movimiento de cabeza.



-Solo dos errores! Muy bien!- ella sonríe, rozando con sus dedos la mancha de su blusa. -Quieres ver las contestaciones correctas?



-Pues…



En realidad lo quería era salir de ahí lo antes posible para llegar a la mesa de almuerzo.

Pero sabiendo que lo normal sería estar interesada, respiré profundamente, sonreí y dije que sí con la cabeza, como sí ver las contestaciones fuera lo más que deseara. Cuando ella me entregó la hoja clave de las contestaciones, segí la corriente diciendo:



-Oh, mira eso, puse la fecha que no era!- y -Claro! ¿Cómo no pude saber eso?



Estaba ansiosa por estar con Edward otra vez luego de haber estado muchas horas separados. Pero cuando llegué, no recibí la bienvenida que esperaba. Había un nuevo chico sentado al lado de él, justo en el lugar en donde yo usualmente me sentaba, y estaba absorbiendo tanta atención, que Edward casi ni se fijó en mí.



Me recliné contra el borde de la mesa, observando como todos estallan en risas por algo que el chico nuevo había dicho. No quería interrumpir ni parecer grosera, así que me senté en frente de Edward, en lugar de sentarme al lado de él como normalmente hacía.



Oh dios mío, eres tan gracioso!- Dijo Rosalie, inclinándose, tocando brevemente la mano del chico nuevo y sonriendo de una manera que deja perfectamente claro que su nuevo novio Tyler, a quién ella misma proclamó como su alma gemela, ha sido temporalmente olvidado.



-Que malo que te lo perdiste, Bella. Él es tan gracioso que hasta Alice ha olvidado ponerse triste por su granito.



Gracias por recordármelo.- dijo Alice mientras busca en su barbilla el lugar en donde se supone que está el granito, pero este ya no estaba allí.



Sus ojos se ponen enormes, mirándonos a todos, buscando una confirmación de que su enorme granito, la causa de su desgracia, se ha ido realmente y no pude evitar preguntarme si yo hice que el granito desapareciera cuando lo había tocado esa mañana en es estacionamiento, porque entonces significaría que tenía habilidades curativas.



Pero entonces, mientras estaba pensándolo, el chico nuevo dijo:

-Te dije que iba a funcionar. Esta cosa es muy buena. Quédate con el resto, por si vuelve a salir.

Y yo lo miré con los ojos entrecerrados, preguntándome cómo es que pudo tener el tiempo suficiente para lidiar con los complejos de Alice, cuando es la primera vez que lo veo.



-Le di un ungüento- él dijo, girándose hacia mi. -Alice y yo estamos en la misma clase. A propósito, soy Emmett.



Cuando me fijé en sus profundos ojos azules, en su piel, en su pelo negro y alborotado y en su ropa casual; a pesar de que se veía bien, mi primera reacción fue alejarme de él.



Incluso cuando él me dirigió uno de esos gestos despreocupados, fáciles, que hace que tu corazón estalle a risas. Estaba muy nerviosa. Y no podía devolvérselo.



Y tu debes ser Bella.” Dijo él. Retirando su mano, la única cosa que ni siquiera había notado que estaba extendida y esperando ser estrechada hasta que la apartara.

Eché un vistazo a Rosalie quien claramente estaba horrorizado por mi mala educación. Luego en dirección a Alice que estaba demasiado ocupada mirando fijamente el espejo como para notar mí metida de patas. Pero cuando Edward llegó por debajo de la mesa y apretó mi rodilla, aclaré mi garganta, miré a Emmett, y dije.

-Um, sí, soy Bella.- Y aunque él me plantó esa sonrisa de nuevo, todavía no funcionaba, simplemente hacía que mi estomago fuera todo nervioso y mareado.



-Parece que tenemos mucho en común.- Dijo él. Aunque no podía imaginarme lo que posiblemente podría ser. -Me siento dos filas detrás de ti en historia. Y la manera en que estabas esforzándote, no podría ayudar pero podía pensar, que bien que hay una chica que odia la historia tanto como yo.



-No odio la historia.- le contesté, solo que mi voz salió demasiado rápido, demasiado a la defensiva.



Conteniendo una aguda irritación abrasiva que hace que todos me miraran. Así que le eché un vistazo a Edward, buscando confirmarlo, seguro que no puedo ser la única que siente la corriente inestable de energía que empezaba con Emmett y fluía directo hacia a mí.



Pero él solo se encogió de hombros y bebió a sorbos su bebida roja como si todo fuera perfectamente normal y él no hubiera notado gran cosa. Así que me dirigí de nuevo a Emmett e investigé en su mente, escuchandé furtivamente un flujo constante de inofensivos pensamientos que son ligeramente

juveniles por cierto, son básicamente inapropiados. Lo que más o menos significa que el problema era mío.



-En serio?- Emmett levantó sus cejas y se inclinó hacia a mí. -Todo eso de investigar el pasado, explorar todos aquellos lugares y fechas de hace años, examinar las vidas de personas que vivieron siglos atrás y que no tiene absolutamente relevancia ahora, eso no te molesta? O te aburre a muerte?



“Solo cuando aquellas personas, lugares, y fechas involucran a mi novio y a su estar en la tierra por seiscientos años de edad.” Pero solo lo pensé. No lo dije. En cambio, solo me encogí de hombros y le contesté:

-Lo hice bien. De hecho, fue fácil, casi perfecto.



El asintió, sus ojos rozaron sobre mí, sin perder una pulgada.

-Es bueno saberlo.- él sonrió. -Angela solo me ha dado el fin de semana para ponerme el día, quizás tú puedas enseñarme?



