Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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miércoles, 29 de junio de 2011

La Danza de la Noche * Capítulo 7

Adaptación


Hola mis amores! Os aviso que en este capítulo hay un poco de lemmon, es suave, pero yo estoy en mi deber de informar jajajaj

CAPÍTULO 7:

Los empleados de New Moon entretainment y de Black Moon Production estaban en la sala de ensayos, todos ellos en diferentes posturas de cansancio. Acababa de anochecer, y algunos de los vampiros todavía se movían con lentitud. Cada uno de ellos tenía una botella de sangre sintética. La mayoría de los humanos tenían una taza de café entre las manos.


Bella había ido a la reunión con el disfraz. Cuanto más pensaba en que había visto a un hombre tan parecido a Alec, más se asustaba. Entre el miedo y su discusión con Edward, y el cosquilleo que había sentido cuando se había besado, Bella no había podido hacer nada durante el fin de semana. Había realizado sus áreas domésticas, pero de un modo chapucero. No había podido estudiar nada.

Cuando entró Edward, a Bella se le aceleró el pulso. Él se sentó en el suelo, a su lado, con la espalda apoyada en el espejo, como ella, y se le acercó hasta que sus hombros y sus caderas se tocaron.

Edward se quedó silencioso, y ella estaba demasiado azorada como para mirarlo a los ojos. Había tenido la esperanza de saber de él la noche anterior, pero el teléfono no había sonado, y Bella se había quedado desconcertada. “No voy a preguntarle donde ha estado” se prometió.

Jessica estaba hablando por teléfono y fumando, cosa que odiaban todos los bailarines humanos. Lo hacía para demostrar que era la jefa. Bella hizo un gesto de resignación e intentó colocarse de modo que su espalda estuviera en una buena posición. La pared de espejo no era agradable para su columna, que había sufrido un tirón al ayudar a Rachel cuando Billy la había empujado. Rachel se movía con un poco de rigidez. Kate estaba muy callada, pero parecía que Elezar se había curado. Bella esperó que aquella semana fuera mejor para toda la compañía de entretenimiento.

Suspiró e intentó cambiar el peso del cuerpo a la cadera derecha. Para asombro suyo, al siguiente instante se notó levantada del suelo. Edward había extendido las piernas, y la puso entre ellas, de modo que la espalda de Bella descansara contra su pecho y su estómago. Al instante, ella se sintió más cómoda.

Bella pensó que, si no le daba demasiada importancia, los demás tampoco lo harían, así que no dijo ni una palabra sobre lo que sentía. Sin embargo, se relajó contra Edward, sabiendo que él interpretaría aquella señal correctamente, como una muestra de agradecimiento.

Por fin, Jessica colgó. Una vampira de pelo negro y preciosa piel blanca se dirigió a ella:

-Jessica, todos sabemos que eres la jefa. Apaga el maldito cigarrillo- le dijo, agitando la mano hacía Jessica con autoridad.

-Senna, cuéntame que tal os va a ti y a Stefan- dijo Jessica. Expulsó el humo de los pulmones, pero después apagó el cigarrillo.

Stefan era un humano muy alto con un gran bigote que tenía más músculos de los que hubiera necesitado cualquier hombre, en opinión de Bella. Tenía la piel oscura y pensaba con lentitud. Senna y él trabajaban para Black Moon.

-Nos va muy bien- dijo Senna, y se giró hacia Stefan- Tienes algún comentario Stef?

-La mujer pálida- dijo él con una voz grave. Parecía que Stef era un hombre de pocas palabras.

-Ah, si. Durante el último número que hicimos en la fiesta del senador- dijo Senna- La esposa de... eh... uno de los legisladores... No se como entró allí, ni por que la llevó su marido, pero resultó que era de la Fraternidad.

-Os hizo daño?- preguntó Jessica

-Tenía un cuchillo- respondió Senna- Stefan estaba sobre mi, así que fue un momento embarazoso. Estás segura que no puedo matar a los clientes?- preguntó con una sonrisa, y no era una sonrisa agradable.

-No, por supuesto que no- respondió Jessica- Jasper se ocupó de ello?

Por primera vez, Bella se fijó en el hombre que había apoyado contra la pared, junto a la puerta. Ella apenas se relacionaba con Jasper, ya que la gente de Black Moon necesitaba más protección que los bailarines de New Moon. Jasper era un vampiro, tenía el pelo rubio y corto, y unos ojos azul hielo. Su musculatura era la de un gimnasta, y su actitud cautelosa y atenta la de un guardaespaldas.

-La sujeté hasta que su marido y sus esbirros la sacaron de allí- respondió Jasper en voz baja.

-Como se llama?

-Makenna Lowry

Jessica tomó nota del nombre.

-De acuerdo, la vigilaremos. Quizá le pida a mi abogado que le escriba una carta al senador Lowry. Kate? Elezar?

-Estamos bien- dijo Elezar

Bella se miró las manos. No había razón alguna para narrar el incidente, aunque hubiera terminado con una muerte... una muerte que no había llegado a los periódicos.

-Felix? Dimitri?

Los dos hombres se miraron antes de responder.

-El último grupo para el que actuamos en el Jinete Feliz era un grupo sadomasoquista, e hicimos un buen espectáculo.

No estaban hablando sobre malabarismos. Bella intentó mantener una expresión neutra. No quería demostrar su desagrado por aquel tipo de espectáculos. Aquella gente solo le había demostrado cortesía y camaradería.

-Querían que dejara allí a Dimitri cuando terminó nuestra hora- dijo Felix- Durante un momento, hubo algo de manoseo, y Dimitri se defendió.

-Oh, no- dijo Jessica- Dimitri?- su voz se volvió más suave- Ya sabes que no tienes por que dejar que nadie te toque, a menos que tú quieras. Pero recuerda que no debes atacar a nadie solo porque te deseen. Eres tan despampanante que la gente siempre te va a desear.

Jessica se endureció ante aquella mirada terrible y continuada de Dimitri.

-Ya sabes cual es el trato, Dimitri- dijo con firmeza- Tienes que dejar a los clientes en paz.

Después de una pausa, Dimitri asintió, casi imperceptiblemente.

-Entonces, creéis que necesitáis otro guardaespaldas aparte de Jasper?- preguntó Jessica a todo el grupo- Mike es estupendo, pero solo trabaja cargando y descargando material. No tiene la agresividad suficiente para poder ser guardaespaldas, y es humano.

-No estaría mal tener a otro- dijo Felix- si hubiera habido una tercera parte allí, quizá la tensión hubiera sido menor. Por un momento, parecía que iba a ser yo contra todos ellos. Detestaría tener que hacer daño algún cliente, pero la gente a la que le gusta ese tipo de espectáculos también disfruta de la violencia, de todos modos.

Jessica asintió y tomó nota de nuevo.

-Y la gente de New Moon?- preguntó, aunque era evidente que no esperaba ninguna respuesta- Oh, Bella, solo un par de personas de cambia de vestuario para que vean como eres de verdad. No estoy segura de que pudieran reconocerte entre la multitud.

Bella no tenía planeado convertirse en el centro de atención, pero no tenía sentido convertir aquella petición en un problema. Se puso de pie, se desabotonó la camisa de franela, se quitó las gafas y se despojó de los gastados pantalones de pana que se había puesto sobre la ropa de ensayo. Extendió los brazos y dejó que la examinaran con la camiseta y los pantalones cortos, y después volvió a sentarse en el suelo. Edward cruzó los brazos sobre ella y la estrechó contra si. Aquel era un lenguaje corporal que todo el mundo podía entender: “Es mía”. La gente de Black Moon estuvo a punto de sonreír, con excepción de Dimitri y Stefan, que asintieron indicando que habían reconocido la belleza de Bella y la actitud posesiva de Edward.

Bella tuvo ganas de abofetear su aristocrática cara.

También tuvo ganas de volver a besarlo.

Sin embargo, había una cosa que quería decir:

-Tuvimos un pequeño problema- dijo de manera vacilante. Entendía el silencio de Elezar y de Kate. No estaban en un compromiso profesional, y había muerto un hombre. Sin embargo, no entendía porque Rachel no decía nada.

-Con quien?- preguntó Jessica, sorprendida.

-Con un hombre llamado Billy. Se enfadó porque Rachel no accedió a irse con él a su hotel después de la fiesta. Creo que no se tomó bien que le dijéramos que no trabajábamos para Black Moon. Al principio se comportó como si aceptará la negativa de Rachel, pero cuando se dio la vuelta para alejarse, le dio un empujón muy fuerte.

-No me suena el nombre, pero quizá nos haya contratado antes- dijo Jessica- Gracias, lo pondré en la lista de los que hay que vigilar. Te hizo daño?- le preguntó a Rachel

-No- respondió la muchacha- Bella me agarró a tiempo para evitar que me golpeara contra el suelo- dijo, y se encogió de hombros. No parecía que estuviera muy contenta con Bella por haber sacado a relucir el incidente.

-Quiero hablar- dijo Edward, y eso llamó la atención de todo el mundo.

-Edward, creo que no has hablado en ninguna reunión durante tres años- dijo Jessica- Que tienes en mente?

-Bella, enseñales el estómago- dijo Edward

Bella se puso de rodillas y se giró para mirarlo.

-Por que?- preguntó, con asombro e indignación.

-Hazlo, por favor. Enséñaselo a la gente de Black Moon.

-Espero que tengas un buen motivo para esto- dijo en voz baja, pero furiosa.

Él asintió, mirándola fijamente.

Con evidente esfuerzo, Bella se volvió hacia el grupo y se bajó la cintura elástica de los pantalones de ensayo. La gente de Black Moon la miró, y todos gente quedaron horrorizados. Jasper, el guardaespaldas, apartó la mirada.

-El hombre que hizo esto ha salido del sanatorio mental en el que estaba, y probablemente haya venido aquí, a la ciudad- dijo Edward

Bella se tapó el estómago, se puso de rodillas en el suelo y miró hacia el linóleo con total concentración. No sabía si quería tirarle algo a Edward o... no lo sabía. Él se había entrometido en su vida de una manera inaceptable. Y lo había hecho todo a sus espaldas.

Sin embargo, también era bueno tener a alguien de su lado.

-He conseguido una fotografía de este hombre, de un periódico- continuó Edward, y pasó la fotografía a los demás- Se llama Alec Vulturi. Está buscando a Bella por su nombre verdadero, Isabella Marie. Sabe que es bailarina. Su familia tiene mucho dinero, así que él puede entrar a cualquier fiesta que quiera. Incluso con su pasado, la mayoría de los anfitriones estarían encantados de tenerlo entre sus invitados.

-Que estás haciendo?- le preguntó Edward, casi sin poder respirar- He mantenido esto en secreto durante años! Y en menos de cinco minutos, tú le estás contando a la gente todo sobre mi. Todo!

-Y mantenerlo en secreto te ha servido de mucho?- le preguntó Edward con frialdad.

-Lo he visto- dijo alguien. Kate.

Y en aquel instante, la ira de Bella murió, consumida por un miedo abrumador.

Si alguno de los otros bailarines había dudado de la historia de Bella, se dio cuenta de que todo era cierto al verle la cara. Todos sabían como era el miedo.

-Donde?

Kate señaló con el dedo a su campañero.

-Lo vimos- le dijo Elezar

-Donde?- preguntó él

-Hace dos semanas, en la despedida de soltero en esa casa tan grande de Wolf Chase

-Oh- dijo Elezar- Es verdad. Era el que no dejaba de agarrarte cuando estabas encima. Dijo que eras una zorra que tenía que aprender una lección.

Kate asintió.

Bella se estremeció y emitió un gemido.

-Eso es lo que te dijo a ti cuando te cortó, verdad?- le preguntó Kate- Nosotros pensamos que quería que nos diéramos unas cuantas palmadas en el trasero. Lo hicimos, y él se tranquilizó. Parecía que el anfitrión estaba disgustado por su actitud, así que nos moderamos. Hay que contentar al que paga la cuenta, no?

Elezar asintió.

-No le quité ojo de encima durante el resto de la noche.

Jessica dijo:

-Todos debéis estar atentos por si aparece. Eso es todo. Y avisad a Bella si lo veis. Nada más.

-Tú eres la jefa- dijo Stefan con su voz grave- Pero no va a hacerle nada a Senna

-Gracias, Stef- dijo la vampira, y le acarició la mejilla con su mano blanca- Te quiero, nene.

-Vamos a concentrarnos- dijo Jessica- Felix, Dimitri y tú devolvisteis los trajes de la fiesta griega con una semana de retraso. Kate, no puedes seguir recibiendo aquí tu correo. Si esto continúa, comenzaré a abrirlo. Rosalie, te dejaste la luz de la sala de ensayos encendida anoche. Ya había ocurrido antes.

Jessica leyó una lista de pequeñas infracciones, regañando y corrigiendo, y Bella tuvo oportunidad para calmarse mientras los otros empleados respondían. Era muy consciente de la presencia de Edward detrás de ella. No sabía con exactitud que estaba sintiendo. Se sentó en una pila de colchonetas que a veces extendían por el suelo cuando estaban practicando un nuevo salto o una elevación.

Cuando los demás comenzaron a marcharse, Bella hizo ademán de ponerse de nuevo la ropa.

-No tan rápido- le dijo Edward- Tenemos ensayo esta noche

-Estoy enfada contigo- le dijo

-Apagad las luces cuando salgáis, sea quien sea el que gane- les dijo Jessica mientras se iba.

