Hola a todo aquel que se tome su tiempo para pasar por este humilde rincón. En este blog, se publicarán mis fics, esos que tanto me han costado de escribir, y que tanto amo. Alguno de estos escritos, contiene escenas para mayores de 18 años, y para que no haya malentendidos ni reclamos, serán señaladas. En este blog, también colaboran otras maravillosas escritoras, que tiene mucho talento: Lap, Arancha, Yas, Mari, Flawer Cullen, Silvia y AnaLau. La mayoría de los nombres de los fics que encontraras en este blog, son propiedad de S.Meyer. Si quieres formar parte de este blog, publicando y compartiendo tu arte, envía lo que quieras a maria_213s@hotmail.com

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martes, 2 de febrero de 2016

Puddle Jumping * Epílogo

Summary: Soy Isabella Marie Swan y esta es la historia de cómo terminé enamorada de un chico que me hizo creer que el amor es todo menos convencional.
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La autora dice: Esto es una adaptación del libro con el mismo nombre de Amber L.Jonshon. Los nombres son de la maravillosa Meyer.
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EPÍLOGO


Hubo un tiempo en el que creí que no iba a enamorarme. Pero lo hice. 

Esto fue seguido por la idea de que el chico del que me enamoré, nunca podría amarme de regreso. Pero lo hace. 

Y me ama en la mejor forma que sabe hacerlo. 

Cuatro meses pasaron mientras Edward estaba en Inglaterra. Mis temores disminuyeron poco a poco la primera vez que su rostro apareció en Skype. No hizo mucho contacto visual de principio y desviaba su atención de mí a las cosas que le rodeaban, en especial si su mentor veía la televisión demasiado alto. 

Pero aprendimos. 

Tenía que encontrar su camino por su cuenta. Hacer amigos. Adaptarse al cambio. Me di cuenta, incluso en esos breves momentos que tuve con él, que estaba cambiando. Fue difícil para mí, sabiendo que no fui parte de ello. Pero tal vez, de algún modo, sí participé. 

De modo que seguimos la rutina. Todos los jueves a las ocho de la noche, mi Skype sonaba. Me aseguré de estar siempre en el dormitorio. Y mi compañera de cuarto estaba afuera haciendo algo más. Ella y yo teníamos un acuerdo. 

—Te echo de menos. —Observé su rostro en la pantalla a tiempo que miraba fijamente la mía.

—Estaré en casa en veintisiete días.

Sonreí. 

—Lo sé. Y estoy muy feliz por eso.

—Me alegro de que estés feliz. —Sonrió, como si lo dijera en serio. 

—¿Hay algo que te gustaría hacer cuando llegues a casa?

Asintió, su enfoque dirigiéndose al lado izquierdo de la pantalla. 

—Quisiera besarte, si eso está bien contigo.

—Creo que se puede concretar.

* * *

La universidad fue estresante aquel primer semestre, pero los pequeños momentos que podía conseguir con Edward me hicieron sentir menos ansiosa. Más enfocada. Tenía ensayos y tareas que hacer hasta las orejas, aunque no se lo podía decir al chico detrás de la pantalla. 

Me esforcé para conocer gente nueva. Ir a fiestas. Vivir la experiencia de la universidad. Ni una sola vez mi amistad con Rosalie sufrió. No permití que el espacio entre los nuevos amigos que habíamos hecho alteraran las relaciones que ya teníamos. 

La amistad, como una vez le dije a mi novio, es importante. 

Pero tuve espacio. Tuve tiempo para encontrarme a mí misma otra vez. 

Lo mejor de estar separados fue que decidí mi especialidad. Me centré en mí. Establecí una meta que me gustaría lograr por mi cuenta. 

He tenido un montón de logros en mi vida. No morí. Me gradué de la secundaria. Entré en la universidad de mi elección. 

Pero nunca llamaría amar a Edward un logro. Era un honor. Me cambió. Me hizo realmente convertirme en la persona que había intentado tanto ser tantos años atrás. 

Así que no creo que fuera una sorpresa para cualquiera que el estar con mi novio me hizo ver las cosas bajo una nueva perspectiva. Nunca habría conocido el tipo de persona que yo podía ser sin haberlo conocido. Si pude lograr hacer una diferencia en la vida de una persona, ¿por qué no en otros? Tal vez algún día le enseñaré a mi propia clase interpersonal, y algún chico lindo se inclinará contra la pared en un pasillo y le dirá a la chica que lo ama "lo que sea". 

Y me gustaría estar allí para presenciarlo.

Irónicamente, la noche que decidí mi especialidad, fue la primera vez que me preguntó sobre nuestra situación. 

—¿Deseas que no te hubiera dejado?

—Por supuesto. Te echo de menos. Cada día deseo que estuvieras aquí. Pero te alegras de haberte ido, ¿verdad? Mira todo lo que has logrado.

—Me habría gustado que vinieras conmigo. 

—A mí también. 