Le eché un vistazo a Rosalie, mirando como sus ojos crecen. Luego miré a Alice quien pasaba de hablar de su grano a sus mensajes de texto. Y entonces miré a Edwrda que obviamente se había olvidado de nosotros dos, su mirada estaba fija a lo lejos, enfocada en algo que no podía ver. Y aunque sé que estaba siendo ridícula, que a todos los demás parecían agradables y debía hacer lo que pudiera para ayudar, simplemente me encogí de hombros mientras dije:

-Oh, estoy segura que eso no es necesario. Tu no me necesitas.



Incapaz de ignorar la punzada de mi piel y el sonido en mi estomago cuando sus ojos se encontraron con los míos, revelando un par de impecables dientes blancos cuando dijo:

-Bien por ti en darme el beneficio de la duda, Bella. Aunque no estoy seguro si deberías.
 
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Bueno.. mis dulces lectores! otro capítulo publicado hoy para celebrar los más de 200 seguidores! Graciias :)
 
Entra en escena emmett en este capítulo, y.. mucha pinta de chico bueno no tiene, no?? jajajajja
espero que os haya gustado!! y dejar muchos comentarios!! n.n
OSAMO!!
 

La Danza de la Noche * Capítulo 3

Adaptación


CAPÍTULO 3

Bailaron juntos durante más de dos meses antes de que Edward descubriera algo más sobre Bella. Él quería llamarla Isabella Marie, su nombre verdadero, pero ella le dijo que lo olvidara y la llamara Bella, como el resto de la gente.


Edward la seguía a casa todas las noches. No estaba seguro de si ella lo había visto aquella segunda noche, pero se encargó de que no volviera a verlo nunca más. Tuvo mucho cuidado. Solo quería cerciorarse de que ella llegaba sana y salva a su apartamento, pero inevitablemente, analizaba lo que veía y sacaba sus conclusiones.

De todas aquellas noches, Edward solo la vio hablando con alguien una vez. Tarde, un miércoles por la noche, había un joven sentado en los escalones de su portal. Edward se dio cuenta del momento exacto en que ella lo vio. Bella aminoró el paso notablemente. Para entonces, Edward la había mordido cinco veces, y la entendía muy bien, tanto, que percibió un ligero estremecimiento que hubiera pasado desapercibido para el resto de la gente.

Edward se deslizó por entre las sombras silenciosamente, y se colocó cerca de ella, para poder ayudarla si era necesario.

-Hola, Tyler- dijo Bella

-Hola, Bella. He pensado que podríamos.. si no estás ocupada.. te gustaría ir a tomar un café conmigo?

El hombre se puso de pie, y a la luz de la farola, Edward vio que era un joven, un poco mayor que el típico estudiante. Quizá tuviera veintiocho o veintinueves años. Era muy delgado, pero atractivo de un modo solemne.

Bella se quedó quieta durante un segundo, cabizbaja, como si estuviera pensando lo que iba a hacer después.

-Tyler, eres muy amable por invitarme a tomar un café- le dijo con amabilidad- pero creo que ya lo dejé claro la semana pasada: no tengo citas en este momento. No estoy de humor.

-Pero tomar una taza de café no es una cita.

-Tyler, no tengo interés en salir contigo- dijo ella, en un tono bien claro, sin piedad.

El hombre la miró con asombro.

-Eso ha sido muy duro- dijo. Parecía que estaba a punto de llorar. Edward hizo un gesto de desdén.

-He rechazo tus invitaciones tres veces, Tyler. Se me ha terminado la cortesía.

El hombre se alejó por la calle, con tanta prisa que estuvo a punto de chocarse contra un contenedor de basura. Bella se volvió para observarlo, con una mirada beligerante. Quizá para el ojo humano resultara despiadada, pero Edward sabía que estaba avergonzada por haberse comportado tan severamente con un hombre tan cándido como un cachorro persistente. Cuando Bella subió las escaleras, él se dio la vuelta y comenzó a caminar por la acera, preguntándose por aquella mujer tan bella que no tenía citas, una mujer que camuflaba lo que era bajo capas de ropa fea, una mujer que era deliberadamente grosera cuando su primer instinto era ser amable.

Bella Swan, Isabella Marie Swan, se estaba escondiendo. Pero, de que? De quien? Él llevaba bailando con Bella meses ya, pero no sabía nada de ella.



-Ha llamado Leah Clerwater- dijo Jessica, dos semanas después- Quiere contratar a tres parejas para que bailen en una fiesta que está organizando. Como hace calor, ha decidido darle una ambientación tropical.

Bella y Edward, Rosalie y Emmett, y la tercera pareja de bailarines, Paul y Rachel, estaban sentados frente al escritorio de Jessica.

-Le gustaría que las chicas llevaran unos trajes al estilo Dorothy Lamour, tropicales, y los chicos taparrabos y pulseras de tobillos. Quiere un baile nativo.

-Oh, por dios!- dijo Paul, cuyo disgusto hizo que su acento alemán fuera más marcado todavía.

-Leah Clerwater es una de nuestras mejores clientas- dijo Jessica- Estoy de acuerdo en que la idea es tonta, pero Leah paga bien.

-Vamos a ver los trajes- dijo Rosalie. Bella había decidido que Rosalie era una muchacha de buen corazón, y casi tan práctica como Jessica.

-Esto es lo que ella ha sugerido- dijo Jessica, y les mostró un dibujo.

El traje de las mujeres dejaba a la vista el ombligo. Era una falda de flores, y un sostén a juego. La larga peluca negra iba decorada con flores artificiales.