Edward salió del vestíbulo y cerró con llave la puerta principal. Después, Bella oyó que volvía y se acercaba al reproductor de CD que había en una esquina, junto a la mesa de toallas blancas que Jessica tenía allí para que los bailarines pudieran secarse el sudor.

Bella comenzó a hacer ejercicios de calentamiento, aunque sin mirar a Edward. Notó que él también comenzaba a calentar, al otro extremo de la habitación.

Después de quince minutos, ella se puso en pie, señal de que estaba lista para empezar a ensayar. Sin embargo, mantuvo la vista hacia delante. No sabía si es estaba comportando de manera infantil o si solo quería evitar atacar a Edward. Él puso la música, y Bella se quedó asombrada al reconocer la voz sensual de Tina Turner cantando Proud Mary. Cuando Edward le tomó las manos, no supo que hacer. Los veinte minutos siguientes fueron un desafío que no le dejó tiempo para inquietarse. Avril Lavigne, los Dixie Chicks, Macy Gray y las Supremes la mantuvieron ocupada. Cuando terminó de bailar, no podía dejar de sonreír. Sin embargo, Edward la miró fijamente a los ojos, y la sonrisa se le borró de los labios.

Él la abrazó y la besó, pidiéndole que lo admitiera.

Bella susurró:

-No deberíamos. Vas a resultar herido. Él me va a encontrar, y va a intentar matarme otra vez. Tú intentarás mantenerlo, y te hará daño. Lo sabes.

-Se esto- dijo Edward, y volvió a besarla con más fuerza.

Ella separó los labios para él, y Edward entró en su boca, rodeándola con los brazos. Parecía que era suya, de igual modo que él era suyo.

Por segunda vez en su vida, Bella se abandonó en manos de un hombre.

-Esto es distinto- susurró- Es distinto

-Tiene que serlo- murmuró Edward- Va a serlo.

La tomó en brazos con movimientos suaves, y sus ojos quedaron atrapados.

-Por que estás entrando en mi vida?- preguntó Bella con asombro- Hay muchas cosas malas en ellas.

-Tú has luchado. Te has construido una vida nueva, propia.

-No es una gran vida

-Una vida de coraje y de objetivos. Y ahora, deja que te quiera de la misma manera- susurró él, y movió su cuerpo contra el de ella.

-No estoy asustada.

-Lo se

Él sonrió y a Bella se le encogió el corazón

-No me vas a hacer daño- dijo ella con una fe absoluta

-Antes preferiría morir

-No puedo tener hijos

-Yo tampoco- murmuró Edward- No podemos reproducirnos

Si alguna vez había sabido aquello, se le había olvidado. Bella se sintió desconcertada. Siempre había pensando que su infertilidad sería un obstáculo para cualquier relación, y sin embargo, en ese momento, con ese hombre, no tenía la menor relevancia.

Él le lamió la oreja suavemente.

-Dime como te gusta- le sugirió, y su respiración fue una caricia en la mejilla de Bella

Edward se acercó con ella en brazos hacia la pila de colchonetas, como si no pesara nada.

-No lo se- contestó Bella, avergonzada por su ignorancia, pero también excitada, porque estaba segura de que él iba a averiguar lo que le gustaba.

-Con la luz encendida o apagada?

-Apagada, por favor

En un segundo, Edward estaba de vuelta a su lado, y había traído unas cuantas toallas. Las extendió sobre las colchonetas, y ella se alegró, porque la superficie de vinilo no era agradable al tacto.

-Y mi ropa?- le preguntó él

-Oh... quítatela

Por la puerta de cristal de la sala de ensayo entraba una luz tenue, y Bella vio como le brillaba la piel en la oscuridad. Edward tenía un cuerpo suave y elegante, como el de los bailarines, y era de un blanco puro, salvo por el rastro de vello que comenzaba bajo su ombligo y descendía. Ella siguió aquel rastro con la mirada y soltó un jadeo.

-Oh... oh. Vaya.

-Te deseo

-Si, me he dado cuenta- respondió Bella con un hilo de voz

-Puedo verte?- preguntó Edward, y por primera vez, su voz tenía un tono de timidez

Bella se sentó en la pila de colchonetas y se puso de rodillas. Se quitó la camiseta blanca con lentitud, y después el sujetador.

-Oh- gimió él

Tomó sus pechos con infinita delicadeza, y siguió con la boca.

Bella jadeo con urgencia. Él comenzó a bajarle los pantalones cortos y las braguitas, y ella se tendió para que pudiera sacárselos por los pies. Entonces, él comenzó a acariciarle las piernas, a ascender por su cuerpo regándoselo de besos.

Bella tuvo miedo de perder el valor. Deseaba tanto a Edward que estaba temblando, pero su única experiencia con el sexo había sido corta y brutal, y sus consecuencias, dolorosas, espantosas.

Parecía que Edward entendía sus dudad, y la abrazó mientras la besaba

-Ya no puedo parar- le dijo- no después de esto. Pero no quiero hacerte daño, ni asustarte.

-Ahora o nunca- respondió Bella

Él soltó una risa ahogada.

-No ha sonado muy romántico- se disculpó Bella

Edward movió las caderas involuntariamente, presionando su excitación contra el vientre de ella, y le lamió el cuello.

-Oh...-susurró Bella, y comenzó a acariciarlo- Oh, por favor...

Él la tocó íntimamente para asegurarse de que estaba preparada. El movimiento delicado de sus dedos hizo que Bella se estremeciera.

Entonces, la penetró.

-Isabella- dijo con la voz entrecortada

-Es bueno- dijo ella ansiosamente. Después de unos segundos, lo repitió, pero en un tono distinto- Es tan bueno...

-Quiero que sea mejor que bueno- dijo Edward, y comenzó a mover las caderas

Después, ella ya no pudo hablar.
 
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lunes, 27 de junio de 2011

Isabelle&Tomás * OneShoot

Hola mis dulces lectores!
Hoy estoy muy contenta porque una persona maravillosa a querido formar parte de mi mundo, nuestro mundo :)
Así que aquí va su primer OneShoot en este blog, espero que le dejeis muchos comentarios, y que le deis un fuerte achuchón!!
Que quede claro, que este OS solo le pertenece a Arancha, y yo solo lo publico ;)



ISABELLE&TOMÁS

Un verano Isabelle no quería irse con sus padres de vacaciones pero al final se tuvo que ir porque sino se quedaba sola en casa. Al llegar al apartamento de la playa, desalojaron las maletas y al rato llamaron al timbre, eran las amigas de Isabelle que se iban a la playa. Pero ella les dijo a sus amigas que a la playa no quería ir, que no le gustaba el sol. Pasaron al cuarto de Isabelle y allí estuvieron hablando de a donde ir. Como sus amigas ya habían estado en la plaza del pueblo, le comentaron que habían visto a un grupo de chicos super guapos y super buenorros. Isabelle como había llegado a la playa de noche pues sus amistades ya habían salido por la tarde a investigar. Salieron un rato por la noche para que ella se ambientara un poco de como era el pueblo.


Por cierto, el pueblo se llama Mordiscos Jajaja!!!!!

Se fueron a la plaza del pueblo y allí estaba ese grupo de chicos tan guapos, buenorros y tan extraños. Al llegar ellas, uno de ellos ya se había fijado en ella. De repente, los amigos de el desaparecieron. Lo dejaron solo. Se fue acercando despacio como un animal acecha a su presa. Tan cerca estaba de ella que se puso detrás oliéndole. Sus amigas se asustaron, ella estaba temblando de miedo y le pregunta el: Como te llamas? Yo me llamo Tomás. Era alto, moreno con ojos verdes y llevaba un abrigo negro hasta los pies. Después de pensárselo y tranquilizarse le dijo que se llamaba Isabelle, que estaba de vacaciones alli. Y le empieza a llamar: Isabelle........ Isabelle.......... Isabelle.......... . Hueles tan bien que me entra sed. Isabelle se quedó pálida y como tenían tanta expectación con sus amigas, Tomás se teletransporto al castillo Mystery. A su entrada al castillo, los techos eran formados de estalactitas y estalagmitas. En el centro de la entrada había una fuente con estalagmitas de colores. Se retiro a sus aposentos y allí cogió su bola de cristal, le dió tres vueltas a la bola y desde allí veía a ella cuando era de día. Él con el sol no puede salir.

Al final cuando ya se había ido él, las amigas de Isabelle se acercaron a ella y la tranquilizaron. Le dijeron que ya valía de salida por hoy, que había vivido muchas experiencias. Acompañaron a su amiga a su casa y le dijeron que cenara algo y que se fuera a descansar que había sido una noche muy larga.

Cuando se echo a dormir, empezó a tener escalofríos, sudores, pesadillas sobre todo pesadillas. Se le parecía él en los sueños, transformándose de todo: en híbrido, en hombre lobo, vampiros, etc. Le gusto más la última opción. Cada vez que se volvía a dormir le pasaba lo mismo y cada vez con mas frecuencia que le llamara: Isabelle...... Isabelle......... Isabelle................. Cuando se volvió a dormir estaba abrazada a él, con el estaba mas tranquila aunque en la plaza del pueblo estuviera nerviosisima.

Se teletransportaron al castillo. Ella aun estaba dormida apoyada en su hombro hasta que se despertó en la entrada del castillo de Tomás enfrente de una fuente iluminada de colores por unas estalagmitas y estalactitas.

Le acompaño a sus aposentos y allí desde la cama en la que estaba sentada, le empezó a hacer todas las preguntas que pudo hasta que se mareo. Al despertarse le dijo: Quien eres?, En donde estoy?, Porque me has traído aqui? y le respondió él: Quien soy.......... Soy Tomás, el vampiro. Estas en mi castillo, en mis aposentos sentada en mi cama. se volvió a marear y al volverse a despertar de nuevo, Tomás siguió respondiendole. Te he traído aquí porque quiero estar contigo, quiero conocerte, olerte de nuevo, saborearte y convertirte en mi alma gemela, mi vampiresa de la noche.

Ella se quedó paralizada, se le helaron los huesos pero por lo menos el corazón lo tenía caliente. Empezaron a hablar y al final se liaron los dos............. pero no la pudo convertir porque en esos momentos ella se despertó de su sueño o pesadilla no sabia como llamarlo, estaba confundida. Como estaba sola en casa y aun era pronto, siguió durmiendo.

Al rato sonó el timbre, y cuando bajo no se atrevía a abrir la puerta. Al final la abrió y habían dejado un ramo de rosas rojas con una nota:

"No puedo ni dejare de pensar en ti. Me encanta tu olor, me encanta como eres. No puedo olvidarte."

Tomás


El ramo de rosas rojas olía a él. Emocionada se fue a buscarlo a la plaza y allí estaba. Lo primero que hizo fue darle un besazo que lo dejo sin aliento y lo segundo fue que el le dijo que la pesadilla que tuvo fue verdad porque el se le metió en su cabeza y el sueño se hizo realidad. Y Tomás por última vez le pregunto: Te vienes conmigo, Isabelle y ella le dijo que si y vivieron felices para siempre.

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Comentarios??? Siii!!!! :)

domingo, 26 de junio de 2011


Hola mis dulces lectores!
Esta entrada es para ofreceros un rinconcito en mi blog. Me explico... Estaís totalmente invitados a enviarme vuestros OneShoot's o Fics para que se publiquen en este humilde rincón :)
Aunque el blog sea Twilight, no hace falta que lo que queraís publicar sea necesariamente de Twilight, quiero que sean esas cosas que os salen de dentro, eso que expresa vuestros sentimientos, eso que es único porque es solo vuestro!
Si quereís formar parte de lo que hay entre el hielo y el fuego, lo único que teneís que hacer es enviarme vuestro talento a mi mail: maria_213s@hotmail.com
Por supuesto que se respetaran los derechos de autor, y vuestro nombre tendrá un lugar especial, como las otras maravillosas personas que han querido participar en mi mundo!
A que esperaís???

viernes, 24 de junio de 2011

Hambrientos de Deseo * Capítulo 7

Adapatción



CAPÍTULO 7:

Antes de empezar a leer, teneís que saber que este capítulo contiene Lemmon, así que quedaís avisadas ;)

Tras esconder los cadáveres en el bosque, Jacob explicó a Renesmee que sus compañeros vendrían a recogerlos más tarde. A continuación, usó las pesadas cadenas del todoterreno para retirar los troncos que los hombres lobo habían atravesado en el camino.


Por último, metió al hombre lobo inconsciente en el asiento de atrás, con Seth. Él se puso al volante y Renesmee en el asiento del copiloto.

No tardaron en llegar a un lugar que Jacob llamó «el callejón de los Cazadores», el sitio donde vivía su clan. Era un claro oculto en los bosques y con una pendiente ligera donde, según explicó, sólo vivían los Cazadores porque los Crestas Plateadas no los querían cerca.

Renesmee alcanzó a distinguir diez cabañas, aunque tuvo la impresión de que algunas no se habían usado en mucho tiempo. Y a pesar de que la distancia los obligaba a viajar muy lejos para comprar suministros, que se negaban a adquirir a los Crestas Plateadas, las casas tenían todas las comodidades posibles, desde agua caliente y luz eléctrica hasta conexión a Internet. En ese sentido, no se diferenciaba mucho de la localidad de Shadow Peak, que se encontraba más arriba y donde vivían los Crestas Plateadas.

Jacob también le explicó que ningún humano habría notado nada extraño en Shadow Peak. Los únicos que conocían la verdad eran los propios habitantes, que muy pocas veces permitían visitas. De todas formas, y como precaución, mantenían guardias en los alrededores por si algún humano se acercaba por los senderos de montaña. Cuando Renesmee preguntó si ellos también ponían guardias, Jacob respondió que el territorio de los Cazadores estaba tan bien escondido que no era necesario.