Era algo que nunca habíamos discutido antes, y mi pecho dolía cuando colgamos. 

Soñaba con él a menudo, y me preocupaba por él constantemente. Y pensé que tal vez, cuando volviera a casa por Navidad, no sería lo mismo, y la distancia era demasiado grande para que volviéramos a conectar. 

Quizá así terminaría todo en una película al estilo Hollywood.

Pero somos más que eso. 

Cuando llegó el día, me situé al lado de Esme, sosteniendo su mano y levantando un cartel amarillo con el nombre de mi novio en él, mientras bajaba del avión. No me sorprendió que primero abrazara a su madre. Pero fue sólo porque una vez que sus brazos rodearon mi cintura, no me soltó. Ni en el aeropuerto. Ni en el auto. Y apenas en la puerta para saludar a su padre. 

De lo contrario... 

Nada había cambiado. No para mal, de todos modos. No, de hecho, se sentía cien veces mejor. Sabiendo lo que era estar separados, hizo que fuera más dulce volver a reconectarnos. 

Él olía igual. Él se sentía igual. Sus ojos recorrían mi rostro mientras sonreía y decía mi nombre una y otra vez hasta que lo besaba para silenciar sus susurros. 

Me quedé en su casa, y a mis padres ni siquiera le importó. Era una adulta y podía tomar mis propias decisiones, y siempre y cuando los Cullen no se opusieran, yo era libre de hacerlo. 

La mañana de navidad, sostuve la mano de Edward mientras sus padres apilaban regalos a nuestro alrededor. Justo antes de que comenzara el desembalaje, mis padres llegaron. Debí haber pensado que era inusual, pero era la mañana de navidad, después de todo. 

Se instalaron junto a la chimenea y repartieron sus propios regalos, hasta que estuvimos rodeados por lo que pareció ser un muro de papeles alegres y cintas plateadas y brillantes. 

No pasó mucho rato hasta que abriéramos cada uno de los regalos. Los agradecimientos fueron intercambiados y, justo cuando creí que estaría libre para cambiar mi pijama y tomar una ducha, la señora Cullen se agachó frente a mí y colocó un sobre en mi regazo. 

—¿Qué es esto? —Tuve una idea que era otro pase para el museo, por lo que entrecerré los ojos, a punto de decirle que en verdad ya no los necesitaba, ya que su hijo tenía acceso ilimitado a las exhibiciones. Pero justo cuando abrí mi boca, mi novio me interrumpió. 

—Le preguntamos a tus padres si no había problema. 

Me quedé mirando su rostro, confundida, mientras tenía el sobre en la mano y la agitaba en su dirección. 

—Hay pases para el museos de aquí, ¿verdad?

El señor Cullen se inclinó hacia adelante y alcancé a ver a mi madre cuando tapó su boca y las lágrimas brotaron de sus ojos. Mi padre inhaló profundamente y exhaló con fuerza. 

Esme se acercó y pasó sus dedos por mi mejilla. 

—Queremos que vayas.

Mis dedos temblaban a tiempo que abría el sobre, y me quedé sin aliento, mirando fijamente el boleto en mi mano. 

—¿En serio?

Fue Edward quien contestó, su voz firme e inquebrantable. 

—Quiero que estés allá, Bella.

Estaba cegada por las lágrimas. 

—¿Estás seguro? ¿Seguro? ¿Con certeza?

No necesitaba que fuera con él, así podía asegurarme que él se encontraba bien. Para asegurarme que mantuviera su rutina y no se sintiera solo.

Él quería que fuera. 

—Estoy seguro y con certeza.

—El vuelo sale el tres —la voz de mamá era temblorosa, y mi padre le tomóla mano. 

Mi mente recorría todas las preguntas sin respuesta y promesas del mañana. 

Pero cuando miré a mi novio y lo vi muy, pero muy sonriente –y que su mirada por fin sostenía la mía por de más de un segundo–, lo supe. 

Hollywood tiene que obtener sus finales felices en algún lado. Y aunque el recorrido esté lleno de golpes y moretones a lo largo del camino, siempre existe una posibilidad de encontrar la felicidad al final. Soy la prueba viviente. 

Mi educación no estará dentro de los contornos de un edificio de ladrillos mientras estoy sentada en una silla de plástico. Ya no. La vida es para vivirla, y si se te ofrece la oportunidad de experimentar cosas excepcionales con una persona extraordinaria, entonces no hay razón alguna en el mundo para negarse. 

Y no me negué. Acepté porque nuestro amor no es diferente al de cualquier otro. Es nuestro, y es todo lo que importa. 

Es una historia real de una chica que se enamora de un chico. 

Nada más. 

Nada menos. 

Y no me gustaría que fuera de otra manera.
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Hola mis dulces lectores!
Pues si, hoy termina esta adaptación, espero que os haya gustado tanto como a mi! La verdad que solté alguna lagrimilla... ustedes?

Dejenme comentarios de los que les pareció esta historia, y nos leemos pronto!

Los amo!

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