Bella intentó imaginarse como estaría con él, y pensó que tendría un buen aspecto. Sin embargo, pensó en la falda.

-Y la falda debe tener la cintura tan baja?

-Si- dijo Jessica- Leah quiere modernizar el tema tropical, y ahora se puede mostrar el ombligo.

-No puedo hacerlo-dijo Bella.

-Le pasa algo a tu ombligo?- preguntó Emmett

-A mi estómago- dijo Bella, con la esperanza de poder dejar las cosas así.

-No lo creo. Se ve que estás en forma- le dijo Jessica con aspereza. No estaba acostumbrada a que le llevaran la contraria.

Bella tenía respeto por su jefa. Sabía que Jessica le iba a pedir una prueba, y era mejor terminar cuanto antes. Los bailarines aprendían a ser prácticos con su cuerpo. Bella se puso en pie bruscamente, se sacó la camiseta de la cintura de los vaqueros y bajó la cremallera para dejar a la vista su vientre.

-Se me vería esto- dijo entonces, manteniendo la voz tan calmada como pudo.

La habitación quedó en silencio mientras los bailarines miraban la cicatriz gruesa e irregular que tenía justo a la izquierda del ombligo. Descendía hasta más abajo del borde de sus braguitas blancas tipo biquini.

-Dios santo!- exclamó Paul- es que alguien intentó sacarte las tripas?

-Una operación- dijo Bella, y se subió los pantalones de nuevo.

-No podemos cubrir eso con maquillaje- dijo Jessica- o si?

Las otras dos parejas y Jessica hablaron sobre la cicatriz de Bella con objetividad, como si fuera un problema que había que resolver.

El debate continuó mientras Bella permanecía en silencio, de brazos cruzados, para contener su agitación. Se dio cuenta de que no oía una palabras de Edward. Lentamente, se volvió a mirar la cara de su pareja de baile. Tenía los ojos verdes llenos de luz. Estaba muy enfadado, pálido de rabia.

La actitud desapasionada de los demás había conseguido que Bella se relajara, pero al ver la rabia de Edward comenzó a sentir una vergüenza familiar. Quería esconderse de él. Y tampoco podía entender eso. Por qué Edward, a quien conocía mejor que a ninguno de los demás bailarines?

-Bella- dijo Jessica- estás escuchando?

-No, disculpa, que?

-Rachel y Rosalie piensan que pueden disimular la cicatriz- le dijo Jessica- estás dispuesta a hacer el trabajo si lo consiguen?

-Claro- respondía Bella, casi sin saber lo que estaba diciendo.

-Muy bien. Entonces, será dentro de dos viernes. Todos empezaréis a ensayar enseguida un número de baile muy largo, un falso polinesio. Saldréis detrás de los malabaristas. Rosalie y Emmett tienen que bailar en una fiesta esta sábado por la noche. Paul y Rachel van a bailar en una cena en la finca de los Whitlock, el domingo. Edward y tú tenéis que abrir una noche de baile con una gran orquesta de jazz a beneficio de la unidad de quemados.

Bella quiso sentirse alegre, porque le cantaba bailar al son de la música de una gran orquesta, pero estaba demasiado disgustada por haber mostrado la cicatriz. Que le había pasado? Había echo todo lo posible por ocultarla durante años, y de repente, en una habitación llena de extraños, se la había enseñado a todos.

Y ellos habían reaccionado con bastante calma. No habían gritado, ni vomitado, ni le habían preguntado que había hecho para merecerse aquello. Ni siquiera le había preguntado quien se lo había hecho.

Con asombro, Bella se dio cuenta de que estaba más cómoda con aquel grupo de bailarines que con los estudiantes de la universidad. Sin embargo, muchos de aquellos estudiantes provenían de familias más parecidas a la suya que por ejemplo, la de Rosalie. Rosalie se había graduado en el instituto embarazada, y había entregado el bebé a los abuelos paternos de la criatura. Ahora trabajaba sin parar para poder ahorrar dinero como para comprar una casa. Le había contado a Bella que, si conseguía hacerlo, los abuelos le dejarían tener al bebé los fines de semana. Rachel, una morena pequeña y intensa, bailaba para ahorrar y poder estudiar la carrera de veterinaria. Había visto el estómago de Bella e inmediatamente había empezado a pensar en como arreglarlo. Sin horror, sin preguntas.

El único que había reaccionado con una profunda emoción había sido Edward. Por que se había enfado tanto? Decidió que su pareja de baile sentía desprecio por ella. Con una cicatriz, estropeada, dañada. Bella podría haber hecho caso omiso de la reacción de Edward. Pero siempre había tenido sensación de culpabilidad por no haber conocido el peligro cuando había llamado a su puerta.

Aquella noche, cuando los dos salieron del estudio, Edward comenzó a caminar a su lado.

-Que haces?- le preguntó Bella, después de un par de manzanas. Se detuvo en seco.

-Voy en la misma dirección que tú- respondió él, con la voz calmada.

- Y cuanto tiempo vas a seguir en mi dirección?

-Seguramente, tanto como tú.

-Por que?

Allí estaba de nuevo, en sus ojos, la rabia. Ella se encogió y retrocedió un poco.

-Porque quiero- dijo él, como un verdadero aristócrata.

-Voy a decirte una cosa, amigo- respondió Bella, dándole un golpecito en el pecho con el dedo índice- me acompañarás a casa si yo te lo pido, o si te lo permito, y no solo porque tú quieras. Que vas a hacer si yo no quiero permitírtelo?