Por lo visto, tanto su territorio como la localidad misma se encontraban en una propiedad que los hombres lobo habían adquirido siglos antes. Cuando tenían que abandonarla, se mezclaban con los humanos con toda naturalidad y llevaban una vida tan normal como el resto, con sus carnés de conducir y sus tarjetas de la Seguridad Social. Además, un tratamiento de ingeniería genética les permitía ocultar los rasgos extraños de su ADN e impedir que algún médico los descubriera. La única amenaza a la que se enfrentaban eran los hombres lobo descontrolados, que ponían en peligro las leyes de la colectividad.

Renesmee sentía tanta curiosidad que lamentó no poder ver el lugar con más claridad. El sol ya se estaba ocultando cuando llegaron y sólo distinguió las siluetas de los rústicos edificios.

Aparcaron delante de la cabaña más cercana. Jacob llevó al hombre lobo joven al sótano y ella se dedicó a admirar el espacioso salón, de techo alto.

Tenía un ambiente muy masculino, con dos grandes sofás de cuero, situados frente a la chimenea, y alfombras de tonos borgoña y gris sobre un entarimado de color tan oscuro que parecía negro. Resultaba tan acogedor que deseó tumbarse en uno de los sofás y disfrutar del calor de un fuego. Olía a cedro, a madera encerada y a bosque.

Pero Renesmee también se fijó en otro detalle: todo era elegante y caro, lo cual indicaba que los Cazadores no tenían problemas con el dinero. Eso le inquietó bastante. Ahora sabía que Jacob no era solamente un hombre muy atractivo, sino también un hombre rico o en posición desahogada. Mantenerlo a su lado iba a ser tan difícil como intentar atrapar la luna o alcanzar una estrella con la mano.

Los hombres entraron en el salón al cabo de unos segundos. Renesmee oyó el sonido de sus botas antes de verlos.

—Es precioso… —murmuró.

—¿Quieres algo de comer o de beber? —preguntó Jacob—. Mañana por la mañana, cuando hayas descansado, te enseñaré la casa y los alrededores.

—Dios mío, Jake, me dejas pasmado… —dijo Seth con humor—. ¿Le ofreces comida y bebida? Increíble. Nunca habría imaginado que llegaría a verte en clave de caballero encantador.

—¿Encantador? —preguntó ella—. ¿Sólo por ofrecerme algo de beber?

Seth le guiñó un ojo.

—Me temo que sí, preciosa. Jacob no suele ser tan educado; normalmente, se limita a soltar un gruñido y la dama en cuestión lo sigue hasta la cama como un perrito faldero —explicó.

—Justo lo que quería saber —dijo ella, con sarcasmo.

Seth rió.

—Antes de conocerte, Jake no era precisamente un príncipe azul. Debo admitir que su nuevo papel es de lo más refrescante… aunque supongo que su sentido del honor sigue siendo tan escaso como de costumbre.

—¿Y qué me dices del tuyo? —contraatacó Jacob.

—El mío goza de buena salud —dijo Seth, sonriendo a Renesmee—. Soy un verdadero ángel… reparto placer y no muerdo. A menos, claro está, que alguna dama me lo pida.

Jacob se acercó a ella, le pasó un brazo alrededor de la cintura y la apretó contra su cuerpo. Renesmee se puso tensa, pero él no la soltó.

—¿Por qué no dejas de coquetear con ella, cretino? —ordenó.

Seth soltó un silbido irónico.

—Había olvidado lo posesivo que puede llegar a ser.

Jacob miró a su compañero con cierta preocupación.

—Será mejor que llamemos a Kate, Clerwater. Tu cuello tiene mal aspecto.

—¿Quién es Kate? —preguntó ella.

—Nuestra curandera. Es una mezcla de bruja y médico —contestó Jacob.

Renesmee miró al rubio y supo que Kate era bastante más que eso. La cara de Seth se había iluminado en cuanto Jacob había pronunciado su nombre.

—No la necesito. Estoy bien —afirmó.

—¿Estás seguro?

Seth hizo caso omiso y se alejó.

—Voy al sótano a hablar con nuestro jovencito —anunció—. Os dejaré solos para que os divirtáis un rato.

Seth salió del salón y cerró la puerta, silbando una canción que se parecía sospechosamente a la banda sonora de la serie Vacaciones en el mar.

—Vaya, es un tipo bastante sutil, ¿eh? —bromeó Renesmee.

—Sí, es tan sutil como un tren de mercancías —sonrió.

Ahora que estaban a solas, Renesmee se puso tan nerviosa que no supo qué decir. Y, finalmente, preguntó lo primero que se le pasó por la cabeza.

—¿Es grande la cabaña?

Jacob le dio un apretón y la soltó.

—Cuando nos mudamos aquí, convertí el sótano en un dormitorio de invitados, para que lo usen nuestros compañeros cuando están en la zona.

Se acercó a la pared y activó la alarma de la cabaña. Después, se giró hacia ella, se apoyó en la pared y la miró.

—Seth lleva algunas cadenas en su bolsa, así que podrá inmovilizar a nuestro prisionero —explicó.

—Espero que esté bien…

Jacob hizo un gesto hacia uno de los arcos del salón, indicándole que lo siguiera. Renesmee supuso que iría a la cocina, y mientras intentaba decidir si debía seguirlo, él reapareció con un par de cervezas.

Le dio una y dijo:

—Ven conmigo. Si no tienes ganas de comer, te llevaré a la habitación.

Renesmee dudó.

—Quiero disculparme por mi comportamiento de antes, Jacob. Y darte las gracias por haberme salvado…

—No tienes que darme las gracias.

Jacob le dedicó una sonrisa leve. A continuación, se apoyó nuevamente en una pared y echó un trago de su cerveza, con la mano libre metida en uno de los bolsillos del pantalón vaquero. Tenía un aspecto maravillosamente masculino y rebelde. Su cuerpo era tan perfecto que habría vuelto loca a cualquier mujer; y sus ojos estaban llenos de peligro, humor y sensualidad.

Ella sacudió la cabeza.

—Lo digo muy en serio. La mayoría de las personas no habrían arriesgado su vida por un desconocido.

Jacob la miró en silencio durante un momento. Luego, sonrió con malicia y declaró:

—¿Por qué no te acercas y me demuestras tu agradecimiento?

—No te estoy tan agradecida —replicó.

Renesmee se sorprendió de su propia valentía y de la total incongruencia de la situación. Jacob era un hombre lobo, un monstruo sacado de la peor de las pesadillas; y sin embargo, se sentía segura con él.

—Bueno, tenía que intentarlo —se justificó.

Jacob se acercó, la tomó de la mano y la llevó hacia un pasillo oscuro.

—Jacob…

Él habló sin mirarla.

—Piensas tan fuerte que casi oigo tus pensamientos, Renesmee.

—Espero que la cabaña tenga más de un dormitorio, porque no pienso dormir contigo —le advirtió—. Bueno, ni contigo ni con Seth.

Jacob se detuvo tan en seco que ella chocó contra su espalda y derramó un poco de cerveza.

—¿Por qué? —preguntó él con cierto enfado—. ¿Porque soy lo que soy?

Renesmee tuvo que tragar saliva. De repente, tenía la boca seca.

—Bueno, sí… en parte.

—Tonterías. —Ella parpadeó.

—¿Cómo?

—Ya me has oído —dijo él.

Renesmee lo miró a los ojos sin saber qué contestar.

—Yo…

—¿Sabes lo que creo, Renesmee? —dijo, con voz muy suave—. Creo que me deseas y que eso te asusta mucho más que mi naturaleza. De hecho, empiezo a pensar que no me tienes miedo. Y aunque no estés preparada para tener una relación sexual conmigo, también creo que deberías compartir mi cama y dejar que te demuestre hasta qué punto confías en mí, Ness.

Ella se estremeció por dentro. Jacob tenía razón, pero intentó no demostrarlo.

—¿De verdad te parece que dormir en la misma cama es una buena idea? —acertó a preguntar.

Jacob asintió con arrogancia y una mirada intensa.

—Creo que es la mejor idea que he tenido nunca —contestó.

Renesmee respiró hondo. Su aroma la rodeó por completo; era un aroma cálido, como un rayo de sol en las profundidades del bosque; un olor limpio, aunque tenía el fondo de sudor que había derramado durante el combate con los hombres lobo.

Sacó fuerzas de flaqueza y dijo:

—Lo siento, Jacob. No puedo.

Jacob gruñó.

—Es curioso… No recuerdo que estuvieras tan nerviosa conmigo en el todoterreno —observó.

—Porque sólo es un coche —argumentó ella—, íbamos de viaje, no a tu habitación.

Él rió con suavidad.

—Cariño, odio destrozar tus ilusiones, pero no hay nada en esa cama que no pueda hacer en un coche —afirmó.

Ella abrió la boca para decir algo. No lo hizo.

—¿Te has quedado sin habla? —preguntó él, entre risas—. Mira, Ness, lo creas o no, me gusta que mis amantes lo sean por voluntad propia… ¿No quieres mantener una relación sexual conmigo? Me parece muy bien y respeto tu decisión. Pero vamos a dormir juntos, en mi cama. De lo contrario, no te podría proteger.

Renesmee dudó que alguna de las amantes de Jacob hubiera sufrido alguna vez de un problema de falta de voluntad.

—Yo… es que… es que no puedo pensar con claridad —intentó explicarse—. Han pasado muchas cosas desde ayer, Jacob. Ni siquiera sé lo que quieres de mí.

—Lo único que quiero es que estés a salvo, Ness. Vamos…

Jacob suspiró y la llevó por el pasillo, hasta una habitación grande que indiscutiblemente era de él. Tenía una cama enorme, preciosa, y unos cuantos muebles.

Jacob encendió la luz y se giró hacia ella.

—Confía un poco en mí, Ness —dijo en voz muy baja, como para no asustarla—. ¿Crees que podrás?

En cuanto Renesmee asintió, Jacob dio un paso hacia ella y sintió una aguda punzada en el pecho. Deseaba atraparla contra la pared, apretarse contra su cuerpo y sentir todas sus curvas cálidas y suaves.

Notó la duda en sus ojos y supo que ella sentía lo mismo. Supo que estaba dominada por el mismo deseo que a él le encogía el corazón.

—¿Seguro que sólo quieres protegerme? —preguntó Renesmee, nerviosa—. ¿No tienes miedo de que intente escapar otra vez?

—Puedes intentarlo, pero no lo conseguirías.

La expresión de Renesmee era tan graciosa que tuvo que contenerse para no soltar una carcajada.

—¿Y qué harías si me escapo? ¿Darme un puntapié?

Jacob sonrió.

—Si es necesario…

—Ni se te ocurra —le advirtió ella.

Jaocb le dedicó una risa sarcástica, se puso repentinamente serio y le lanzó una mirada salvajemente posesiva.

—Lo siento, pero si intentas escapar…

Ella apretó los labios con exasperación.

—¿De verdad me crees tan estúpida? ¿Crees que, ahora que sé lo que está sucediendo, voy a intentar huir?

—Renesmee, hay muchas cosas que no sabes todavía. Podrías sentir la tentación de marcharte, y no quiero que me la juegues cuando las cosas se pongan…

—¿Difíciles?

—Complicadas —puntualizó.

Ella rió.

—Oh, qué gran diferencia.

Incapaz de contenerse, Jacob le acarició la mejilla y deseó poder tranquilizarla. Al ver que ella no se apartaba, siguió adelante con sus caricias y admiró la belleza de sus pómulos y la provocativa marca de la mejilla derecha, que tanto deseaba besar.

Respiró profundamente y su olor le llenó los pulmones. Después, alzó la otra mano y le pasó los pulgares por los arcos de las cejas, la frágil piel de debajo de los ojos, las comisuras de los labios y, finalmente, el cuello.

Muy despacio, pero sin concederle la oportunidad de rechazarlo, se inclinó y la besó dulcemente en la boca.

Renesmee no necesitó nada más. Gimió, alzó las manos para agarrarle las muñecas y Jacob se supo completamente perdido. Sabía que un beso no iba a ser suficiente. Necesitaba más. La necesitaba toda, entera.

La situación no podía ser más peligrosa.

—Renesmee…

Lo que estaba creciendo en su interior se transformó en algo más salvaje y explosivo. El sabor de Renesmee inundó su boca como una droga potente, haciéndolo temblar de placer.

Jacob la saboreó poco a poco. Ella le mordió el labio con insistencia.

El beso se volvió más apasionado, más profundo. Cuando sintió la lengua de Renesmee, gimió de forma casi animal. Se sentía como si el mar lo arrastrara hacia la suave orilla de una playa, convirtiéndolo al mismo tiempo en un ser distinto, irreconocible.

Era la primera vez que sentía una emoción tan adictiva, tan vibrante, tan intensa y tan dulce. Tenía la sensación de que nunca se podría cansar de Renesmee.

—Maldita sea… —llegó a decir—. Esto es demasiado bueno, Ness. Sabes demasiado bien…

Ella gimió en respuesta y él le pegó un último y delicado mordisco en el labio inferior. Acto seguido, haciendo un esfuerzo supremo, le puso las manos en los hombros y dio un paso atrás.

Renesmee le soltó las muñecas.

Él bajó la cabeza e intentó controlar su respiración, que se había acelerado.

—¿Por qué no te duchas? —le ofreció.

—Sí, bueno…

—Espera un momento.

Jacob se acercó a la cómoda y sacó una camiseta vieja, desgastada tras muchos lavados.