-Y que vas a hacer tú si yo quiero acompañarte de todos modos?

-Puedo llamar a la policía.

-Ah, y la policía podrá detenerme?

-Tal vez los policías humanos no, pero hay vampiros en el cuerpo.

-Y entonces no tendrías pareja para baile, a que no?

Aquello era cierto. No, no la tendría. Y como era difícil encontrar vampiros que quisieran ganarse la vida bailado, ella no podría encontrar otra pareja en poco tiempo. Y eso significaba que no podría trabajar. Y si no trabajaba...

-Así que me estás chantajeando- dijo ella

-Dilo como quieras- respondió él- voy a acompañarte a casa.

Entonces, señaló con un gesto de ka cabeza en la dirección correcta.

Frustrada, con una sensación de derrota, Bella se puso la bolsa en el hombro. Él tomó el autobús con ella, y se bajó con ella, y llegó hasta su edificio con ella, sin que ninguno de los dos dijera una palabra en todo el camino. Cuando Bella subió las escaleras, él esperó a que ella abriera la puerta y entrara. La vio comenzar a subir los peldaños de la escalera interior, y después se retiró a las sombras hasta que vio encender la luz en el apartamento del segundo piso.

Después de aquello, la acompaño a casa todas las noches, en silencio. En la cuarta noche, le preguntó que tal iban las clases. Ella le contó que había tenido un examen de geología. A la noche siguiente, cuando le dijo que tuviera dulces sueños, sonrió. La “M” de su boca se elevo por las esquinas, y su sonrisa hizo que pareciera un niño.

La sexta noche, una mujer saludó a Edward justo cuando Bella y él bajaban del autobús. Mientras la mujer cruzaba la calle, Bella la reconoció. Era Kate, una empleada de Black Moon. Bella había conocido a la gente de Black Moon, pero hacía lo posible para mantenerse alejada de ellos, tanto de los humanos como de los vampiros. Bella podía aceptar a los bailarines de New Moon como camaradas, pero los bailarines de Black Moon hacían que se encogiera por dentro.

-Eh, que tal estáis? Que hacéis por aquí?- les preguntó Kate.

La mujer tendría unos treinta años, el pelo rizado, castaño, y una cara ovalada y dulce. Era imposible no responder a su alegre saludo. Incluso Edward le dedicó una de sus escasas sonrisas.

-Acabamos de salir del ensayo- respondió él.

-Yo vengo a visitar a mi madre- dijo Kate- parece que está un poco mejor.

Bella sabía que tenía que hablar, porque de lo contrario, parecería una insufrible esnob. “Quizá lo sea”, pensó con tristeza.

-Tu madre está en el hospital?

-No, está en Van Diver Home, dos manzanas más abajo.

Bella había pasado por allí un par de veces, y había pensado que era un asilo muy triste, sobre todo para ser el hogar de gente anciana.

-Lo siento.

-Está en el ala de Alzheimer- dijo Kate, que estaba haciendo un gesto con la manos¡ oara quitarle importancia al ver la cara de solidaridad de Bella- si no trabajara para Jessica, no sé como iba a pagar las facturas.

-También trabajas durante el día?

-Oh, si. Todos los días. Y las noches que no trabajo para Jessica, soy camarera de cócteles. Voy corriendo a visitar a mi madre en los descansos. Me alegro de haberos visto.

Y Kate se alejó apresuradamente, haciendo ruido con los altísimos tacones en el pavimento. Se metió en un bar de la siguiente manzana, Bissonet's.

Bella y Edward retomaron el camino hacia el edificio de Bella.

-No es una santa, pero las cosas no son tan sencillas como tú pensabas- le dijo Edward cuando llegaron al portal.

-No, ya me he dado cuenta.

Por impulso, abrazó rápidamente a Edward, y después subió los escalones sin mirar atrás.

Dos semanas después, los tres vampiros de New Moon y las tres mujeres humanas se estaba vistiendo en una habitación de la mansión Clerwater.

Felix y Dimitri, los dos vampiros que trabajaban juntos en las fiestas “especiales” para Black Moon, habían perfeccionado un número de malabarismo. Saldrían los primeros. Se estaban riendo juntos, e iban vestidos solo con el taparrabos de flores.

-Por lo menos, no tenemos que ponernos las pelucas- dijo Felix, sonriendo al mirar los bailarines.

-Parecemos una panda de idiotas- dijo Rosalie sin miramientos. Echó la cabeza hacía atrás y se colocó a la perfección la peluca negra, que le llegaba hasta los hombros.

-Por lo menos, nos pagan por parecer idiotas- dijo Paul.

El conductor que le había llevado a la finca Clerwater, Mike Newton, entró para decirle a Paul que el sistema de sonido estaba preparado. Mike, un ex boxeador, trabajaba a tiempo parcial para Jessica. Rachel y Rosalie le habían dicho a Bella que Mike tenía con Jessica una relación más estrecha que la de empleado y jefa, para asombro de Bella; el ex boxeador no le parecía el tipo de la sofisticada Jessica, pero quizá allí estuviera la atracción.

Bella, que estaba un poco nerviosa por la actuación, comenzó a estirar. Ya estaba vestida para el número, y gracias a Rosalie y a Rachel, su estómago aparecía completamente liso.

Paul había llevado el CD con la música y se la había entregado a la encargada del diseño de la fiesta, una mujer muy serena llamada Heidi. De camino hacia el interior de la finca, Bella se había dado cuenta de que el camino estaba flanqueado de antorchas situadas en postes altos. Los camareros y camareras también llevaban disfraces. Heidi sabía como ambientar una fiesta.