—Toma. La puedes usar para dormir.

—Gracias. No había pensado en eso… ¿Seguro que no te importa?

Renesmee lo preguntó con cautela, como si en lugar de una camiseta le estuviera ofreciendo un anillo de bodas.

Jacob sacudió la cabeza y rió.

—Póntela tranquilamente, Ness. Te aseguro que no forma parte de un ritual extraño de hombres lobo… no te condenará a mí hasta el fin de tus días, seguro.





Renesmee sonrió, alcanzó la camiseta y se giró para dirigirse al cuarto de baño, pero cambió de opinión y lo miró de nuevo.

—¿Qué significa lo de compañera para toda la vida? —le preguntó.

Jacob la miró con sorpresa.

—¿Dónde has oído eso?

Ella arqueó una ceja.

—Adivínalo…

Él suspiró.

—Dios mío… ese idiota se va a llevar un buen puñetazo.

—¿No te parece que deberías habérmelo dicho? —alegó Renesmee.

Mientras hablaban, Jacob se había quitado la camiseta que llevaba puesta para ponerse una limpia. Renesmee contempló su pecho desnudo y pensó que era lo más bello y arrebatador que había visto nunca. Era el pecho de un guerrero, bronceado y lleno de cicatrices, formidable por su fuerza y por su tamaño.

Era tan bello que la dejó sin aire.

—Pensaba decírtelo —se justificó—. Pero francamente, todavía no he encontrado las palabras adecuadas.

Renesmee notó que estaba nervioso y sonrió.

—Al menos, podrías intentarlo. ¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Qué nos va a pasar? ¿Sólo es una cuestión de atracción física? ¿O acaso hay algo más? —preguntó ella—. ¿Nos enamoraremos?

—Estaremos siempre juntos, y fundaremos una familia —contestó—. Es algo químico, pero también metafísico… no sé, llámalo como quieras. El amor no tiene nada que ver. Y me alegro, porque no estoy hecho para eso.

Al oír sus palabras, Renesmee se sintió profundamente decepcionada.

—Claro —murmuró—. Debería haberlo imaginado de un tipo como tú.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Nada. Sólo somos dos desconocidos cuyos cuerpos se desean —respondió, deseando no haber empezado la conversación—. Pero no sé, esperaba que hubiera algo más… algo más profundo. Olvida lo que he dicho.

—Dudo que pueda olvidarlo —confesó.

—Entonces, ¿es algo que nos afecta a los dos?

—¿Estás insinuando que tú no lo sientes? —preguntó él.

—Claro que lo siento. Pero si es algo de los hombres lobo, ¿por qué me afecta también a mí? Yo no soy un…

—¿Un monstruo? —la interrumpió.

—No iba a decir eso.

—Que seas humana, no significa que puedas escapar a nuestra conexión. Tú y yo somos distintos en algunos aspectos, es evidente, pero somos iguales en lo esencial. Lo mismo que me afecta a mí te afecta a ti. La única diferencia es que tú no lo notas tanto como yo… tu sentido del olor no es tan fino ni está tan desarrollado —dijo Jacob—. Sin embargo, vas a sentir los efectos. Y cuanto más te resistas, más difícil te resultará.

Renesmee supo que estaba diciendo la verdad porque ya sentía los efectos. Lo deseaba con todo su cuerpo. Cada vez que lo miraba, se sentía como un glotón en un banquete romano.

Su mirada se posó en las múltiples cicatrices que cruzaban la perfección de su piel. Imaginó el dolor y las heridas que había sufrido y se sintió orgullosa de aquellas marcas, de aquel recordatorio de su valor. Jacob era un guerrero, pero también podía ser un hombre inmensamente cariñoso. Y esa combinación absolutamente irresistible para ella.

—Entonces… cuando tú… nosotros… cuando hagamos el amor… —intentó decir.

Él rió con suavidad.

—¿Qué quieres saber? ¿Si haremos el amor como dos personas normales?

Ella frunció el ceño, frustrada.

—No me refería a eso. Deja de poner palabras en mi boca.

Él la miró durante unos momentos, como si se debatiera en su interior.

—El sexo puede ser peligroso —dijo—. Los licántropos tenemos que aprender a controlarnos; sobre todo, los de pura raza… Nuestros impulsos son mucho más animales, por así decirlo. No es un problema cuando nos acostamos con un ser de nuestra especie, pero puede llegar a serlo con un humano. Además, si se produce alguna herida y alguien sangra…

—¿Qué puede pasar?

—Que se despierten nuestros instintos de lobo —explicó Jacob—. Sería un desastre, claro. Por eso tenemos que aprender a controlarnos.

—¿Y tú? ¿Has aprendido a controlarte? —preguntó en voz baja, casi inaudible.

—Mi hermano mayor y mi padre me hincharon la cabeza con lecciones y consejos hasta que pensé que me iba a estallar —ironizó, sonriendo—. Pero presté la atención necesaria.

Jacob se sentó, se quitó las botas y empezó a bajarse los calcetines. Ella deseó acercarse y acariciarlo.

—¿Alguna vez has estado a punto de perder el control?

—No, en absoluto. Sólo soy un mestizo, ¿recuerdas? Me controlo mejor que la mayoría de los licántropos.

Renesmee pensó en la palabra «control» y se dijo que a ella tampoco le iría mal, porque la boca se le estaba haciendo agua. Se mordió el labio inferior, incapaz de dejar de mirarlo. Si en ese momento hubieran bombardeado la zona, no se habría movido del sitio.

—Renesmee…

—¿Sí?

—¿Te ocurre algo?

Renesmee intentó reaccionar.

—No, no…

—Pienso respetar tu política contra el sexo, pero si quieres que me mantenga alejado de ti, tendrás que dejar de mirarme de esa manera.

—Lo intento. Te aseguro que lo intento —susurró—. En fin, será mejor que me duche…

—Sí, será mejor.

Cuando Renesmee se alejó hacia el cuarto de baño, habría jurado que Jacob se estaba riendo. A mandíbula batiente.





Renesmee abrió los ojos en la oscuridad, sólo rota por la luz de la luna, y estuvo a punto de gritar. Pero se encontró ante la mirada de unos ojos marrones, tan llenos de energía y tan posesivos que gimió.

—¿Por qué me estás abrazando? —exigió saber.

—Maldita sea, no me mires así —protestó Jacob—. No voy a hacerte daño. Tenías una pesadilla… y cuando te he querido despertar, te has aferrado a mí. Descuida, no pretendía violarte.

—Lo siento…

Renesmee bajó la mirada y vio que, efectivamente, se había agarrado a sus bíceps.

—¿Estás bien? —preguntó él con preocupación.

—No lo sé…

Ella quiso apartarse, pero Jacob se lo impidió.

—Tranquila… No te alejes de mí, Ness. No te haré daño.

—Lo sé, discúlpame —dijo—. Es una respuesta automática, no lo puedo evitar. Mis pesadillas son tan…

Los ojos de Renesmee se llenaron de lágrimas.

—No llores, cariño —dijo él, con voz increíblemente tierna—. ¿Tienes pesadillas a menudo? ¿Con qué sueñas?

—¿Por qué quieres saberlo?

Él le puso una mano debajo de la barbilla y le alzó la cabeza para mirarla a los ojos.

—Porque quiero conocerte. Porque quiero comprenderte.

—No son sobre nada en concreto, sino una mezcla de muchas cosas —declaró, tras un momento de silencio—. Cuando mi madre no estaba saliendo con ningún hombre, me llevaba al cine a ver películas de terror porque le gustaban mucho y no quería ir sola. Luego, sus amantes se dieron cuenta de que yo era muy miedosa y se dedicaban a asustarme siempre que podían.

—¿Qué has dicho? —preguntó él.

—Lo que has oído, me temo. Una noche, uno de ellos se pasó de la raya y se dedicó a aullar y gruñir delante de la puerta de mi dormitorio. Por lo visto, le pareció muy divertido. Y mi madre no le dijo nada.

—Los novios de tu madre… supongo que no te harían… que ninguno de ellos…

Ella sacudió la cabeza.

—No, no. Sólo era una diversión inocente. Y yo era tan increíblemente miedosa, que era un blanco fácil. Cuando llegué a la adolescencia, estaba convencida de que sufrir tantas pesadillas era completamente normal.

—Como me los encuentre alguna vez, se llevarán una dosis de su propia medicina —declaró Jacob.

—Ojalá. Me encantaría verlo…

Renesmee rompió a reír.Jacob sonrió y ella sintió la ola de deseo más intensa de toda su vida.

Quiso controlarse. Se dijo que aquello era un error. Pero no pudo.

Al final, cerró la puerta a la voz de su conciencia y se entregó a las ansias que la dominaban.

Apretó las manos contra la superficie dura y cálida de su pecho y notó los latidos de su corazón, fuertes y regulares. Él se quedó completamente inmóvil, saboreando el efecto de su contacto, y ella lo acarició con manos temblorosas.

Por fin, Jacob le apartó el pelo de la cara, puso las manos en sus mejillas y la miró a los ojos. Renesmee absorbió la belleza masculina y contundente de sus rasgos bajo la luz de la luna, que entraba por la ventana; desde la forma evocadora y sensual de su boca y de sus pómulos, hasta las arrugas enormemente atractivas que se le formaban en los ojos.

—Si no quieres que te vuelva a besar —dijo él, con voz ronca—, será mejor que me lo digas ahora, pequeña.

Renesmee le acarició el cuello a modo de respuesta. Él soltó un profundo gemido y la besó.

Fue como echar una cerilla a un tanque de combustible. La atracción que sentían estalló en una nube de hambre y necesidad.

Jacob la echó en la cama y la cubrió con el calor de su cuerpo, acercando la boca a pocos milímetros de Renesmee. Estaba tan cerca, tan deliciosamente cerca, que ella se estremeció. Y lo deseaba tanto que casi le dolía.

—Más, más… —gimió, sorprendida de su propio ruego.

Él bajó la cabeza y su risa ronca y profunda resonó contra uno de los pezones de Renesmee.

—No me metas prisa, Ness. Quiero tomármelo con calma. Saborearte.

Le acarició las costillas y le subió la camiseta para explorarla mejor.

—Mmm… —gimió ella.

Renesmee le acarició el pecho. Le encantaba su olor, el contraste de sus texturas, la combinación de dureza y suavidad.

Jacob le acarició la parte inferior de uno de los senos e introdujo una mano por debajo de sus braguitas.

Fue tan emocionante que Renesmee dejó de respirar durante unos segundos. Entonces, introdujo los dedos entre sus muslos, localizó su sexo húmedo y caliente y emitió un sonido gutural.

—Eso… eso no es un beso… —dijo ella, estremecida.

—Sí, lo sé —susurró Jacob, con una sombra de sonrisa—. Relájate, cariño. No te haré daño. Te lo prometo.

—Jacob…

Jacob cerró una mano sobre el sexo de Renesmee, apartó la tela que aún se interponía y le succionó un pezón, haciéndole gritar.

—No me canso de ti, Ness…

—Jake…

Se arqueó contra él, apretando el pecho contra su boca, concentrándose en las caricias de sus labios y de su lengua.

—Relájate —ordenó él.

Jacob ascendió un poco y la besó apasionadamente en la boca, sin contenerse. Renesmee lo deseaba de un modo tan feroz que casi no podía soportarlo. Era como si el mundo entero estallara en su interior, desgarrándola con una violencia y una fuerza incontenibles.

Lo miró a los ojos y él le devolvió la mirada. Todo en él era anhelo, ansias, una necesidad primitiva.

Renesmee se estremeció de placer y a continuación, al sentir que Jacob le introducía un dedo en su sexo, se quedó completamente inmóvil.

—Eres tan pequeña y estás tan caliente, tan húmeda…

Ella se apretó contra él. Jacob la besó otra vez en la boca y dijo:

—Déjate llevar.

Introdujo el dedo un poco más y la frotó con dulzura.

El miedo y las pesadillas de Renesmee se esfumaron bajo la intensidad de aquel placer que la consumía por completo. Jacob siguió besándola mientras entraba y salía de ella y le acariciaba el clítoris con el pulgar, como un maestro consumado.

Renesmee tardó muy poco en alcanzar el clímax. Gritó, se estremeció de la cabeza a los pies y se dejó caer en un torbellino tan largo y tan intenso que, cuando por fin terminó, la dejó jadeando y sin fuerzas.

Oyó que Jacob le susurraba algo urgente y ronco contra el cabello; pero antes de que pudiera responder, se quedó dormida entre sus brazos, con la mejilla apretada contra el pecho de Jacob y sus latidos pesados y violentos.
 
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Solos tú & yo * Capítulo 8

MediaAdaptación




CAPITULO 8

Como vamos a pasar la noche juntos, Edward no me sigue hasta mi casa después de la escuela. En cambio, nos damos un breve beso en el aparcamiento antes de subir a mi coche y dirigirme al centro comercial.

Quiero comprar algo especial para esta noche… algo bonito para la obra de Alice y mi gran cita…

Pero luego de mirar mi reloj y ver que no tengo tanto tiempo como pensé, me pregunto si no debería de haberle seguido la corriente a Edward cuando dijo de quedar ese día.

Me apresuro por el aparcamiento preguntándome si debería tratar de encontrar a Rosalie. No hemos pasado mucho tiempo juntas desde que las cosas se pusieron raras por Tanya, y luego cuando conoció a Royce, bueno, aun cuando él no asiste a nuestra escuela, ellos han estado prácticamente pegados el uno al otro desde entonces. Y hasta ahora, no me ha importado verla menos ya que parece tan feliz. Como si finalmente hubiese encontrado alguien a quien no solo le gusta ella sino que es bueno con ella. Pero últimamente, he comenzado a extrañarla, y estoy pensando que un rato juntas me podría hacer algún bien.