Bella repasó todo el número mentalmente. Edward se puso a su derecha. De camino hacia la puerta con Dimitri, Felix se detuvo a darle un beso en la mejilla para desearle suerte, y Bella le dedicó una sonrisa amable.

-Nerviosa?- le preguntó Edward

-Si

A Bella no le importaba decírselo a él. “Cabeza alta, pecho fuera, hombros erguidos, gran sonrisa, manos bonitas.”

-Bueno, ahora estoy mejor.

-Por que haces eso? Ese pequeño.. ritual

-Es lo que me decía mi madre siempre, cada vez que salía al escenario, desde que tenía cinco años hasta que cumplí veinte.

-Salías mucho al escenario?

-Concursos de belleza- dijo Bella lentamente, como si estuviera contando los detalles de la vida de otra persona- Concurso de talentos. Fuera lo que fuera, yo estaba allí. A mis padres les costaba miles de dólares al año. Ganaba bastante a menudo, lo suficiente como para que el esfuerzo mereciera la pena, al menos para mi padre.

-Tienes hermanos?- le preguntó él, en voz baja.

-Tengo un hermano.

-Es un hombre guapo?

-No- dijo Bella, con tristeza- No, no lo es- es un tipo dulce, pero no es un fortachón precisamente.

-Pero entonces, no ganabas todos los concursos de belleza a los que ibas?- le preguntó Edward, bromeando, para cambiar de tema.

Ella sonrió.

-Gané unos cuantos- dijo, y recordó la vitrina que había comprado su madre para guardar todos los trofeos y coronas.

-Pero no todos?- preguntó Edward, abriendo mucho los ojos para mostrar asombro.

-A veces quedaba segunda- admitió ella, y lo miró de reojo- Y a veces era Miss Simpatía.

-Quieres decir que las otras concursantes pensaban que tú eras la más simpática de todas?

-Las engañaba, eh?

Edward le sonrió.

-Tienes tus momentos.

La dulzura de la boca del vampiro, cuando sonreía, era increíble.

-Me asombras, Edward- dijo Bella son sinceridad, sonriendo.

-Y que significa eso?

Ella agitó la cabeza, sonriendo, y se sintió un poco aliviada cuando Mike llamó a la puerta para indicarles que Heidi le había dicho que era su momento de actuar. Paul los alineó y les echó un último vistazo, haciendo ajustes de último momento aquí y allá.

-El estómago tiene muy buen aspecto- dijo brevemente.

Bella miró hacía abajo.

-Rosalie y Rachel han hecho un buen trabajo- admitió.

Sabía que la cicatriz seguía allí, pero si no la hubiera estado buscando, habría podido pensar que no había una sola señal en su piel.

Después de que Paul terminará con los arreglos de última hora en los trajes y las pelucas, los seis bailarines salieron descalzos por el vestíbulo enmoquetado hasta la puerta del patio, y atravesaron el porche de mármol hacia el jardín trasero de la finca de los Clerwater, iluminado con antorchas. Se cruzaron con Felix y Dimitri, que, cargados con el material que había usado en su actuación, regresaban al interior de la finca.

-Ha ido muy bien- dijo Felix- ese patio es enorme.

-Seguramente es más un jardín que un patio- murmuró Emmett

Paul preguntó:

-Edward, tú te criaste en un lugar como este?

Edward soltó un resoplido, pero Bella no supo si estaba burlándose de su riqueza anterior, o indicando que su casa había sido del mismo estilo exquisito.

Como Bella era de menor estatura que Rosalie, se colocó en medio de las tres mujeres cuando salieron del porche al jardín para iniciar la actuación.

Con una sonrisa, se colocaron para esperar el comienzo de la música de tambores. Rosalie parecía una persona distinta con una peluca negra. Bella tuvo un segundo para preguntarse si su propia madre la reconocería, antes de que comenzaran los tambores. El número comenzaba con un movimiento de caderas intenso, que producía muy buenas sensaciones. Los movimientos de las manos eran sencillos, y habían practicado innumerables veces para conseguir hacerlo todo al unísono. Bella vio a Rachel adelantándose, y esperó que la luz de las antorchas disimulara el apresuramiento de su compañera. Al mirar de reojo, Bella tuvo un atisbo de un rostro que no hubiera querido ver nunca más.

Todos aquellos años de entrenamientos habían proporcionado una compostura que fue muy útil. Siguió sonriendo, mantuvo el ritmo del baile, y dejó la mente en blanco. Lo único que se permitió pensar fue que, si ni siquiera la familia de Rosalie podría reconocer a la muchacha, con el traje y la peluca, quizá la suya tampoco la reconociera a ella.

Y quizá tampoco Alec Vulturi.

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Hola mis dulces lectores! me dejaís comentarios?? espero que si, que no os cuentan nada!! n.n
OSAmo!!

Fantasía Prohibida * Capítulo 17

Adapatación ----- Lemmon



CAPÍTULO 17

Edward se mantuvo a la espera. Pero al observar como Emmett le acariciaba el vientre a Bella se mareó ante la posibilidad de que su primo hubiese creado una vida en Bella. Sintió ganas de romper algo.


Luego Emmett se puso en pie y lo miró con resignación.

-Pero no puedo ser el responsable, Edward. Ese bebé no puede ser mío.

-Tú también te acostaste con ella. Lo hicimos los dos.

-Cierto – Emmett fue a sentarse a su lado y le dio una palmada en la espalda – Pero yo no puedo tener hijos. Soy estéril.