La vi a ella con Emmett apoyados en su deportivo rojo, miro como Rosalie toma su brazo y ríe a algo que él dice. Sin ninguna duda, Royce pronto va a ser reemplazado. Y aun cuando estoy determinada a frenarlo antes de que sea

demasiado tarde, estoy justo por frenar al lado de ellos, cuando Emmett mira por sobre su hombro, su mirada en mi tan insistente, tan intima, tan llena de intención… piso el pedal y sigo de largo.

Porque aun cuando todos mis amigos piensan que es muy cool, a pesar de que Edward no parece estar alarmado… a mi no me agrada.

Aunque mis sentimientos están basados en nada más que una molestia en mí estomago cada vez que él esta cerca… el tema es que: ese chico nuevo de verdad que me da escalofríos.

Como hace calor, me dirijo al centro comercial de Scrach Coast Plaza, en vez del mundano Fashion Island, aun cuando las personas locales habrían hecho lo contrario.

Pero yo no soy local, yo soy de Oregon. Lo que quiere decir que estoy acostumbrada a que la época anterior a la primavera sea mas…bueno, parecida a la primavera. Ya sabes, lluvias, mucho barro.

Como una verdadera primavera. No este caluroso, raro y poco natural verano que trata de hacerse pasar por primavera. Y por lo que he escuchado, solo se va a poner peor. Lo que hace que extrañe mi hogar aun más.

Normalmente, trato de evitar lugares como este… un lugar tan atestado de personas y ruidos y esta energía acumulada que siempre me sobrepasa y me pone al borde. Y sin Edward a mi lado, actuando como mi escudo psíquico, estoy de nuevo con mi Ipod en las orejas.

Aunque me rehúso a usar mi capucha y gafas oscuras como solía hacerlo, no quiero parecer un bicho raro. En cambio, trato de mirar solo lo que tengo justo en frente, y bloquear mi visión periférica como me enseñó Edward.

Me pongo los auriculares y subo el volumen, dejando que el ruido barra todo lo demás.

Cuando me dirijo hacia Victoria’s Secret, hacia los camisones, estoy tan enfocada e inmersa en mi misión, que no veo a Jessica y Laurent justo a mi lado.

-Oh, Mi Dios!- Jessica canta, acercándose con tanto propósito que uno creería que tengo escrito: GUCCI, MITAD DE PRECIO. -No puedes hablar en serio- Mira al salto de cama en mi mano, su perfecta manicurada de uñas señalando el encaje que tiene tanto en la parte de arriba como abajo, encontrándose en el medio donde tiene algunos detalles de cristal incrustado.

Y aun cuando solo estaba curiosa, y ni siquiera pensaba comprarlo, viendo su cara y escuchando la burla en su mente me hace sentir totalmente estúpida.

Lo pongo de nuevo en su lugar y juego nerviosa con mi auricular, como si nunca hubiese escuchado nada mientras me dirijo a la parte de algodón que son más mi estilo.

Pero justo cuando estoy viendo un par de conjuntos rosas y naranjas con rayas, me doy cuenta de que eso no es lo que mas le gustaría a Edward, él probablemente preferiría algo un poquito más picante. Algo con menos algodón y un poco más de encaje. Algo que pueda ser llamado sexy. Y sin siquiera mirar, se que tanto Jessica como su perro faldero me siguieron.

-Aw, mira Laurent. La rara no puede decidir entre sexy y dulce.- Jessica menea la cabeza y me sonríe. -Créeme, ante la duda, siempre ve por lo atrevido. Es casi una cosa segura. Además, por lo que recuerdo de Edward, no esta muy en lo dulce.

Me quedo helada. Pero solo por un momento antes de que me obligue a mi misma a seguir buscando, sin dejar que ella piense, siquiera por un segundo, que sus palabras tuvieron algún efecto en mí.

Además, ya estaba enterada de lo que había pasado entre ellos, y estoy feliz de poder decir que no fue ni atrevido ni dulce. Porque a decir verdad no paso absolutamente nada. Edward solo actuaba interesado en ella para poder llegar a mí. Y aun así, solo el pensar en el actuando como que le gustaba ella me pone incomoda.

-Venga, vamos, no puede oírte- Dice Laurent, tomándola del brazo y mirando de la una a la otra, luego mirando su celular para ver si Mike había contestado su mensaje.

Pero Jessica permanece en su lugar, disfrutando tanto del momento que no se quiere dar por vencida tan rápido.

-Oh, me puede escuchar bien- Dice una sonrisa jugando al borde de sus labios -No

dejes que el Ipod y los auriculares te engañen. Ella puede escuchar todo lo que decimos y lo que pensamos. Porque Bella no solo es rara, es una bruja.

Me doy vuelta y me dirijo al otro lado de la tienda, recorriendo filas de corpiños y corsés, diciéndome: ignórala, ignórala, solo concéntrate en las compras y se va a alejar.

Pero Jessica no se va a ningún lado, en cambio, me agarra del brazo y me empuja hacia ella, diciendo:

-Vamos, no seas tímida. Muéstrale. Muéstrale a Laurent lo rara que eres!

Sus ojos miran a los míos, enviando una corriente de energía oscura que pasa justo por mí mientras ella aprieta mi brazo tan fuerte que su dedo pulgar e índice casi se juntan. Y yo se que lo que ella esta intentado hacer, incitándome, sabiendo exactamente de lo que soy capaz después de la vez que perdí el control en los pasillos del colegio. Solo que aquella vez ella no lo hizo a propósito… ella no tenia idea de lo que podía hacer.

Laurent se empieza a sentir incómoda, parada justo al lado de ella lloriqueando. -

-Vamos Jessica. Vayámonos de aquí. Esto es aburrido.

Pero Jessica la ignora y me toma aun mas fuerte del brazo, sus uñas clavándose en él mientras murmura: Vamos, díselo. Dile lo que eres!”

Cierro mis ojos, mi estomago revolviéndose mientras mi cabeza se llena de imágenes similares a las que había visto antes. Jessica peleando por la pirámide de popularidad, maltratando más de lo necesario a todas aquellas por debajo de ella. Incluyendo a Laurent, especialmente a Laurent, que tiene tanto miedo de no ser popular que no hace nada para defenderse….

Podría decirle la horrible amiga que Jessica realmente era, exponerla por la espantosa persona que se que es… Podría hacer que Jessica me suelte y hacerla volar por la vidriera hasta fuera del negocio…

Solo que no puedo. La ultima vez que me deje llevar en la escuela, cuando le dije a Jessica todas las cosas horribles que se sobre ella, fue un error colosal… uno que no puedo cometer de nuevo. Hay tanto más que esconder ahora, secretos aun más grandes… secretos que no me pertenecen solo a mí sino que también a Edward.

Jessica se ríe mientras yo intento mantenerme calmada y sin actuar. Recordándome a mi misma que, aunque parecer débil esta bien, darme por vencida ante la debilidad no lo esta. Es absolutamente imperativo aparentar ser normal, sin saber lo que esta pasando, y dándole la ilusión que ella es mas

fuerte que yo.

Laurent mira su reloj, rodando los ojos, queriendo irse. Y justo cuando estoy por tirar para alejarme, e inclusive empujar…sin querer… a Jessica mientras lo hago, veo algo horrible, tan repulsivo que choco contra la lencería que cae al suelo mientras intento soltarme.

Corpiños, bombachas, corsés… todo cae al suelo en un amontonado revoltijo.

Conmigo como cereza de postre arriba.

-Oh mi Dios!- Jessica ríe, agarrando a Laurent mientras ambas se desdoblan de la risa.

-Eres una persona verdaderamente torpe!- Dice, agarrando su celular para capturar el momento con un video, haciendo zoom mientras yo intento quedar libre de una bata roja que quedo enrollada en mi cuello.

-Mejor te das prisa y limpias esto!- Ella me mira de soslayo, ajustando el ángulo mientras yo intento ponerme de pie. -Ya sabes lo que dicen, si lo rompes lo pagas!

Me logro poner de pie, viendo mientras Jessica y Laurent se alejan en el momento justo en el que un vendedor se acerca. Jessica dando una pausa lo suficientemente larga como para mirarme por encima de su hombro y decir:

-Te estoy vigilando Bella. Créeme, no he terminado contigo.- Antes de alejarse corriendo.

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miércoles, 22 de junio de 2011

La Danza de la Noche * Capítulo 6

Adaptación



CAPÍTULO 6:


Cuando Edward notó que la vida volvía a su cuerpo, se dio cuenta de que estaba hambriento. Se despertó con los colmillos prolongados, dispuestos a hundirlos en cualquier cuello. Sin embargo, era extraño que Edward tomará sangre humana aquellos días, porque solo deseaba la que tomaba de Bella. Sacó una botella de sangre sintética del refrigerador, y como no le gustaba tomarla fría, dejó correr el agua caliente en el baño y puso la botella en el lavabo mientras se duchaba. Odiaba quitarse el olor de Bella de la piel, pero quería parecerle lo más normal posible a la gente con la que iba a hablar aquella noche. Cuanto más humano pudiera parecer un vampiro, más probable era que los humanos fueran abiertos en una conversación. Edward se había dado cuenta de que la interacción era más fácil para Emmett, que todavía recordaba con claridad como era respirar y comer.

De los nombres y números de teléfono que había copiado de la agenda de Bella, había algún explicativo, como “papá y mamá”. “Les”, había escrito en otro, y Edward estaba seguro que tendría que investigar aquel. Un hombre soltero podría ser un rival. Los números más interesantes eran los del “Sargento Uley”. Había etiquetado un número como “Comisaría”, y el segundo número como “Casa”.

Pineville era como cualquier otro pueblo pequeño. Parecía que estaba dominado por un gran negocio, la fábrica de Muebles Vulturi, una enorme factoría que parecía que funcionaba veinticuatro horas al día. El letrero de la biblioteca decía Biblioteca Vulturi, y el complejo de la iglesia tenía un edificio entero llamado Centro de Vida Familiar Alec Vulturi.

La empresa de neumáticos pertenecía a los Vulturi, y uno de los concesionarios de coches también.

No había ninguna señal que dijera que la policía también era de los Vulturi, pero Edward sospechaba que aquello estaba cerca de la verdad. Encontró con facilidad la comisaría. Estaba en la plaza del pueblo, en un edificio bajo de ladrillo rojo. La acera desde el aparcamiento hasta la puerta principal estaba adornada con azaleas a punto de florecer. Edward abrió la puerta de cristal y vio a un policía en su escritorio, y a una joven vestida de civil junto a la fotocopiadora. Ambos estaban charlando cuando entró Edward.

-Si, señor?- preguntó el oficial.

La joven miró a Edward y dio un respingo.

-Vampiro- dijo con la voz ahogada.

El hombre miró a la chica, y después a Edward con desconcierto. Entonces vio la palidez de Edward por primera vez e irguió los hombros.

-En que puedo ayudarlo, señor?- preguntó

-Quisiera hablar con el sargento Uley- dijo Edward, sonriendo.

-Oh, se retiró- dijo la joven, antes de que el policía pudiera contestar. La etiqueta de identificación del hombre rezaba Peter. No parecía que estuviera muy conetnto con la intromisión de la chica en su conversación con el vampiro.

-Donde puedo encontrarlo?- preguntó Edward

El oficial Peter le lanzó a la chica una mirada de advertencia, y después sacó un lapicero del cajón de su escritorio para dibujarle un plano a Edward.

-Tuerza a la izquierda en la siguiente señal de stop- le dijo- después siga dos manzanas hacía delante, y encontrará una casa blanca que hace esquina, con las contraventanas de color verde oscuro.

-Quizá se haya marchado- dijo la muchacha de mal humor.

-Charlotte, sabes que todavía no se ha ido.

-He oído que estaba haciendo las maletas.

-No se ha marchado todavía-dijo Peter, y se volvió hacía Edward- Los Uley se están mudando a su casa de Florida.

-Supongo que había llegado el momento que se retirara- dijo Edward, deseoso de averiguar todo lo posible.

-Se jubiló anticipadamente- dijo la chica- se disgustó mucho con el asunto de Isabella Swan

-Charlotte, cállate-dijo el oficial Peter

Edward intentó aparentar indiferencia.

-Muchas gracias-dijo, y se marchó con las indicaciones, preguntándose si llamarían al ex sargento para advertirle de la inminente visita de Edward.



El sargento Uley había recibida una llamada de la comisaría. La luz de la fachada estaba encendida cuando Edward aparcó frente a su modesta casa. Edward no tenía ningún plan para interrogar a un policía retirado. Lo haría todo por instinto. Si Bella había escrito el número de teléfono de aquel hombre en su agenda, entonces eran amigos.

Edward llamó con suavidad a la puerta y abrió un hombre delgado, recién afeitado, de estatura media, con una sonrisa precavida.

-En que pudo ayudarlo?- preguntó

-Es el sargento Uley?

-Si, el mismo

-Me gustaría hablar con usted sobre una amiga en común.

-Tengo una amiga en común con un vampiro?- preguntó Uley, y entonces se dio cuenta de lo que había dicho- discúlpeme, no quería ofenderlo. Por favor, pase.

El hombre no parecía muy seguro de si debía invitar a Edward a su casa, pero se apartó, y Edward entró a un pequeño salón. Había cajas por todas partes, y la casa estaba desnuda. Los muebles seguían allí, pero las paredes estaban vacías.