Bella soltó un jadeo ahogado, pero Edward apenas la oyó.

Clavó los ojos en su primo. Era la segunda bomba de la noche. Una auténtica devastación nuclear.

-¿No puedes?

-No – tragó saliva – Cuando tenía 14 años mas o menos, pillé algún tipo de virus. Tuve muchísima fiebre – se encogió de hombros – Al parecer se cargó todos mis espermatozoides.

Edward no podía comprenderlo.

-¿Qué?

-¿Estás seguro Emmett? – preguntó Bella.

-Hace unos años hice que me repitieran las pruebas. Todos los especialistas que visité me dijeron que mi recuento de espermatozoides era tan bajo que era prácticamente imposible que dejara embarazada a una mujer.

-¿Por qué nunca me lo dijiste?

Emmett encogió los hombros otra vez.

-Les pedí a mis padres que no se lo contaran a nadie de la familia.

-¿Ni siquiera a mí? ¿Por qué?

-Ya sabes como somos las personas, siempre queremos lo único que no podemos tener – su sonrisa era tensa – Quería tener un bebé que al menos compartiera un poco de mi sangre. Un bebé que al menos se pareciera a mí. Quería conocer a su madre. Ser parte de la familia. Sentirme conectado a ella durante la concepción, embarazo, parto y crecimiento del niño. Te habría pedido que fueras el donante, de veras, pero sabía que tú no querías aceptar la responsabilidad de un hijo.

Edward comprendió entonces, que ésa había sido la intención de Emmett desde el principio.

-¿Llevas doce años esperando que dejemos embarazada a una tía? – Edward se había quedado boquiabierto - ¿Por eso siempre hablabas de esposas y de casitas con una cerca? ¿Por eso me presionaste para que tomara la virginidad de Bella?

Edward había considerado a Emmett como un hermano, y todo ese tiempo ¿Emmett lo había considerado como un donante de esperma?

-La habrías tomado de todas maneras. Reconócelo.

Rechinando los dientes Edward admitió para sí mismo que Emmett tenía razón. Pero no pensaba darle esa satisfacción.

Emmett suspiró.

- Edward, hay muchas razones por las que he estado contigo durante todos estos años. Pero tengo que admitir que esperaba que, finalmente, encontráramos a la mujer con la que tener hijos. Jamás te lo oculté.

- ¡Sabías que lo último que quería era dejar embarazada a otra mujer!

- Pero también sabía que algún día volverías a sentirte un hombre completo y que querrías tener hijos. Algo que tú también creías en lo más profundo de tu ser. Si no, te habrías hecho una vasectomía hace ya tiempo. Te conozco.

Edward no había querido pensar demasiado en ello. Había considerado la posibilidad de practicarse una vasectomía. Incluso había llegado a tener una cita. Pero luego… algo lo había detenido. Le había parecido muy drástico; los condones y los menages eran suficientes.

-Pero como no lo hiciste, me aseguré que encontraras a la mujer perfecta…

-¿Para que la follara, la preñara y formara una familia para ti?
-No. Jamás tuve la intención de dejarte fuera. Pensaba que…

-Puedo imaginar lo que pensaste – gruño Edward – Felicidades, ya has conseguido tu jodido deseo. Ahora ya tienes a una mujer preñada bajo tu techo que te dará un bebe. Y tú – clavó una acerada mirada en Bella – tienes un hombre completo que desea casarse contigo y formar una familia. Podéis consideraros el uno al otro como mi regalo de bodas perfecto.





OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO



Edward cerró la puerta de golpe, dejando atrás a una temblorosa Bella.

En cuanto Edward se marchó sintió un terrible temor. No había esperado que se alegrara por el embarazo, pero tampoco se hubiera imaginado una reacción así.

Emmett se sentó a su lado rodeándole la cintura con un brazo.

-¿Estás bien?

No. No lo estaba.

-Creo que hubiera preferido que me atropellara un camión. Hubiera resultado menos doloroso.

Emmett la atrajo hasta su pecho y le acarició la espalda..

-Lo siento. Sé que la manera de actuar de Edward te ha hecho mucho daño. No sé que decir para explicar su reacción.

-No espero que me expliques nada. Edward ya es mayorcito para hacerse responsable de sus acciones. – Y ella ya habría estado cabreado con él, de no haber sido por el temor que claramente él sentía.

-Edward jamás lo superó.

-Está claro que no.

-Después de la muerte de Tanya, asumió la culpa. Y la familia de ella no ayudó. La hermana de Tanya extendió por el instituto el rumor de que Edward la había empujado al suicidio. Su madre trabajaba allí de profesora y se aseguró de que casi todos los profesores pensaran que Edward había sido el responsable de aquello, y lo trató como si fuera un asesino. Vivían en un pueblo muy pequeño, así que mi primo no pudo cambiar de colegio. Apenas podía salir de casa sin la compañía de uno de sus padres. Una de las veces que lo hizo, el padre de Tanya lo detuvo y lo metió en la cárcel por exceso de velocidad. Lo llevó a la celda que ocupaba un peligroso delincuente adulto, a pesar de que Edward era menor de edad. Si el padre de Edward no hubiese averiguado con rapidez donde se encontraba su hijo y no se hubiese presentado en la cárcel con un abogado, estoy seguro de que aquel individuo hubiera violado a Edward.

A Bella se le oprimió el corazón.

-Oh, Dios mío… es terrible.

-Pero lo peor de todo es que Edward asumió la culpa. Creo que todavía lo hace. Y estoy seguro de que lleva años temiendo poder llegar a ser el causante de la muerte de otra mujer.

Aquello había sido terrible. Por culpa de Tanya y su familia, Edward se había llenado de inseguridades y habían destrozado su autoestima.

Y ahora, ella misma volvía a introducir otro bebé en su historia.

-Gracias por contármelo.

-¿No estás enfadada conmigo?

-¿Por no haber sido sincero sobre el pasado de Edward?

Emmett hizo una mueca.

-No. Por no haber sido sincero sobre mi… problema antes.

-Porsupuesto que no.

-A mí no me debías ninguna explicación.

Él agachó la cabeza cuando entendió la indirecta.

-Pero sí se la debía a Edward.

-¿Por qué no le contaste la verdad? Eres su mejor amigo, el hombro en el que se apoya. Le importas, confía en ti…

-Pensé… que los dos teníamos mucho que ganar con este acuerdo. Siempre he creído que algún día conoceríamos a la mujer que podía hacer de él un hombre completo. Y que luego él aceptaría que ella se quedara embarazada. Uno de los dos se casaría con ella, todos seríamos felices… creí que de esa manera él volvería a ser el de antes y que yo obtendría la familia que tanto quería.

Se había equivocado.

-Supongo que el hecho de que yo fuera virgen fue un golpe de suerte.

-Para Edward, sí. Pensé que si él te poseía sería como una catarsis, que derribaría sus barreras mentales. Y cuando lo hizo, creí que lo había superado. Tú le importas mucho. La manera en que respondió a ti fue, desde el principio, totalmente diferente. Creo que ya estaba medio enamorado de ti cuando entraste por la puerta. Y no me cabe ninguna duda de que tú también estabas medio enamorada de él. La primera vez que te vi me pareciste dulce y maravillosa.- Sonrió tristemente – creí que todos saldríamos ganando.

-Bueno, supongo que eso era lo que parecía a simple vista – Pero todo se había ido al infierno, y Bella no tenía idea de qué hacer ahora.

Emmett le alzó la barbilla para que le mirase.

-Cariño, lo siento tanto. – le dio un suave beso en la boca.

Bella sonrió negando con la cabeza.

-Bella – continuó Emmett, inspirando profundamente – Cásate conmigo.

¿Qué?

-Sería un buen arreglo. Tú tendrías un bebe. Yo tendría un marido. Pero ambos sabemos que es un error. Tú no me amas.

-Eso no es cierto.

Bella lo miró a los ojos y vio en ellos amor. El mismo amor que ella sentía por él.

-Emmett, no puedo negar que existe una atracción sexual entre nosotros…

-Una atracción muy fuerte – Emmett sonrió.

-Pero no me amas. Me quieres de la misma manera que yo te quiero a ti, como un amigo. Con el paso del tiempo, esa atracción desaparecerá.

-Puede que sí, o puede que no. Hay mucha gente que comienza con menos y acaba muy enamorada. Formaríamos una familia. Por favor, piénsatelo antes de contestar – parecía a punto de implorar.

Maldición. Bella no quería hacerle daño, pero si le decía que sí, solo estaría retrasando el daño que le haría más tarde, cuando viera que lo suyo no resultaba.

-Edward siempre se interpondría entre nosotros. Siempre será el padre del bebé, y yo siempre lo amaré. Conforme vayan pasando los años, no creo que puedas soportarlo.

-Sí que podría…

-Entiendo cuanto quieres a este bebé y tener una familia propia. No tengo la menor duda de que serás un tío estupendo para él, pero no creo que sea buena idea que nos casemos.

-Por favor… eres mi última esperanza. Voy a cumplir 34 años. Edward jamás querrá volver a compartir a una mujer conmigo a partir de ahora… ni a ti, ni a nadie. Tener un hijo es lo único que no puedo hacer por mí mismo. He conseguido éxito en mi profesión. He conseguido comprar una casa. Tengo buenos amigos. Más dinero del que puedo gastar. Pero… este vacío es algo que no puedo llenar.

Bella sufrió por él.

-¿Has considerado adoptar un niño?

Él le cogió las manos.

-Quiero que tenga algo de mí, incluso aunque sea una parte ínfima. Tú llevas una pequeña parte de mí en ti. Edward no va a querer ejercer de padre, y este bebé necesitaría uno. Seré un buen marido.

-No tengo la menor duda – pero para la mujer a quién de verdad amara – Sé que Edward no va a cambiar de idea. Pero no creo que sea bueno añadir otro error a la lista.

-Piénsalo antes de decir que no.

-Ya lo he hecho. Serás parte de la vida del bebé. Pero si te casas conmigo, tu relación con Edward se destruirá. No creo que quieras eso. Y yo, desde luego, no quiero tener algo así sobre mi conciencia.

Emmett hundió los hombros derrotado.

-Sé que no lo harás, pero si cambias de idea…

-Ya sé donde encontrarte.

Bella se acercó a él y lo besó dulcemente. Sólo un roce de labios. Emmett la atrajo hacia él, devorándole la boca en un beso suplicante. Bella sintió nuevamente el deseo. Sería muy fácil derretirse contra él. Pero no podía hacerlo, porque eso le daría falsas esperanzas. Así que se apartó.

-Me iré por la mañana.

Emmett se tensó, apretó los labios y finalmente, la soltó.

-¿Adonde irás?

-Tengo que ponerme en contacto con mis hermanos. Mi padre saldrá pronto del hospital y en cuanto le den el alta ira a casa de Félix. Necesitará mi ayuda. Mi apartamento no queda muy lejos del de Félix, aunque supongo que estarás hecho un desastre.