Había una mujer morena en la puerta de la cocina. Al ver a Edward, le tendió la mano. Tenía una mirada de inteligencia y clavó los ojos en los de Edward. Parecía que no sabía que él podría hacer todo tipo de cosas con una mirada tan directa.

-Me llamo Emily- dijo- disculpe el aspecto de la casa, pero nos marchamos dentro de dos días. Cuando Sam se jubiló, decidimos marcharnos a nuestra casa en Florida. Es de la familia de Sam desde hace muchos años.

Sam estaba observando intensamente a Edward.

-Por favor, siéntese.

Edward se sentó en una butaca, y Sam Uley se acomodó en el sofá.

-Yo voy a lavar los platos- dijo Emily.

Sin embargo, Edward sabía que podía oírlos, si quería.

-Y nuestra amiga común?- preguntó Sam

-Isabella

La expresión de Uley se endureció.

-Quien es usted? Quien lo envia?

-He venido porque quiero averiguar que le ocurrió

-Porque?

-Porque está asustada de algo, y no puedo solucionarlo a menos que sepa de que se trata.

-A mi me parece que si ella quisiera que usted lo supiera, se lo habría dicho.

-Está demasiado asustada.

-Ha venido a preguntarme donde está?

Edward se sorprendió

-No. Ya se donde está. La veo todas las noches.

-No lo creo. Creo que usted es un detective privado. Sabíamos que vendría alguien, más tarde o más temprano, alguien como usted. Por eso nos marchamos del pueblo. Si piensa que puede librarse de nosotros con facilidad, se equivoca-dijo. Entonces, Edward vio que tenía una pistola en el regazo, y que lo estaba apuntando con ella.

-Es fácil darse cuenta de que usted nunca había conocido a un vampiro- dijo Edward

-Por que?

Antes de que Sam pudiera apretar el gatillo, Edward ya tenía la pistola. Dobló el cañón y la tiró hacía atrás.

-Emily!- gritó Sam- Corre!

Se tiró hacía Edward, intentando agarrarlo hasta que Emily pudiera escapar.

Edward inmovilizó al hombre agarrándolo por los brazos.

-Cálmese, señor Uley

Emily apareció en la habitación con un cuchillo de cocina entre las manos. Se movió de atrás hacia delante, sin querer apuñalar a Edward, pero decidida a defender a su marido.

Les caía bien los Uley.

-Por favor, cálmense los dos-dijo

Y quizá la serenidad de su voz y de su postura consiguió tranquilizar al matrimonio. Sam dejó de forcejear, y Emily bajó el cuchillo.

-Ahora se hace llamar Bella- les dijo- va a la universidad y tiene una gata que se llama Nessie

Emily abrió mucho los ojos.

-La conoce-dijo

-Eso puedo saberlo por haberla sometido a vigilancia- dijo Sam, que no estaba tan seguro

-Como la conoció?- preguntó Emily

-Bailo con ella. Trabajamos bailando.

Los Uley intercambiaron una mirada de asombro.

-Que hace antes de salir al escenario?

-Cabeza alta, pecho fuera, hombros erguidos, gran sonrisa, manos bonitas- recitó Edward mostrando una vez más su carismática sonrisa.

Sam Uley asintió.

-Supongo que ya puede soltarme- dijo- como está?

-Está sola. Y la otra noche vio algo que le asustó

-Y que sabe usted sobre ella?

-Se que ha ganado muchos certámenes de belleza, y que ha bailado en muchos concursos. Se que no tiene relación con su familia, pero que tiene un hermano. Se que se está escondiendo.

-Has visto su estómago?

-Las cicatrices, si.

-Sabes como se las hizo?- preguntó Sam

Edward negó con la cabeza.

-Emily, cuéntaselo tú

Emily se sentó en el sofá, junto a su marido. Se agarró las manos con fuerzas en el regazo y comenzó a hablar.

-Yo le di clase en décimo curso- dijo- ya entonces había ganado títulos. Isabella es... muy bella. Y su madre la presionaba y la presionaba. Ella también ganó muchos concursos de belleza, y se casó con Charlie Swan después de estudiar dos años en la universidad, creo. Charlie era un hombre muy guapo, todavía lo es, pero no tiene carácter. Dejó que Renné mandara en casa de manera autoritaria, y en el trabajo permitió que su jefe pisoteara lo que quedaba de su.... hombría.

-Su jefe?

-Marco Vulturi

-La familia que posee todo este pueblo

-Si. Exacto. Charlie trabajaba para ellos. El otro hijo de los Swan, Seth, siempre fue insignificante al lado de su hermana. Es un buen chico, y creo que ha mantenido el contacto con Isabella. Seth se ha marchado a la universidad, y no viene mucho a casa.

-Alec, el hijo de Marco, volvió a su casa por Navidad durante el último curso de sus estudios, hace dos años- prosiguió Sam- habían elegido a Isabella Reina del Desfile de Navidad, e iba montada en un gran trineo, vestida con un traje blanco y una corona brillante. Parecía que había nacido para hacer aquello.

-Es una buena chica- dijo Emily de repente- No estoy diciendo que sea un ángel o una santa, pero Isabella es una joven buena. Y tiene valor, como su madre. No, lo retiro. Su madre tiene carácter fuerte, pero no tiene fibra propia. Su valor pertenece al dios social.

A Sam se le escapó una carcajada de amargura.

-Ese es el dios que rige en las pequeñas ciudades- le dijo a Edward- el que tiene que hacerlo todo correctamente, seguir todas la normas, e irás al cielo. Al cielo social.

-En el que recibes invitaciones para ir a los lugares adecuados, y moverte con la gente adecuada- prosiguió Emily

Edward estaba empezando a notar un zumbido en la cabeza. Lo reconoció: era una cólera intensa.

-Y que ocurrió?- preguntó, aunque estaba seguro de que lo sabía

-Alec le pidió salir a Isabella. Ella solo tenía diecisiete años. Se sintió halagada, emocionada. Él la trato muy bien las dos primeras veces. La tercera vez, la violó.

-Isabella vino aquí- dijo Emily- su madre no le hizo caso, y su padre le dijo que debía de haberse equivocado. Le pidió que no se pusiera mucho perfume ni maquillaje, ni un vestido sexy. Ella era.... fue su primera vez. Estaba destrozada. Sam llamó al jefe de policía de aquel momento. No es que fuera un monstruo, pero no quería perder el puesto de trabajo arrestando a Alec.

-Ella se encerró en casa y no salió en dos semanas- dijo Sam- su madre nos llamó y nos dijo que no contáramos más mentiras sobre los Vulturi. Dijo que Isabella había malinterpretado la situación. Esas fueron sus palabras exactas.

-Después- intervino Emily- Isabella supo que estaba embarzada.

El zumbido que Edward notaba en la cabeza se hizo más intenso, más insistente. Nunca lo había sentido, en cientos de años.

-Llamó a Alec y se lo dijo. Supongo que algo tan grave haría que recuperara el sentido común. Quizá se imaginó que él era violento por culpa de sus padres, o que él haría lo correcto de algún modo. Solo tenía diecisiete años. No se lo que pensó. Tal vez quería que la llevara la médico, no lo se. Ella no quiso decírselo a sus padres.

-Y él decidió ocuparse personalmente- dijo Edward

-Si- respondió Sam- se volvió loco. Normalmente, es capaz de comportarse como una persona normal cuando hay más gente alrededor. Sin embargo, aquella noche no pudo mantener las apariencias. Dejó el coche enfrente de la casa de los Swan, y Isabella salió sin decirles adonde iba a sus padres. Sin embargo, Seth estaba mirando por la ventana, y vio... después de golpearla en la cara varias veces, Alec rompió su botella de soda y la usó para...- se interrumpió Emily. Hubo un largo momento de silencio- Seth salió a tiempo para salvarle la vida a Isabella, golpeando a Alec con su bate de béisbol. Entonces estaba en el equipo de béisbol del instituto.

-La escena en el hospital fue.... puede imaginárselo- dijo Sam con la voz cansada- Isabella perdió al bebé, por supuesto, y sufrió daños considerables y permanentes. Estuvo una temporada en el hospital.

-Nadie podía pasar por alto aquello- dijo Emily con aflicción- pero los Vulturi consiguieron un buen abogado, por supuesto, y él alegó enajenación mental. Aquí, en Pineville, un Vulturi no puede ser condenado. Declararon que había sido enajenación mental transitoria y el juez decretó que pasara una temporada en un sanatorio mental, y ordenó que la familia pagará los gastos médicos de Isabella. También impuso una orden de alejamiento de Alec; no podía acercarse a menos de cien metros ni ponerse en contacto nunca más. Sin embargo, cuando los médico decidieron que Alec se había estabilizado, pudo salir a la calle a hacer cursos de gestión de la ira y otro tipo de terapias. Eso duró cuatro años- explicó Emily, sacudiendo la cabeza- Aunque no le ha servido de nada.

-Mutiló a Isabella, provocó la muerte de su propio hijo en su útero, y después de una condena para guardar las apariencias lo ponen el libertad- dijo Edward. Cabeceó, con una expresión remota- desde que vivo en América, he admirado su sistema legal. Es mucho mejor que el que conocí cuando era pequeño, en Irlanda, cuando se podía colgar a un niño por robar pan cuando tenía hambre. Pero esto no es mucho mejor.

Los Uley se miraron con vergüenza, como si ellos fueran los responsables de aquella injusticia.

-Ese es otro de los motivos por los que nos mudamos- dijo Sam- más tarde o más temprano, cuando menos lo esperemos, Marco nos hará pagar por apoyar a Isabella. Ella se quedó con nosotros un tiempo cuando estaba convaleciente. No quería ver a sus padres. Seth venía a visitarla. Renné no, y tampoco Charlie.

Edward no expresó su incredulidad, y no hizo ningún comentario sombre el comportamiento de la familia de Isabella. Había visto cosas peores durante su larga vida, pero nunca había visto que le hicieran algo así a alguien que le importara tanto como Isabella Marie Swan.

-Los llamá por teléfono?- preguntó Edward

-Si, de vez en cuando. Llama aquí, también solía llamar a la comisaría, para saber si Alec es completamente libre.

-Lo es?

-Si. Después de cuatro años, ya ni siquiera tiene supervisión. Está completamente libre.

-Y vive aquí?

-No. Se marchó enseguida de la ciudad.

-Ella lo ha visto- dijo Edward

-Oh, no. donde?

-En una fiesta en la que estábamos bailando

-Y se acercó a ella?

-No

-Él la vio?- preguntó Emily

-No lo se- dijo Edward lentamente- pero tengo que volver. Ahora.

Sam dijo:

-Espero que tenga pensando ser bueno con ella. Si me entero de lo contrario, iré a buscarlo con una estaca en la mano. Isabella ya ha tenido suficientes problemas.

Edward se puso de pie e hizo una reverencia, de un modo muy anticuado.

-Los veremos en Florida- dijo

Se marchó de Pineville y pisó el acelerador del coche alquilado para tomar un avión que le permitiera llegar a la ciudad a tiempo para encontrar un lugar de descanso diurno. Había un apartamento para vampiros muy cerca del aeropuerto. Llamó con antelación para reservar un ataúd, y subió al avión después de asegurase de que había un espacio de emergencia en la cola, donde podría esperar si salía el sol. Finalmente, todo fue bien, y estaba en una habitación con otro tres ataúdes ocupados cuando amaneció.
 
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Comentarios???
 

Más Premios!

Hola mis dulces lectores!!
Mi amoree, Mari, del blog http://sangreyhielo.blogspot.com/ me ha otorgado estos premios :) Gracias wapa!! Me encantan ;)

En el primer premio hay que seguir unos pasos, así que ahí vamos:

1. Poner esta imagen tan colorida


2. Busca el minuto 15 de la última película que hayas visto y poner aquí la frase que digan en ese momento:

-Nos asegurariamos  (La Decisión de Anne)

3. Di los coleres que te inspiran el día:

Aunque suene raro, el negro, porque en la oscuridad siempre puedes encontrar ese puntito de luz.

4. Cada blog premiado, nomina un número menos de blogs:

Este premio se lo doy a..... Laap del blog http://mashayadelcrepusculo.blogspot.com/ y a Roxii del blog http://lunadeamanecercullen.blogspot.com/



1. Que significa tu historia para ti?

Pues para mi, es todo. Porque en ella puede poner lo que siento, puedo dejar volar mi imaginación y puedo invitar un mundo que nadie más a podido invitar.

2. Trata de ti o de tus sueños?

Creo que es una mezcla entre los dos jajajaj

3. Existe ese mundo o esa vida para ti?



En alguna de mis historias.... podría ser que alguna vez me pasara, pero en otras... no! xD

4.Cuando la hiciste que sentiste la primera vez que la publicaste ?


Pues solo quería que la gente la aceptara, porque siempre había tenido todas esas historias en una carpeta en el ordenador, o en hojas sucías guardadas en carpetas....

5. Que pensaste cuando recibiste tu primer comentario?


Alegría y emoción!!

6. Sientes que tu historia es la mejor de todas?

No. Se que hay historias mejores que las mias, y no me da miedo reconocerlo, aunque lleve mucho tiempo escribiendo y una año y medio (más o menos) publicando en mi rincón, se que aun no tengo ese talento que muchas personitas impresionantes y adorables tienen, yo mientras.... sigo luchando para conseguirlo! :)

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domingo, 19 de junio de 2011

Premios!!