-¿Me darás tu nuevo número de teléfono? Quiero estar en contacto con tigo. Quiero estar tan involucrado en la vida del bebé como me dejes.

Ella sonrió.

-Claro. Necesitaré que me echen una mano, y ni Félix ni Seth sabrás como manejar esto. Me alegraré de que estés conmigo. Incluso aunque no nos casemos, llevo una pequeña parte de ti conmigo. Nunca podría alejar este bebé de ti Emmett. Nunca.



OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO





Por más que intentaba emborracharse no lo conseguía. Edward estaba intentando reunir fuerzas para poder enfrentarse a la visión de Bella en los brazos de Emmett, en la cama. Y debería acostumbrarse pronto porque en cuanto se casaran estarían así a menudo, frente a él, durante toda su vida.

A menos que Bella siguiera el camino de Tanya después de enterarse de su pasado. No, eso no podía pasar, Emmett no lo permitiría. Su primo la salvaría.

Dios, sólo pensar en que Emmett tendría el derecho de tocarla, acariciarla, follarla… y él no, lo mataba.

Se obligó a pensar que eso era lo mejor para ella.

Tragó aire. Y aunque sabía que moriría en cuanto viese a “la parejita feliz” se obligó a ir hacia el dormitorio.

La casa parecía silenciosa, pero ¿y si todavía mantenían relaciones sexuales?

Inspiró profundamente antes de mirar en la habitación de su primo. Pero sólo vio a Emmett, tumbado en la cama, dormido.

El alivio y el miedo lo recorrieron a la vez. ¿Dónde estaba Bella?

Continuó andando hasta su habitación, mientras pensaba que por favor estuviese allí, y bien.

Entró en su dormitorio y allí estaba ella. Dormida con una enorme camiseta de color blanco. Con la cabeza apoyada en la almohada y abrazada a una de sus camisetas.

Se apoyó en el marco de la puerta, admirando su figura.

No podía dejar de pensar si ella habría aceptado la propuesta de matrimonio de Emmett. Quizá aún no le había respondido y por eso estaba en su dormitorio. Porque lo que no le cabía duda es que su primo seguro le habría propuesto que se casara con él.

Sea cual fuese la razón por la que Bella aun estaba allí, lo que él sabía seguro es que no se la merecía. Bella estaría mejor con Emmett.

Bella gimió en sueños. Él dejó de lado todas las razones por las que debía olvidarla y cruzó la habitación hasta llegar a la cama.

Bella debía haber llorado, porque aun tenía la nariz enrojecida y las mejillas brillaban por las lágrimas secas.

Mierda, hubiera preferido darse una patada en el estómago a ver eso.

Y a pesar de todo lo pensado antes, no quería más que meterse en la cama y acurrucarse en sus brazos para dormir. Luego se despertarían juntos, se besarían, se acariciarían y después, tal vez…

NO. Eso no iba a ocurrir. No podría hacer el amor con ella a menos que estuviese Emmett, o cambiaría la cosa ahora que ella estaba embarazada. Daba igual, porque Bella no querría volver a ser compartida cuando tuviese el bebé, y él, sinceramente, tampoco quería volver a verla en los brazos de Emmett.

Además, después de lo que había pasado anoche, Emmett y él no volverían a compartir a ninguna mujer.

Tendría que encontrar a otro hombre y asegurarse que la mujer que escogiera no significara nada para ellos.

Pero después de Bella, había tenido otro problema. El desinterés por el sexo que había experimentado con Rosalie, ¿sería permanente o se le pasaría?

Además tendría que ser valiente y hacerse una vasectomía. Así no habría más líos. Se aseguraría de no joderle la vida a ninguna otra mujer.

Y tendría que mudarse. Dejaría la ciudad, así no tendría que aguantar ver a su primo y a Bella todos los días. Pero antes de irse se aseguraría que ella estaba bien.

Ahora, viéndola, y sabiendo que se iba a ir, era incapaz de alejarse de ella. Cogió su mano, sujetándola con suavidad para no despertarla. Llevó su mano hacia su boca y depositó un suave beso en sus nudillos.

Dios, como la amaba. De alguna manera, incluso cuando trabajaba para Charlie, y ella solo tenía 17 años, pudo sospechar que ella era su debilidad. Ahora no sólo iba a tener que vivir sin ella, si no que también tendría que lidiar con que ella perteneciera a su primo, a quien consideraba como a un hermano.

Y lo más triste es que ella estaría mejor sin él.

Con ese pensamiento no pudo aguantar más, y explotó. Las lágrimas corrían una tras otra y no podía detenerlas.

Edward suspiró profundamente, intentando contenerlas.

Su aliento se entrecortó. Cerró los ojos apretando la mano de Bella. ¿Qué iba a hacer sin ella?

Mirando atrás, podía ver que ella le había ofrecido toda su confianza. Sabía cuando ser ruda o tierna con él. Amaba aquella manera femenina en que se imponía a él, y en como podía conseguir que aumentase su miembro de tamaño con sólo una sonrisa.

Edward enterró la cara en las sábanas al lado del muslo de Bella y dejó escapar los sollozos. En silencio. No quería despertarla, ni que nadie lo supiera. Pero no podía detenerse. Su vida había sido un gigantesco error. Durante años, Tanya había ocupado el primer lugar en su lista de pesares. Ahora, además tenía que añadir a Bella. Ella iba a sufrir durante los años que viniesen y no sabía que hacer para mejorar la situación.

Excepto hablar con ella de la forma más civilizada posible sobre el bebé que crecía en su vientre. Y luego… la dejaría en paz.


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