HOla mis dulces lectores!!
Un personita muy dulce me entrego estos premios ;) Su nombre es Luz y su blog http://elamortodolovale.blogspot.com/
Muchas gracias por entregarmelos, y por acordarte de mi!!




este premio viene acompañado de una pregunta, y esta es.....
·En tu vida hay algo que quieras cambira? porque?
No hay nada que quiera cambiar en mi vida, me gusta tal y como es. No tengo una vida perfecta, sino más bien todo lo contrario, pero creo que las cosas malas nos hacen crecer como personas, y si por estas cosas del destino, me ha tocado esta vida, lo único que tengo que hacer, es aprender de lo malo y disfrutar de lo bueno. PASARLO GENIAL!!

sábado, 18 de junio de 2011

Hambrientos de Deseo * Capítulo 6

Adaptación



CAPÍTULO 6:

Seth pisó el acelerador a fondo, pero no conseguían alejarse de los gritos guturales, demoníacos. Los salvajes sonidos mantenían la distancia con el todoterreno, siguiéndolo entre los bosques que flanqueaban el camino privado que ascendía por la montaña entre curvas y más curvas.


Renesmee cayó hacia un lado y se golpeó contra la portezuela cuando Seth tomó una curva a gran velocidad. Jacob maldijo en voz alta, extendió un brazo y la ayudó a incorporarse. Aún intentaba recobrar el equilibrio cuando Seth frenó en seco, de un modo tan brusco que el cinturón de seguridad se le clavó a Renesmee en el hombro y la dejó sin aliento.

—¡Hay un tronco en el camino! —murmuró.

Seth dio un golpe al volante, miró hacia atrás y añadió:

—Y han puesto otro por detrás, a varios metros de aquí. Me temo que tendremos que luchar si queremos salir con vida.

—Sí, eso parece —dijo Jacob.

En el bosque sonó otro aullido. Demasiado cerca para que Renesmee se tranquilizara.

De repente, Jacob la atrajo hacia sí y le dio un beso en la boca.

—Quiero que te tumbes en el suelo, Ren. Y por favor, oigas lo que oigas, no salgas del todoterreno.

El contacto de sus labios la había dejado anonada, pero sacó fuerzas de flaqueza y consiguió preguntar:

—¿Qué…? ¿Qué son esas cosas de fuera?

Renesmee ni siquiera supo por qué lo preguntó. Conocía la respuesta.

Sin embargo, la parte menos racional de su mente tenía la remota esperanza de que los aullidos no fueran de hombres lobo, sino de bestias relativamente débiles y pequeñas, de monstruos de los que se pudieran librar con cierta facilidad.

Incluso en ese momento, después de todo lo que había pasado, se negaba a aceptar que estuvieran rodeados por una manada de hombres lobo asesinos, sacados de la peor de sus pesadillas.

Jaocb le apartó un mechón de la cara y suspiró lentamente.

—Descuida, no es nada que Seth y yo no podamos solventar. Te lo prometo, Renesmee. Te acabo de encontrar y no voy a permitir que te hagan daño.

Ella intentó sonreír, pero no lo consiguió.

—¿Qué puedo hacer?

Los ojos oscuros de Jacob escudriñaron los alrededores.

—Exactamente lo que te he dicho. Túmbate y no hagas ruido.

—¿No puedes llamar a nadie para que nos venga a ayudar?

—No hay tiempo para eso.

—¿Podrías darme una pistola?

—Nunca llevo pistola cuando voy a una ciudad. Además, no te serviría de nada —respondió mirándola con detenimiento—. Las balas nos pueden retrasar un poco, pero no nos matan. Sangramos, desde luego, pero nuestras heridas se curan solas. La única forma de acabar con un hombre lobo es romperle la columna vertebral o arrancarle la cabeza… si alguna vez te quieres librar de mí, ya sabes lo que tienes que hacer.

Ella soltó una carcajada nerviosa.

—Lo recordaré…

—No lo dudo.

—¿Jake?

—¿Sí?

—¿Es tarde para volver?

—¿A casa? —preguntó él, frunciendo el ceño.

Renesmee sacudió la cabeza e intentó mantener la calma. Estaba muerta de miedo, dominada por el pánico; pero curiosamente, no tenía miedo por ella sino por él, por el hombre que estaba a punto de abandonar la seguridad del todoterreno para arriesgar su vida en el combate con unos monstruos.

Seguía sin entender la relación que se había establecido entre ellos y la mezcla de terror y deseo que Jacob le provocaba, pero sabía, sin la menor sombra de duda, que no quería perderlo.

—No, de vuelta al principio —dijo con voz trémula—. Antes de todo esto.

Él gruñó.

—Nos habríamos conocido más tarde o más temprano, Ness. La naturaleza nos habría unido de todas formas, por mucho que intentáramos evitarlo.

Ella apretó los dedos sobre los músculos duros de su brazo.

—No es nuestro encuentro lo que me preocupa. Es la idea de que te pase algo… de que salgas de aquí y no regreses —le confesó.

—No me vas a perder. Pero si quieres que sigamos con vida, tengo que salir —dijo él—. Más tarde, te demostraré que en todo este asunto hay cosas buenas, que mi presencia en tu vida no va a ser únicamente una fuente de sangre y de dolor.

Ella asintió.

Él le puso una mano debajo de la barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos.

—Recuérdalo. Quédate en el suelo del todoterreno, fuera de la vista. ¿Lo has comprendido?

—Sí, sí, es que…

—¿Lo has comprendido? —insistió.

—Sí, pero no tardes demasiado.

Él sonrió, salió del vehículo y cerró la puerta con fuerza. Renesmee sintió un escalofrío, y el escalofrío se convirtió poco a poco en un frío intenso, interior, que le hizo rechinar los dientes.

El bosque se había quedado en un silencio sepulcral, pero Renesmee sabía que los monstruos seguían allí, agazapados como víboras en la espesura, esperando su oportunidad.

Al otro lado de las oscuras ventanillas, distinguía los tonos rojos, morados y naranjas del cielo. Le pareció asombroso que en un momento tan terrible pudiera haber tanta belleza, que una semana que había empezado de forma tan rutinaria y normal terminara por ofrecerle las horas más increíbles de su vida.

No entendía nada. No tenía las respuestas. Pero ardía en deseos de descubrir la verdad y de comprender su significado.

Si salían con vida de aquella situación, intentaría superar sus temores y averiguaría qué esperaba Jacob Black, realmente, de ella.





Jacob se obligó a mantener la calma y miró al interior del todoterreno para asegurarse de que Renesmee seguía sus instrucciones. Después, Seth y él repitieron la rutina de siempre: estiraron los brazos, colocándolos a los lados del cuerpo, para permitir que sus manos se transformaran en garras. Los huesos crujieron y adoptaron su nueva posición al alargarse. La piel se estiró y adoptó la forma de la estructura nueva.

Unas uñas largas y afiladas surgieron por la punta de sus dedos con un sonido rápido y sibilante.

Estaba preparado. Preparado para matar. Preparado para proteger lo que era suyo.

Sabía que debía mantener la sangre fría, pero tenía miedo por Renesmee y estaba más alterado de lo normal. Hasta entonces, siempre había actuado según las normas, aplicando la formación recibida y dejándose llevar por el instinto. Las emociones no formaban parte del juego. Las emociones, de hecho, no formaban parte de su vida. Pero ahora estaba furioso.

Si no se calmaba, las cosas podían terminar mal.

Pero un segundo después, al oír que unas ramas se movían a su izquierda, supo que le estaban ofreciendo la vía de escape perfecta para su ira.

—Vamos, cerdos —murmuró—. Acabemos con esto de una vez.

Su boca se curvó con una sonrisa de anticipación cuando el primer enemigo surgió de entre los árboles y se abalanzó sobre él. El cuerpo de Jacob se relajó un poco y su instinto se agudizó. Sólo tuvo que soltar el primer zarpazo para saber que los licántropos de James no habían recibido la formación adecuada. Además, eran muy jóvenes.

Aquella falta de experiencia y de formación los convertía en presas fáciles. Hasta con su forma humana, los Cazadores poseían una fuerza sobrenatural y estaban bien entrenados en las artes del combate. En esas circunstancias, ni un hombre lobo completamente transformado, con toda su altura y su masa muscular, tenía la menor oportunidad contra ellos.

Se libró del primer hombre lobo con suma facilidad. Le dio una patada en la entrepierna y, cuando cayó de rodillas al suelo, le agarró la cabeza, la giró con un movimiento seco y se la arrancó de cuajo.

Antes de que el cadáver se derrumbara, le atacó un segundo por la derecha. La criatura se lanzó a su garganta y Jaocb le dio una patada que le destrozó los genitales. Tal vez fuera juego sucio, pero también lo era que los licántropos atacaran con plena forma de lobo cuando aún no se había puesto el sol. Por lo visto, James no era el único que se podía transformar enteramente de día. Un hecho de lo más preocupante.

—Estos idiotas me están empezando a molestar —gruñó Seth desde el otro lado del todoterreno.

Sus atacantes los superaban claramente en número. En otro momento, Jaocb lo habría encontrado excitante porque le encantaban los desafíos; pero aquel día no podía correr riesgos innecesarios: en el interior del todoterreno había una humana.

Se giró hacia los árboles, esperando el ataque siguiente, cuando distinguió una cara familiar. Era Laurent, uno de los más viejos amigos y compañeros en el crimen de James.

—Vaya por Dios…

Laurent era duro. Librarse de él no iba a resultar fácil.

El hombre lobo se arrojó sobre Jacob y lo aplastó contra la portezuela delantera del vehículo. Jacob tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para quitárselo de encima. Después, Laurent lo golpeó en el pecho y él le dio una patada que lo derribó, aunque enseguida se puso en pie.

Jacob pasó a la ofensiva, lanzando zarpazos. Laurent retrocedió hasta la parte trasera del vehículo, respondiendo del mismo modo. Una de sus garras arañó la portezuela trasera con un chirrido terrible.

—¡Acabemos con esto, Clerwater! —rugió Jacob.

La situación no le gustaba nada en absoluto. Con Seth delante, ocupado con sus propios hombres lobo, y él detrás, las puertas del todoterreno habían quedado sin protección.

Laurent intentó golpearlo y él contestó con otra patada.

—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Jugando al parchís?

Seth apareció a su lado.

—Acabo de terminar con el último de los míos, aunque dos de ellos se han dado a la fuga —explicó—. Pero qué veo aquí… si es el recadero de James… Caramba, Laurent, debería haber imaginado que ese hedor era tuyo. ¿Qué haces? ¿Te bañas en vinagre para disimular la peste?

El hombre lobo, de color rojizo, gruñó en respuesta. Jacob avanzó lentamente hacia él; sabían que Laurent se pasaría al lado oscuro más tarde o más temprano, y por fin lo había hecho.

—¿Has acabado con James? —preguntó a Laurent.

—¿Con James? Ni siquiera lo he visto —contestó.

En ese momento, otro hombre lobo saltó desde el bosque y estampó a Seth contra el vehículo. Al mismo tiempo, Laurent cargó contra Jacob y lo tiró al suelo. Jacob miró a su compañero y vio que ya no tenía un enemigo, sino dos; otro hombre lobo, de pelo dorado, se había sumado al ataque.

Lleno de furia, empujó a Laurent con todas sus fuerzas y el hombre lobo salió volando. Al cabo de un par de segundos, se oyó un ruido procedente del interior del todoterreno. Laurent, que ya se había levantado, olfateó el aire y dijo, con una sonrisa sádica:

—¿Escondes a esa zorra en el coche, Black? James me ha dicho que, si le encuentro, es toda mía… y voy a disfrutar con ella. Hasta el último bocado.

—Vamos, Laurent, déjate de estupideces y ataca de una vez. Hace años que deseo arrancarte la cabeza.

El hombro lobo lo atacó con tanta energía que volvió a derribarlo. Jacob se maldijo a sí mismo por haberle permitido un golpe tan fácil. Pero ya no tenía tiempo. Si quería echar una mano a Seth, tenía que eliminar inmediatamente a Laurent.

En ese preciso instante, el motor del todoterreno rugió y el vehículo dio marcha atrás. Las ruedas giraron con violencia sobre la arena del camino. El impacto fue tan violento que Laurent salió disparado y cayó con un golpe seco a varios metros de distancia.

—¿Qué demonios…?

Jacob no podía creer que Renesmee lo hubiera desobedecido. De haber podido, la habría sacado del vehículo y le habría dicho unas cuantas cosas. Pero antes, tenía que acabar con Laurent. Aunque los enemigos de Seth eran lo primero: lo habían acorralado y su camiseta ya estaba empapada en sangre.

Se puso en pie y se lanzó sobre uno de ellos, al que destrozó la columna vertebral. Seth aprovechó la ocasión para librarse del hombre lobo de color dorado, al que arrojó contra un árbol. Entonces, oyeron un ruido de metal. Cuando se giraron hacia el todoterreno, vieron que un hombre lobo de color gris se había encaramado al techo y estaba destrozando el parabrisas.

—Renesmee…

El parabrisas saltó en pedazos en el mismo instante en que Renesmee abría la portezuela y salía al exterior, tropezando con uno de los cadáveres. Jacob corrió hacia ella, pero Seth estaba más cerca.

Ya estaban a pocos metros de alcanzarla cuando Laurent apareció por detrás y atacó a Jacob. Entre tanto, el hombre lobo gris saltó sobre Seth.

—¡Renesmee! —bramó Jake—. ¡Vuelve al maldito todoterreno!

Renesmee no hizo caso alguno. Miró al hombre lobo que estaba sobre Seth, alcanzó una rama gruesa, se acercó a él y lo golpeó en la cabeza con la fuerza de un bateador. Jacob no podía creer lo que estaba viendo.

Se quitó de encima a Laurent y soltó un aullido de furia al ver que el hombre lobo gris dejaba a Seth, al que había herido, y avanzaba hacia Renesmee, que gritó de terror.

—¡No!

Sin perder tiempo, Jacob soltó un zarpazo al cuello de Laurent, cuya cabeza cayó hacia un lado. Ya corría hacia Renesmee cuando el hombre lobo dorado se acercó al gris e hizo algo completamente inesperado para todos: lo agarró de un brazo y se arrojó con él por un terraplén. La pendiente era tan grande que el salvador de Renesmee se dio un golpe y quedó inconsciente.

—¿Qué diablos estabas haciendo? —preguntó Jacob.

—Intentaba ayudar —dijo Renesmee, aterrorizada.

Jacob estaba furioso, pero se contuvo. Se suponía que debía protegerla, no asustarla. Aunque por otra parte, Renesmee tendría que aprender a obedecer si quería sobrevivir en aquel mundo de garras y colmillos.

La abrazó un momento, con fuerza, y la puso a un lado al ver que el hombre lobo gris huía.

—¡Vuelve al todoterreno y no salgas! —ordenó.

Moviéndose con toda la fuerza y la velocidad obtenidas durante sus años de entrenamiento, Jacob pegó un salto enorme y se plantó a un par de metros del hombre lobo gris.

—Te voy a destrozar, Black…

El hombre lobo lo atacó; pero esta vez, Jacob no se anduvo con contemplaciones: lanzó un golpe directo a sus fauces y oyó el chasquido de los huesos que se rompían. El hombre lobo soltó un aullido de terror. Acto seguido, Jacob se acercó y le arrancó la cabeza.

Después caminó hacia Seth, que estaba en el suelo, y se acuclilló a su lado.

—¿Te encuentras bien?

—Sí, estoy más enfadado que otra cosa —murmuró Seth—. He permitido que ese canalla me mordiera.

—Te debo una, Seth…

—¿Una? Me debes bastante más que una.

Jacob alzó la cabeza, olfateó el aire y dijo:

—Parece que nuestros amigos se han marchado. Pero será mejor que nos vayamos de aquí enseguida.

Seth se quitó la camiseta y la apretó contra la herida, para contener la hemorragia. En el lado derecho tenía un zarpazo profundo.

—Sí, vámonos a casa —dijo—. Me parece que necesito un trago de brebaje secreto de Lagavulin. Creo que me lo he ganado.

Mason lo miró con detenimiento.

—No debes de estar tan mal como pareces si estás pensando en beberte mi mejor whisky —comentó.

—Oh, vamos, sólo es una herida superficial…

Jaocb soltó una carcajada. Seth había pronunciado la frase con un acento típicamente británico, imitando una conocida escena de una de las películas de los Monthy Python.

Si su humor era una buena medida de su estado físico, su amigo se recuperaría pronto. Pero con Renesmee no estaba tan seguro.

Caminó hacia el todoterreno y se preguntó qué podía hacer para animar a su frágil compañera humana.





Jacob sólo había dado un par de pasos cuando ella abrió la portezuela y salió a su encuentro. Renesmee miró los cadáveres desnudos de los hombres lobo con horror, porque recobraban su forma humana después de muertos.

Corrió hacia ellos y gritó. Jacob abrió los brazos para recibirla, pero se llevó un buen chasco cuando Renesmee pasó de largo y se arrodilló junto a Seth.

—Oh, Dios mío… ¿Estás bien?

—Estoy perfectamente, preciosa —contestó el rubio, sonriendo.

Jacob alzó los ojos al cielo.

—¿Seguro?

—Si tiene fuerzas para coquetear contigo, me juego cualquier cosa a que se recuperará, Renesmee —murmuró Jacob.

—¿Siempre está de mal humor después de una pelea? —preguntó ella.

Seth la miró con ironía y respondió:

—Creo que está un poco celoso, Nessi. Ten paciencia con él.

Renesmee miró a Jacob y se sintió muy aliviada al ver que sus garras habían desaparecido y volvía a tener manos humanas.

—Sí, puede que tengas razón —murmuró—. Y por cierto… gracias por lo que habéis hecho.

Jacob se secó el sudor de la cara y carraspeó.

—¿Ese canalla te ha hecho algo?

—No, ni un arañazo —respondió Renesmee—. Ya puedes dejar de preocuparte… no creo que me salgan pelos por todo el cuerpo.

Jacob sonrió a su pesar.

—Eso sólo pasa cuando te muerden, Ness.

—¿En serio? —preguntó, sorprendida.

—En serio. No todo lo que sale en las películas es cierto, cariño.

—Pues aunque no lo sea, me ha dado un susto de muerte —confesó ella—. Y ahora que lo pienso, es increíble… no pareces tener ni una simple magulladura.

Jacob suspiró.

—Pero mañana me dolerá todo el cuerpo, créeme —dijo.

Seth y ella se levantaron.

—Parece que James ha reunido un pequeño ejército —afirmó Seth, sin dejar de apretarse la camiseta contra la herida—. Supongo que los que nos han atacado sólo eran una partida de reconocimiento.

—¿Seguro que estás bien? —preguntó Jacob, contemplando la sangre que empapaba a su amigo—. ¿Quieres que llame a los médicos de Shadow Peak?

Jacob sabía perfectamente que la pérdida de sangre no los podía matar; pero podía enfermarlos y dejarlos sin fuerzas.

—No, no… sobreviviré. Venga, subamos al todoterreno y vayámonos de aquí.

En cuando mencionó el todoterreno, Jacob tuvo consciencia plena de lo que había sucedido y se giró para mirar a la mujer que había dado un vuelco a su vida y había estado a punto de causarle un infarto en menos de veinticuatro horas. Si había logrado tanto en tan poco tiempo, cualquiera sabía lo que lograría en una semana o a lo largo de los años que estuvieran juntos.

—Si no recuerdo mal, te había dicho que te quedaras dentro.

—Pero no me prohibiste conducir, Jacob —observó ella, mirándolo con aquellos ojos verdes y grandes.

Él tomó aire, súbitamente irritado por la posibilidad de que Renesmee hubiera resultado herida durante la pelea.

—Ya. Y dime una cosa, Renesmee, ¿ahora estás dentro o estás fuera del todoterreno? —preguntó.

A pesar de su miedo, que todavía era evidente, Renesmee se cruzó de brazos y lo miró con cara de pocos amigos.

—Oh, vamos… sólo he salido cuando uno de ellos estaba a punto de entrar. ¿Habrías preferido que me quedara dentro y que dejara que me comiera?

Jacob dio un paso adelante, invadiendo el espacio de Renesmee, para ponerla en su sitio. Ella se mantuvo en el sitio, orgullosa. Él admiró su valentía, pero seguía enfadado.

—Si te hubieras quedado en el suelo, como te dije, habría llegado a ti antes de que te alcanzaran —afirmó.

Renesmee soltó un suspiró profundamente femenino y enojado a la vez.

—Podrías dejar de comportarte como un idiota y darme las gracias por haber ayudado. Incluso podrías decir que, de no haber sido por mí, ese monstruo te habría arrancado la cabeza.

Seth tuvo que hacer esfuerzo para no estallar en carcajadas.

—No habría sido yo quien terminara sin cabeza —declaró Jacob, molesto.

—Eso no es lo que me ha parecido a mí. Cuando he mirado hacia atrás, he visto que…

—Bueno, bueno, niños, dejad vuestras diferencias, para más tarde —los interrumpió el rubio—. Ahora tenemos que marcharnos, llamar por teléfono para que recojan todos estos cadáveres y llegar a casa.

—Yo llamaré a Charlie —dijo Jacob.

Unos minutos después, cuando terminó de hablar por teléfono, Jacob vio que Renesmee caminaba en círculos, despacio, mientras contemplaba el panorama con una tranquilidad digna de admiración.

Cuando llegó ante el cuerpo del joven hombre lobo dorado que le había salvado la vida al huir con el gris, se detuvo y lo miró.

—Dios mío, sigue vivo… ¡Todavía respira! —exclamó.

—¿Qué hacemos con él, Jake? —preguntó Seth.

—No lo sé. No podemos…

—Me ha salvado la vida —intervino Renesmee—. Tenemos que llevárnoslo y asegurarnos de que se recupere.

—Aléjate ahora mismo de él, Renesmee —bramó Jake.

Renesmee lo miró con mal humor.

—Sólo es un niño, Jacob.

—Y también es un asesino y un monstruo, ¿recuerdas? Dos cosas que odias.

—Yo no odio a nadie. Tener miedo no es lo mismo que odiar —argumentó—. Además, no es un asesino… me ha salvado. Tienes que ayudarlo.

Jacob soltó un gruñido de disgusto.

—¿Por qué?

—Porque lo digo yo —respondió la pelirroja.

Él arqueó las cejas y la miró con interés, preguntándose cómo era posible que fuera tan contradictoria y tan fascinante.

—¿Y si no quiero?

—Entonces, lo ayudaré yo misma.

Jacob entrecerró los ojos y puso los brazos en jarras.

—Lo sabía. Sabía que serías una fuente interminable de problemas. En cuanto te vi en el restaurante, supe que lo complicarías todo.

—¿Quién? ¿Yo? —preguntó, indignada—. ¡Eres un idiota integral! Desde que nos conocemos, me han atacado dos veces, han destrozado mi piso y la tienda donde trabajo, han aterrorizado a mis amigos y me he visto sometida a tus espantosos cambios de humor.

Seth rió. Jacob la miró con más enfado que nunca.

—¡Yo no tengo cambios de humor!

Renesmee hizo un ruido de desdén.

—¡Ja! ¡Pregúntaselo a cualquiera que te conozca!

—Tiene algo de razón, Jake —dijo Seth.

—Tú cierra la bocaza. ¿O quieres que te deje aquí hasta que te desangres?

—No le hagas caso, Seth —dijo Renesmee—. Está de los nervios.

Seth rompió a reír otra vez, pero su risa se transformó inmediatamente en un gemido de dolor.

—Maldita sea, mujer, no me hagas reír tanto…

—¿Queréis hacerme el favor de callaros? —rugió Jacob—. Eres condenadamente insolente para tener tanto miedo de mí, Renesmee.

—Porque estoy tan enfadada contigo que ya no te tengo miedo —afirmó ella, mirándolo a los ojos.

Jacob ya iba replicar cuando sonó su teléfono móvil.

—¿Dígame?

—Hola, Jacob…

La conexión telefónica era bastante mala, pero reconoció su voz al instante. Era James.

—¿Tú novia se está divirtiendo con el paseo por las montañas? —le preguntó.

—Sí, se está divirtiendo mucho.

Jacob murmuró a Renesmee y a Seth el nombre de quien llamaba.

—Sólo quería asegurarme de que sepa que se ha metido en un buen lío al acompañarte, Jacob. Además, me encanta ponerte en mi lugar… ¿cómo te sientes ahora que eres la presa y no el cazador?

—Las presas huyen, James, y yo no huyo. Si quieres encontrarme, sabes dónde estoy. A diferencia de ti, no me escondo como un cobarde.

James rió.

—Si me enfadas, Jacob, haré algo más que matar a esa pelirroja la próxima vez que le ponga las manos encima. Le daré ocasión de gozar de los placeres de un hombre de verdad… y luego, cuando todavía sienta el calor del orgasmo, la devoraré.

Jacob apretó el móvil con tanta fuerza que estuvo a punto de romperlo.

—Me temo que tu pequeña banda de cretinos se ha visto algo menguada tras nuestro encuentro —le informó—. Veo que últimamente has estado ocupado, James… ¿Qué pasa? ¿Por qué te ha dado ahora por jugar a ser un líder? ¿Acaso no encuentras a ninguna mujer que te quiera lamer esa cosa minúscula que tienes entre las piernas?

James lo maldijo en voz alta y añadió:

—Mis seguidores luchan por la verdad, Black.

—¿Por la verdad? ¿Y qué verdad es ésa? ¿La de un canalla patético que sólo se siente un hombre cuando aterroriza a los más débiles? Sí, claro, eres todo un héroe, James —se burló.

—No se trata de mí, Black. Los míos creen que deben asumir lo que son.

—¿Monstruos?

—¡No! ¡Dioses! —puntualizó James con voz de loco—. Los mensajeros de la muerte, amigo mío.

—¿Dioses? Sólo somos hombres, pedazo de ignorante. Pero te crees tan listo que la arrogancia se te ha subido a la cabeza.

—Somos bestias —dijo James, intentando recobrar la calma—. Somos los reyes de la creación y tenemos todo un mundo lleno de comida. Los humanos son débiles, Black. ¿Cuánto tiempo crees que podrás detenernos? Al final triunfaremos y no podrás hacer nada por impedirlo.

—Al final, acabarás como el perro que eres —declaró Jacob con tranquilidad absoluta—. Y por si no has entendido bien lo que eso significa, te lo diré bien clarito: voy a por ti, James. Ya estás muerto.

—Puede que te hayas librado de mis soldados, Black, pero ni Clerwater ni tú, juntos, lograsteis acabar conmigo. No tengo miedo de ti.

Jacob sonrió de un modo casi cruel. El odio que sentía por James era tan intenso que podía sentirlo en lo más profundo de su ser. Era de la clase de odio que podía emponzoñar su alma.

—Ese es tu segundo error —afirmó.

James volvió a reír.

—¿Y cuál ha sido el primero?

—Tocar a mi mujer.

Dicho esto, Jacob cortó la comunicación.
 
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